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JUÁN - La Luz Resplandece En Las Tinieblas
Estudio en el Evangelio de Cristo según Juán
PARTE 3 - La Luz Resplandece Entre Los Apóstoles (Juán 11:55 - 17:26)
B - Eventos Que Siguen A La Cena Del Señor (Juán 13:1-38)

4. Cristo predice la negación de Pedro (Juán 13:36-38)


JUÁN 13:36-38
36 —¿Y a dónde vas, Señor? —preguntó Simón Pedro. —Adonde yo voy, no puedes seguirme ahora, pero me seguirás más tarde. 37 —Señor —insistió Pedro—, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Por ti daré hasta la vida. 38 —¿Tú darás la vida por mí? ¡De veras te aseguro que antes de que cante el gallo, me negarás tres veces!

Pedro tenía el corazón turbado y no escuchaba lo que Jesús decía sobre el amor. Sólo era consciente de que su Señor les dejaba en un peligro envolvente en la persecución y la traición. Confiaba en sí mismo, en su sinceridad y en su determinación. Aseguró a Jesús que le seguiría por muy costoso que fuera el riesgo. No se dio cuenta de su impotencia y limitaciones, convencido de que podía cumplir sus jactancias. Ardía de celo por Jesús, dispuesto a luchar y morir por él.


C - Discurso De Despedida En El Aposento Alto (Juán 14:1-31)

1. Dios está presente en Cristo (Juán 14:1–11)


JUÁN 14:1-3
1 "No se angustien. Confíen en Dios, y confíen también en mí. 2 En el hogar de mi Padre hay muchas viviendas; si no fuera así, ya se lo habría dicho a ustedes. Voy a prepararles un lugar. 3 Y, si me voy y se lo preparo, vendré para llevármelos conmigo. Así ustedes estarán donde yo esté."

Los discípulos estaban perturbados por la noticia de que Jesús los dejaba y que no podían seguirlo hasta su destino. Jesús también predijo la negación de Pedro, mientras éste insistía en seguirle y se jactaba de su fuerte fe. Es posible que algunos discípulos hayan albergado la sensación de que se equivocaban al seguir a Jesús, que pronto se marcharía o incluso moriría. Jesús contrarrestó su pesimismo y tristeza con una orden firme. “Confíen plenamente en Dios, él es el fundamento firme en todo momento, es inconmovible cuando todo lo demás se tambalea. Él amonesta sus ansiedades. El miedo significa incredulidad. Su Padre celestial no les engaña ni les abandona. Esta es la victoria que vence al mundo: su fe.”

Jesús exige a sus seguidores la misma medida de fe, con confianza y oración, que merece su Padre. Él es uno con el Padre. Así como el Padre garantiza nuestro futuro, el Hijo ofrece su seguridad. En el Hijo el Padre estuvo presente en el mundo. Su amor merece nuestra confianza. Su verdad es sólida como una roca.

Por ello, reveló a sus discípulos algo de lo que ocurriría después de su muerte y ascensión. Con Dios hay una mansión más grande y más fina que cualquiera de las que poseen los ricos en las ciudades o en el campo. El palacio de Dios en las alturas se asemeja a una vasta ciudad, lo suficientemente amplia como para albergar a todos los santos en todas partes y en todo momento. Aunque ahora vivas en una tienda o en una cabaña, no estés triste. En el palacio de tu Padre hay muchas habitaciones y espaciosas moradas. Él ha preparado para ti un hogar limpio, cálido y bien iluminado. Se te pide que habites cerca de tu Padre para siempre.

Dios mismo ama a los creyentes en Cristo y ha preparado un lugar para ellos. Cuando Jesús regresó al cielo, examinó estas mansiones y aumentó los preparativos. Pero también decidió venir a nosotros; no pretende estar lejos de nosotros. Vuelve para atraer a sus seguidores hacia sí. Los ama como un novio ama a su novia, por eso pretende presentar a su Iglesia, la Esposa, ante su Padre, no sólo para ser presentada a su Padre, sino para ser como Él en la familia celestial. Estaremos siempre con él, guardados en su protección, jubilosos de su bondad.

