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c) El Tabernáculo de Reunión y el establecimiento del Templo (Hechos 7:44-50)
HECHOS 7:44-50
44 »Nuestros antepasados tenían en el desierto el tabernáculo del testimonio, hecho como Dios le había ordenado a Moisés, según el modelo que este había visto. 45 Después de haber recibido el tabernáculo, lo trajeron consigo bajo el mando de Josué, cuando conquistaron la tierra de las naciones que Dios expulsó de la presencia de ellos. Allí permaneció hasta el tiempo de David, 46 quien disfrutó del favor de Dios y pidió que le permitiera proveer una morada para el Dios de Jacob. 47 Pero fue Salomón quien construyó la casa. 48 »Sin embargo, el Altísimo no habita en casas construidas por manos humanas. Como dice el profeta: 49 »“El cielo es mi trono, y la tierra, el estrado de mis pies. ¿Qué clase de casa me construirán? —dice el Señor—. ¿O qué lugar de descanso? 50 ¿No es mi mano la que ha hecho todas estas cosas?”
Esteban confirmó que Dios no vivía al principio en el magnífico templo, sino que se reunía con Moisés en el humilde tabernáculo de los testigos, especialmente en los grandes días en que se hizo el pacto con el profeta Moisés, y en las victorias de Josué, así como en el renacimiento en tiempos de David. La belleza perecedera y el glamour del templo no eran señales de la presencia de Dios entre los hombres, pero el discreto tabernáculo indicaba el período de transición del Antiguo Testamento, que se desvaneció después de todo.
A Esteban le pareció que la gracia de Dios había impedido que David construyera un templo, como indicación de que Dios no necesitaba oro, edificios majestuosos y estructuras hechas por hombres, para habitar entre sus seguidores, sino que el humilde tabernáculo era la prueba de que Dios se encontraba con el hombre pobre. Juan, el evangelista utilizó en su evangelio (Juan 1:14) en el texto griego, el término más común "Logos" para explicar la esencia de Jesús, diciendo: "El Logos, o Verbo se hizo carne y “tabernaculó”, o habitó entre nosotros". Esta humildad nos explica la gran gracia de Dios que bajó y habitó en el templo de nuestro cuerpo perecedero.
El sabio Salomón construyó el conocido templo, y para ello explotó al pueblo con violencia, hasta que la nación se dividió después de él. El templo se construyó para unir al pueblo mediante el centro de la cultura y los ritos, pero el resultado fue la división y la dispersión, pues Dios no vive en un lugar determinado, ni habita en las piedras. No son necesarias todas tus maletas y objetos, pues Dios está contigo dondequiera que estés, ya sea en el mar, en el aire, en la tierra o bajo el suelo. Quien escucha su palabra y actúa en consecuencia, continúa en la comunión de Dios.
Esteban testificó ante sus jueces que no blasfemaba contra el templo si no adoraba a las piedras de oro, pues el Altísimo no vive en una cárcel humana, sino que la tierra es como su escabel. El Creador no tiene necesidad de casas de polvo hechas de manos para su morada. Él, que hizo el cielo y la tierra, el mar y los manantiales, no tiene necesidad de nada. Hoy sabemos que la tierra no es todo el universo, sino que es sólo un átomo de polvo en el espacio en el que se encuentran millones de soles y giran alrededor de mil millones de grupos de planetas. Querido hermano, penetra profundamente en los misterios del universo para que tu mente se abra y tu corazón adore la majestad y la gloria de Dios. Nuestro Creador llena todo el mundo, y no hay ningún tipo de casa que pueda contenerlo. Él es más espacioso que todos los océanos y las estrellas. Al mismo tiempo, controla cada electrón del átomo. El que estudia cuidadosamente las ciencias naturales modernas no se convierte en un ateo, sino en un humilde adorador.
La Santa Biblia te dice que el gran Dios está dispuesto a morar en tu corazón para que tu cuerpo se convierta en un templo del Espíritu Santo. ¿Se ha convertido tu mente en una morada para Dios? ¿O sigue siendo una guarida de espíritus inmundos? La sangre de Cristo te purificará si te abres a su designio, y su Espíritu Santo te llenará hasta que tu frío egoísmo termine, y te conviertas con todos los creyentes en la comunión de amor en un templo de la esencia de Dios. ¿Has experimentado la belleza y la gloria de este templo espiritual? Sus características son amor, humildad, alegría, mansedumbre, paz, rectitud, negación a uno mismo y toda justicia. ¿Te has adornado con el fruto de la fe cristiana? Entonces magnificarás a Dios con tu comportamiento en medio del mundo, que está lleno de espíritus impuros.
ORACIÓN: Oh gran Dios, te damos gracias porque no vives en una iglesia, ni en un templo, ni en una casa de piedra, sino que habitas en todos los que creen verdaderamente en Cristo. Ven a mi corazón, limpia mi conciencia, y llena mi mente con tu Espíritu Santo para que seas el centro de mi vida para siempre, y pueda obedecerte con constante alegría.
PREGUNTA:
- ¿Por qué Esteban prefirió la tienda de campaña al templo de oro?