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11. La persecución del rey Agripa contra las iglesias de Jerusalén (Hechos 12:1-6)
HECHOS 12:1-6
1 En ese tiempo el rey Herodes hizo arrestar a algunos de la iglesia con el fin de maltratarlos. 2 A Jacobo, hermano de Juan, lo mandó matar a espada. 3 Al ver que esto agradaba a los judíos, procedió a prender también a Pedro. Esto sucedió durante la fiesta de los Panes sin levadura. 4 Después de arrestarlo, lo metió en la cárcel y lo puso bajo la vigilancia de cuatro grupos de cuatro soldados cada uno. Tenía la intención de hacerlo comparecer en juicio público después de la Pascua. 5 Pero, mientras mantenían a Pedro en la cárcel, la iglesia oraba constante y fervientemente a Dios por él. 6 La misma noche en que Herodes estaba a punto de sacar a Pedro para someterlo a juicio, este dormía entre dos soldados, sujeto con dos cadenas. Unos guardias vigilaban la entrada de la cárcel.
La situación cambió radicalmente en Jerusalén y Palestina en el año 41 d.C. Cuando Claudio llegó a ser César en Roma, Agripa, el nieto de Herodes el Grande medió entre él y el alto consejo romano para que entregaran las riendas del gobierno a Claudio, el comandante del ejército. Como recompensa por este servicio, el César concedió a Agripa, su amigo, el gobierno de toda Palestina. En esta ocasión, la autoridad del gobernante romano sobre los judíos terminó, y comenzó el dominio de un dictador oriental. Así, el orden y el derecho romanos fueron sustituidos por el desorden, la violencia y el despotismo de Agripa, el tirano.
Este nuevo rey intentó primero ganarse la confianza del alto consejo judío con sus setenta representantes. Aceptó el consejo de algunos de ellos, y arrestó a algunos de los ancianos y apóstoles cristianos. Los encarceló para ganarse con su hipocresía y afán al público del pueblo judío. Cuando observó que las multitudes no se oponían a su conducta, sino que algunas la aplaudían, llevó a Santiago, el hijo de Zebedeo, a la muerte, haciendo que le cortaran la cabeza con la espada, imitando a los romanos en sus juicios. No concedió a Santiago ninguna audiencia pública, sino que se comportó como quiso, según sus propios deseos.
Santiago era un seguidor de Juan el Bautista. Dejó al que estaba vestido de pelo de camello y llamaba al arrepentimiento, y siguió a Jesús a la alegría de las bodas de Caná. Después vio los milagros de su Señor, y creyó en el reino que iba a venir pronto que su madre le pidió a Jesús que le concediera que sus dos hijos, Santiago y Juan, se sentaran uno a su derecha y el otro a la izquierda, como ministros en su reino. Entonces Jesús preguntó a aquellos dos jóvenes si eran capaces de beber la copa de la ira de Dios que él iba a beber, y cuando, en su ignorancia, dijeron "sí", les confirmó que beberían aquella amarga copa. Pero sentarse a su derecha y a su izquierda no era algo que le correspondiera a él, sino a aquellos para los que está preparado por su Padre.
Santiago murió oprimido, y se convirtió en un mártir de Jesús, pues no murió por causas naturales, sino por ser apóstol, debido a la indignación de los judíos contra su espíritu activo. La segunda ola de persecución contra los cristianos comenzó derramando esta sangre inocente. Esta persecución no fue suscitada por una persona llena de celo por la ley, como era Saulo, sino por el rey indiferente que halagaba al pueblo.
Las direcciones del Señor en su reino son diferentes. Al principio, hubo un renacimiento espiritual y amor de la iglesia por el pueblo en Jerusalén al punto que el alto consejo no podía matar a los apóstoles. Pero vemos que el odio aumentó en la época de Esteban, pues hubo un alejamiento de los cristianos del pensamiento judío y abandono del Antiguo Testamento. Probablemente había informes en Jerusalén a modo de rumor de que los cristianos admitían a los gentiles en el pacto con Dios sin la circuncisión, lo que se consideraba una blasfemia abominable para los judíos.
El pueblo se alegró por el derramamiento de sangre de la mano del rey y, en consecuencia, el tirano se armó de valor tras esta respuesta popular y pretendió cortar la cabeza de este movimiento cristiano. Encarceló a Pedro, el más adelantado de los apóstoles. Estaba dispuesto a comenzar su juicio durante el tiempo de la Fiesta de los Panes sin Levadura para poder condenarlo ante todo el pueblo, y matarlo, y así darles el derecho de destruir a todos los cristianos. El rey dio órdenes de que Pedro fuera fuertemente custodiado por cuatro relevos de cuatro soldados, un pelotón por cada guardia de tres horas de la noche, pues el alto consejo le recordó cómo un ángel de Dios había liberado a los doce apóstoles. El rey estaba dispuesto a vencer a todos los ángeles y espíritus con su astucia y opresión. Así que mandó matar a Pedro a dos soldados. Su mano izquierda fue encadenada a la mano derecha de uno de los soldados, y su mano derecha a la mano izquierda del otro, para que no estuviera solo ningún segundo del día.
La iglesia sabía que el arresto de Pedro significaba la partición decisiva entre la existencia y la inexistencia de la iglesia cristiana en Palestina. Se reunían en continuas oraciones día y noche. La armadura del cristiano no es ni la espada, ni el soborno, ni la estratagema, sino sólo la oración. El brazo del Señor es su protección, su poder y su victoria. La oración insistente no es una fe entusiasta y rebelde, sino una confianza mezquina en la respuesta segura a cada palabra. No hay poder en la tierra más fuerte que la oración hecha en común de los cristianos.
Aunque Pedro sabía que le esperaba la muerte, dormía tranquilo, porque vivía en Cristo, y sabía que su vida estaba escondida con Cristo en Dios. Resucitó de entre los muertos cuando recibió el Espíritu Santo en la Trinidad, y vivió fielmente, permaneciendo en Cristo. El amor de su Señor le concedió la paz incluso en el momento de la muerte.
ORACIÓN: Te damos gracias nuestro Señor viviente, porque nos has concedido tu vida eterna, y has limpiado nuestras conciencias para que estemos seguros incluso en la hora de la muerte. Guárdanos de todo mal, guíanos según tu voluntad, y bendice a nuestros enemigos para que cambien, se regeneren, se arrepientan y reciban la vida eterna.
PREGUNTA:
- ¿Por qué el rey Agripa persiguió a los cristianos? ¿Cómo planeó esta persecución?