JUÁN 14:4-6
4 "Ustedes ya conocen el camino para ir adonde yo voy." 5 Dijo entonces Tomás: —Señor, no sabemos a dónde vas, así que ¿cómo podemos conocer el camino? 6 —Yo soy el camino, la verdad y la vida —le contestó Jesús—. Nadie llega al Padre sino por mí.”

Jesús dijo a sus discípulos: "Ustedes saben a dónde voy y conocen el camino hacia Dios". Tomás respondió: "¿Cómo sabemos ese camino, si no sabemos a dónde vas en un futuro próximo?". En su tristeza no podía ver la meta lejana. El miedo le había sacudido y había perdido el sentido de orientación.

Jesús le tranquilizó con dulzura: "Yo soy el camino hacia Dios, mi amor y mi verdad son la verdadera Ley que conduce a los cielos. Yo soy la norma para la humanidad por la que Dios te juzgará. No te midas con los criterios humanos de la ignorancia. Mantente en el camino que lleva a Dios. Ven a mí y compárense conmigo, descubrirás que no eres más que un pecador corrupto".

Cristo no te empuja de miedo en miedo, de desesperación en desesperación. Cuando llegas a los puntos más bajos de tu vida, él extiende su mano para salvarte, diciendo: "Ahora te doy una nueva verdad, la vieja ha quedado atrás. He muerto por ti y he realizado un Nuevo Pacto por gracia. Tus pecados están perdonados, pues tu fe te ha salvado. Aférrate a mí para permanecer en la realidad de la adopción. En mí recibirás la verdad acercándote a Dios. Sin mí perecerás".

Puedes decir: "Oigo todo esto, pero me falta fe, poder, oración y santidad". Jesús responde: "Yo te doy la vida eterna y yo soy la fuente de vida. Apóyate en mí con fe y recibirás el Espíritu Santo, en quien encontrarás una vida abundante". Quien confía en Cristo vive para siempre. No te alejes de él, pues es tu vida. O permaneces muerto en tus pecados o vivo en Cristo. No hay camino intermedio. Cristo es la vida del creyente.

Todos los que están unidos a Cristo, están ante Dios y lo ven como un Padre compasivo. Ninguna religión, filosofía, ley o ciencia te acercará a Dios. Sólo Cristo, el Hijo de Dios, puede hacerlo; en él el Padre está ante ti. Jesús es la revelación perfecta de Dios. Nadie conoce al Padre sino por él. Tenemos el privilegio de conocer a Dios. Nos acercamos a Él, porque Cristo es amor y nos ha hecho hijos de Dios.

JUÁN 14:7
7 "Si ustedes realmente me conocieran, conocerían también a mi Padre. Y ya desde este momento lo conocen y lo han visto."

Los hijos de este mundo están lejos de Dios a causa de sus pecados. Ningún hombre puede conocer a Dios por sí mismo. Nadie ha visto a Dios, sino su Hijo unigénito que está en el seno del Padre. Él nos dice: Si me conocieran, conocerían también al Padre. Pero ellos no lo conocieron. El conocimiento no significa sólo comprensión y ciencia, sino transformación y renacimiento. El conocimiento de Dios se encarna en nosotros, se manifiesta en la vida. No te engañes, los estudios religiosos no significan conocer a Dios. Lo que sí es ceder a la luz que ilumina el evangelio. Serás cambiado y te convertirás en una luz.

En la hora de la traición, Jesús dijo sorprendentemente a sus discípulos: "Desde ahora me conocen. No soy sólo el conquistador omnipotente, sabio y glorioso, sino también el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. En mi muerte expiatoria Dios se revela como Padre reconciliador, pues no castigará su pecado con ira ni les destruirá, sino que me castigará a mí, su Hijo, para que sean liberados y cambiados a la santidad, entrando en la comunión como hijos suyos."

En la cruz, Dios se manifiesta como Padre. El Exaltado no está lejos, sino que es amor, misericordia y redención. “Dios es su Padre personal. Ustedes son los que creen en mí y sólo ustedes conocen la verdad sobre Dios. Este conocimiento los transformará para llegar a ser en su conocimiento práctico, admirables en conducta y virtudes.”

