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f) El diablo, asesino y mentiroso (Juán 8:37-47)
JUÁN 8:37-39
37 Yo sé que ustedes son descendientes de Abraham. Sin embargo, procuran matarme porque no está en sus planes aceptar mi palabra. 38 Yo hablo de lo que he visto en presencia del Padre; así también ustedes, hagan lo que del Padre han escuchado. 39 —Nuestro padre es Abraham —replicaron. —Si fueran hijos de Abraham, harían lo mismo que él hizo.
Los judíos se consideraban de la descendencia de Abraham, y suponían que, por esta razón, el vínculo con el Padre de la fe, heredaban las promesas que Dios había otorgado a su siervo obediente.
Jesús no rechazó los privilegios de esta relación, sino que se afligió porque los hijos de Abraham estaban desprovistos del espíritu de |su antepasado. Éste le había dado la capacidad de escuchar la voz de Dios y de cumplir su palabra. Como resultado, cerraron sus corazones a las palabras de Jesús. Estas palabras no entraron en sus corazones ni los iluminaron. Permanecieron ignorantes e incrédulos.
Las palabras de Cristo no dieron más fruto en aquella multitud que el rechazo y el odio. Lo más probable es que la mayoría de ellos no tuvieran en ese momento la intención de matar a Jesús. Sin embargo, Jesús descubrió las intenciones de sus corazones y supo que el odio es el preludio del asesinato. Pronto gritarían "Crucifícalo, crucifícalo" (Mateo 27:21-23; Juan 19:15).
Abraham escuchó la voz de Dios y le obedeció al instante. Y lo que es más maravilloso, Jesús no sólo escuchó constantemente la voz de su Padre, sino que vio las obras y la majestad de Dios. Su revelación era completa y surgía de una firme comunión con Dios. Jesús es Espíritu de su Espíritu y amor de su amor.
Pero los judíos odiaban al engendrado del Padre. Esto demostró que no venían del verdadero Dios. La fuente de su pensamiento era otra que la celestial. En esta etapa del argumento, Jesús trató de hacerles reflexionar sobre la identidad de sus "padres". No era Abraham.
JUÁN 8:40-41
40 Ustedes, en cambio, quieren matarme, ¡a mí, que les he expuesto la verdad que he recibido de parte de Dios! Abraham jamás haría tal cosa. 41 Las obras de ustedes son como las de su padre. —Nosotros no somos hijos nacidos de prostitución —le reclamaron—. Un solo Padre tenemos, y es Dios mismo.
Los judíos se resintieron de las palabras de Cristo porque les había acusado de no estar en consonancia con el espíritu de Abraham. Su confianza en su descendencia de Abraham constituía la base de su fe y esperanza y de su jactancia. Así que, ¿cómo se atreve Jesús a encontrar la falla en su conexión abrahámica y anularla?
También les mostró que las obras de Abraham fueron en obediencia a la fe en Dios cuando partió como emigrante. Su confianza en la fidelidad de Dios quedó demostrada cuando ofreció el sacrificio de su hijo Isaac, así como la humildad que mostró hacia su sobrino Lot. Pero los judíos mostraron su obstinación, rebeldía e incredulidad. Su espíritu era contrario al de Cristo. Así disputaron la verdad encarnada que estaba en medio de ellos tampoco escucharon la voz de Dios a través de él. Jesús no vino como el Hijo de Dios rodeado de ángeles en la gloria. Sino como un simple hombre, teniendo sólo el impacto de sus palabras. No obligó a los hombres a aceptar su Evangelio. Reveló el amor, la gracia y el nombre de Dios. Ellos rechazaron esta buena noticia con desprecio. Jugaron con la idea de matarlo. Esto contrasta con las cualidades y los hechos de Abraham. Él escuchó, obedeció, vivió e hizo de acuerdo con la revelación de Dios.
JUÁN 8:42-43
42 —Si Dios fuera su Padre —les contestó Jesús—, ustedes me amarían, porque yo he venido de Dios y aquí me tienen. No he venido por mi propia cuenta, sino que él me envió. 43 ¿Por qué no entienden mi modo de hablar? Porque no pueden aceptar mi palabra.
Jesús demostró a los judíos que Abraham no era su padre, y les llevó a discernir el nombre del verdadero padre al que seguían. Como él era, ellos también lo eran.
Los judíos consideraron que Jesús había dejado clara la diferencia entre él y ellos. Respondieron que no eran hijos de la fornicación, a diferencia de los moabitas y amonitas, que habían nacido del incesto (Génesis 19:36-38). Tampoco eran una raza mixta como los samaritanos, ya que afirmaban que Dios era su Padre, basándose en el pasaje de Éxodo 4:22 y Deuteronomio 32:6, así como en Isaías 63:16. Cuando Jesús señaló que Dios era su Padre, ellos replicaron que también era su Padre según las Escrituras. Esta era una doctrina de su fe, por la que habían luchado y sufrido. Pero su testimonio era falso.
Jesús demostró brevemente que se estaban engañando a sí mismos. Dijo: "Si Dios fuera su Padre, me amarían, porque Dios es amor, no odio. Ama a su Hijo que procede de Él y el Hijo lleva su esencia". Jesús no se independizó del Padre ni por un momento, sino que le obedeció como un apóstol obediente.
Entonces Jesús preguntó a la multitud: "¿Por qué no entienden mi lenguaje? No hablo en lenguas extrañas, sino que ofrecí mi Espíritu en palabras sencillas que hasta los más pequeños pudieran entender." Jesús respondió a su propia pregunta, diciendo a sus enemigos: "No saben escuchar; no son libres, sino esclavos; su vida espiritual está perdida. Se parecen a los sordos que no oyen el llamado".
Querido hermano, ¿cómo está tu oído espiritualmente, oyes la palabra de Dios en tu corazón? ¿Oyes la voz de Dios deseosa de limpiar y ordenar tu ser interior? ¿O eres orgulloso y sordo porque un espíritu extraño se ha apoderado de ti? ¿Trabajas para Dios en el poder del Evangelio o te habita un espíritu maligno y sigues sus indicaciones?
PREGUNTA:
- ¿Cómo demostró Jesús a los judíos que no eran hijos de Abraham?