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3. La sanación de la suegra de Pedro (Mateo 8:14-17)
MATEO 8:14-17
14 Cuando Jesús entró en casa de Pedro, vio a la suegra de este en cama con fiebre. 15 Él le tocó la mano y la fiebre se le quitó; luego ella se levantó y comenzó a servirle. 16 Al atardecer, le llevaron muchos endemoniados; con una sola palabra expulsó a los espíritus y sanó a todos los enfermos. 17 Esto sucedió para que se cumpliera lo dicho por el profeta Isaías: «Él cargó con nuestras enfermedades y soportó nuestros dolores». (Isaías 53:4-6; Marcos 1:29-34; Lucas 4:38-41)
Mateo destaca que Cristo, en su amor, se acerca a los solitarios, marginados y despreciados, y no rechaza a los gentiles, considerados impuros. Nos muestra cómo Jesús tuvo compasión de una mujer, vista como débil frente a los hombres arrogantes. Pedro, el discípulo más audaz, estaba casado. Al seguir a Jesús, no renunció a su matrimonio, ya que este no es un pecado, sino una bendición del Creador y un pilar fundamental de la naturaleza. Jesús respaldó el matrimonio de su apóstol.
Las dificultades surgieron en la casa de Pedro cuando la madre de su esposa enfermó. Satanás intentó alejar al discípulo de su misión, pero Jesús acudió a ella sin ser llamado. Tocó su mano febril y la sanó sin pronunciar palabra. Su poder fluyó en ella y la fiebre la abandonó de inmediato. De esta manera, Cristo cuida de los seres queridos de sus seguidores y los sana sin que se lo soliciten, demostrando su gran misericordia.
La recuperación fue total, y ella se levantó y los atendió de inmediato. Aquellos que se recuperan de fiebres por medios naturales suelen estar débiles e incapacitados para trabajar durante un tiempo. Para demostrar que esta curación superaba el poder de la naturaleza, ella se sintió lo suficientemente bien como para realizar las tareas del hogar de inmediato.
La misericordia fue santificada, y las misericordias santificadas son verdaderamente perfectas. Aunque fue honrada con un favor especial, no se enorgulleció, sino que estuvo dispuesta a servir en la mesa, como cualquier sirvienta. Aquellos a quienes Cristo ha honrado deben ser humildes. Así, ella se dedicó a pensar en cómo podría devolver el favor. Es apropiado que aquellos a quienes Cristo ha sanado le sirvan como humildes siervos durante toda su vida.
La gente percibió el poder de Jesús, le llevaron a todos sus enfermos y contaron a sus familias, parientes y vecinos acerca del gran Salvador que vivía entre ellos. Y Él los sanó a todos. No rechazó a nadie, ni siquiera a los de fe pequeña e inmadura. Sin embargo, a Jesús le basta con una fe mínima para vencer los propósitos y actos malvados en nosotros y a nuestro alrededor.
Mateo menciona especialmente la llegada de muchos endemoniados para que Jesús los liberara del dominio de los espíritus malignos. Jesús es también el Señor de los espíritus y ellos están indudablemente sujetos a sus palabras. Vivimos ahora en tiempos de desobediencia, y necesitamos el poder de la palabra de Jesús para expulsar a los espíritus impuros de la mente y las almas de nuestros seres queridos. Podemos llevarlos a Él a través de nuestras oraciones constantes, creyendo en su capacidad para liberarlos.
Mateo encontró una interpretación del acto salvador de Cristo en la gran profecía de Isaías 53, donde leemos sobre el Siervo del Señor que ha llevado nuestras enfermedades y nos ha limpiado de nuestros pecados. “Ciertamente él cargó con nuestras enfermedades (…) Él fue traspasado por nuestras rebeliones y molido por nuestras iniquidades. Sobre él recayó el castigo, precio de nuestra paz y gracias a sus heridas fuimos sanados” (Isaías 53:4-5).
El misterio de los actos y milagros de Jesús radica en su amor y disposición a cargar con todas nuestras enfermedades y pecados en nuestro lugar. Sin embargo, ¿quién le agradece, le honra y cree fielmente en Él?
ORACIÓN: Padre nuestro que estás en los cielos, estamos enfermos del alma. Venimos a Ti confesando nuestras debilidades y pensamientos impuros. Por favor, perdónanos por ser culpables, límpianos de nuestras faltas y no permitas que los espíritus malignos habiten en nosotros. Responde también a nuestras oraciones por nuestros amigos y familiares. Expulsa de ellos a los espíritus que se oponen a Tu Espíritu Santo y llénalos de Tu amor puro. Conságranos para glorificar Tu nombre y ayúdanos con nuestros diversos problemas. Ayúdanos en el nombre de Cristo. Gracias por responder a nuestras oraciones. Amén.
PREGUNTA:
- ¿Qué implica la curación de la suegra de Pedro?