JUÁN 14:8-9
8 —Señor —dijo Felipe—, muéstranos al Padre y con eso nos basta. 9 —¡Pero, Felipe! ¿Tanto tiempo llevo ya entre ustedes, y todavía no me conoces? El que me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo puedes decirme: “Muéstranos al Padre”?’

Cuando Jesús dijo: "El que me ha visto a mí ha visto al Padre." Felipe se sorprendió y estuvo a punto de decir: "No, no lo hemos visto", pero se avergonzó de la majestuosidad de su Señor. En cambio, pronunció las palabras: "Señor, muéstranos al Padre y con eso basta". Esta respuesta muestra que había captado el misterio de Jesús y su poder. Ese secreto depende de su unión con el Padre. Si tenía que dejarlos, bastaba con mostrarles al Padre, aunque fuera un momento, para que fueran comisionados como él y custodiados en el poder del Omnipotente. Entonces conocerían y verían el lugar de Dios y recibirían la autoridad sobre las personas, el poder de curar y echar demonios.

Pero con esa petición, Felipe confesó que aún no conocía al Padre ni al Hijo. No reconoció la divinidad y la verdad. Jesús no lo reprendió, sino que fue misericordioso, y en su última noche anunció la gran verdad: "El que me ha visto a mí ha visto al Padre". Con esta crucial palabra, Jesús rasgó el velo que había ante estos discípulos. No hay visiones ni sueños que revelen la verdad sobre Dios; sólo la persona de Jesucristo. Él no era simplemente un personaje importante, sino que en él veíamos a Dios mismo. Hoy puedes tener una visión de Dios si ves a Jesús y lo reconoces. Tomás también escuchó estas palabras y no captó su importancia. Pero después de la resurrección de Jesús se derrumbó ante su Maestro y gritó: " ¡Señor mío y Dios mío!".

JUÁN 14:10-11
10 "¿Acaso no crees que yo estoy en el Padre, y que el Padre está en mí? Las palabras que yo les comunico, no las hablo como cosa mía, sino que es el Padre, que está en mí, el que realiza sus obras. 11 Créanme cuando les digo que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí; o al menos créanme por las obras mismas."

Puede ser posible que un discípulo memorice el evangelio y vea a Jesús débilmente, pero no se dé cuenta de su esencia, si no tiene un cambio de corazón a través del Espíritu. Jesús atrajo a Felipe con una pregunta a una fe más profunda en su deidad: “¿Acaso no crees que yo estoy en el Padre, y que el Padre está en mí? La razón de mi vida es glorificar al Padre. Yo estoy en el Padre. El Padre está en mí corporalmente. La plenitud de la deidad está presente en mí. He nacido del Espíritu Santo y he vivido entre ustedes sin pecado. Lo conozco desde la eternidad, y este conocimiento se encarnó en mí. En mí revela su bondad paternal y su total misericordia".

"Tengo pruebas para este testimonio: Mis palabras autorizadas y mis obras divinas. Si te cuesta tener fe en la presencia del Padre en mí, escucha mis palabras, con las que el Padre habla a través de mí. Estas palabras te conceden vida, poder y audacia. Si no entiendes mis palabras, mira mis obras; Dios mismo actúa entre ustedes con señales del cielo. Él te salva por medio de mí, a ti que estás perdido. Ahora verás en la hora de mi crucifixión la mayor de las obras de Dios, reconciliando a la humanidad consigo mismo por mi muerte. Abre los ojos, no te tapes los oídos. Reconocerás a Dios en el Crucificado. Este es el verdadero Dios que no te condenará, sino que te salvará".

ORACIÓN: Señor Jesucristo, por gracia digo: "¡Señor mío y Dios mío!" Perdona mi incredulidad y mi falta de amor. Abre mis ojos espirituales a tu Espíritu Santo para que pueda ver al Padre en ti y ser transformado en su amor, para que tu conocimiento redunde en vida y no en muerte. Revela la esencia de tu gloria a los incrédulos para que obtengan una nueva vida por la fe.

PREGUNTA:

  1. ