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1. Pablo en Anatolia y Apolos en Éfeso y Corinto (Hechos 18: 23-28)
HECHOS 18:23-28
23 Después de pasar algún tiempo allí, Pablo se fue a visitar una por una las congregaciones de Galacia y Frigia, animando a todos los discípulos. 24 Por aquel entonces llegó a Éfeso un judío llamado Apolos, natural de Alejandría. Era un hombre ilustrado y convincente en el uso de las Escrituras. 25 Había sido instruido en el camino del Señor, y con gran fervor hablaba y enseñaba con la mayor exactitud acerca de Jesús, aunque conocía solo el bautismo de Juan. 26 Comenzó a hablar valientemente en la sinagoga. Al oírlo Priscila y Aquila, lo tomaron a su cargo y le explicaron con mayor precisión el camino de Dios. 27 Como Apolos quería pasar a Acaya, los hermanos lo animaron y les escribieron a los discípulos de allá para que lo recibieran. Cuando llegó, ayudó mucho a quienes por la gracia habían creído, 28 pues refutaba vigorosamente en público a los judíos, demostrando por las Escrituras que Jesús es el Mesías.
Pablo era como un padre que tenía muchos hijos del Espíritu del Señor en muchas ciudades, y los añoraba y deseaba verlos. No descansó mucho tiempo en Antioquía, sino que salió y cruzó a pie miles de kilómetros por montañas y llanuras. Cruzó ríos impetuosos y pasó sed en los desiertos. Pero su corazón le empujaba hacia los conversos para fortalecerlos e iluminarlos a fin de que se convirtieran en una luz en las tinieblas por su amor evidente y su fe abundante. Pablo no sólo acudía a las iglesias respetadas y practicaba los ritos con reverencia y gozo, sino que también buscaba a los individuos y a los que estaban solos, pues todos los creyentes son un solo cuerpo, y ninguno de ellos es mejor que los demás.
Antes de llegar a Éfeso, apareció de repente Apolos, un maestro que creía en Jesús. No venía ni de Jerusalén ni de Antioquía, sino de Alejandría. Esta gran ciudad, situada a orillas del Mediterráneo, era la segunda después de Roma. Era un centro cultural de la filosofía griega mejor que Atenas en aquella época. En Alejandría, Filón, el famoso filósofo, se esforzó por unificar la cultura griega con la sabiduría del Antiguo Testamento. Es probable que Apolos hubiera absorbido sus conocimientos de sus libros, pues era un orador elocuente y claro, y tenía un profundo conocimiento de las Escrituras.
Apolos no conocía la verdad de la morada del Espíritu Santo en su corazón, sino que siguió el camino de Juan el Bautista. Se bautizó con agua, arrepintiéndose de sus pecados y esperando la venida de Cristo. Pudo haberse reunido con algunos cristianos en Alejandría o en Jerusalén, y haber oído de ellos que Jesús de Nazaret era el verdadero Cristo. Apolos se adentró profundamente en los libros del Antiguo Testamento, y reconoció maravillosamente en la persona y las obras de Jesús el cumplimiento de las profecías mesiánicas del Antiguo Testamento. Aceptaba su muerte en la cruz, su resurrección de la tumba y su ascensión al cielo, y esperaba su segunda venida para instaurar su reino de paz en la tierra. Apolos predicaba estos hechos cristianos con entusiasmo, dinamismo y elocuencia, aunque no había conocido el corazón de la salvación, ni el Espíritu Santo había habitado en él a pesar de que el Espíritu del Señor obraba a través de él, como había obrado en los profetas del Antiguo Testamento, y llenaba el corazón de Juan el Bautista. Sin embargo, no había nacido de nuevo del Espíritu y del agua.
Cuando Aquila y Priscila oyeron a este joven predicar a Jesús, hablando en la sinagoga de los judíos, se alegraron por el fortalecimiento del testimonio cristiano. Sin embargo, pronto descubrieron que este hombre elocuente, que pronunciaba palabras correctas con un estilo maravilloso, era defectuoso en su conocimiento del cristianismo. Se había convertido en un filósofo que creía en Cristo, pero no era un hijo de Dios que estuviera lleno del Espíritu Santo. Así que los dos artesanos incultos invitaron al elocuente orador a su casa y le enseñaron los hechos de la salvación en su forma completa.
En estas lecciones encontramos cuatro maravillas:
Apolos, el brillante joven de grandes cualidades y erudición, era humilde y estaba contento de recibir instrucciones de los pobres hacedores de tiendas.
Parecía que el que era ignorante, y ungido del Espíritu Santo, hablaba más sabiamente que el filósofo que creía en Jesús. Priscila, la mujer fue la oradora y el impulso en esta investigación, ya que su nombre apareció primero y adelante, lo que indica que una mujer fiel puede dar un testimonio claro y eficaz.
Lo más probable es que Apolos recibiera el poder del Espíritu Santo a través de estos dos hacedores de tiendas, como Pablo lo había recibido a través del sencillo Ananías en Damasco. El Señor se sirve a menudo de los pequeños y obedientes para anular a los grandes y talentosos. Dichosa la iglesia cuyos miembros son sencillos y fieles, que no critican al predicador ante el auditorio, ni lo menosprecian ante los demás, sino que lo invitan a su casa y le explican más correctamente la verdad del Espíritu Santo. De esta conversación entre los dos fabricantes de tiendas y Apolos, se deduce que Pablo había enseñado a sus patrones durante el trabajo manual más de lo que todos los libros de filosofía podrían verter como sabiduría en Apolos, pues la fe en el Espíritu Santo es más poderosa que el conocimiento de las mentes y el entusiasmo ardiente.
También leemos que había muchos hermanos en Éfeso. Así, el corto servicio de Pablo y el riego de la tierra por parte de Priscila en Éfeso, a través de su predicación, había producido la plantación de la iglesia allí, que es bien conocida por las otras iglesias a su alrededor en el Mar Mediterráneo.
Los hermanos de Éfeso enviaron una carta de recomendación para Apolos a la iglesia de Corinto para que recibieran a aquel que creía en Jesús vestido de filósofo, que era capaz de demostrar a partir del Antiguo Testamento que Jesús es el Señor Cristo vivo. Apolos no salió de Éfeso como entró en ella confiando en su mente, y dependiendo de su sentido de arrepentimiento, sino que cimentó su predicación sólo sobre la gracia, y demostró por la gracia divina en Corinto que Cristo es el Salvador, el Libertador, y el poderoso Triunfante. Con su elocuencia, Apolos pudo vencer a los judíos que muchos creyeron a través de él y lo consideraron como su padre espiritual (1 Corintios 1:12). Pero al mismo tiempo este predicador era un peligro para los creyentes, ya que no se unió oficialmente al grupo de iglesias, que estaban conectadas con Jerusalén y Antioquía, sino que permanecieron separadas. A pesar de ello, Pablo lo consideraba un hermano en Cristo, y aceptaba los dones de Cristo en él para fortalecer las iglesias. Así que, querido hermano, no rechaces a los predicadores desconocidos, y a los testigos rectos de Cristo de otras iglesias, sino déjalos que sirvan a tu grupo para que te perfecciones a la plenitud de Cristo; excepto por herejías en doctrina y división, no los admitas en tu comunión.
ORACIÓN: Te damos gracias, Señor, porque llamaste a dar testimonio a creyentes ignorantes. Te magnificamos porque dirigiste a los arrepentidos eruditos para que recibieran la guía de los sencillos hacia la plenitud de tu gracia. Danos valor, humildad y cooperación para que podamos percibir la necesidad de perfección de nuestra iglesia a través de los hermanos fieles de otras iglesias.
PREGUNTA:
- ¿Cuáles fueron los cuatro milagros producidos por el encuentro entre Apolos y la pareja que trabajaba?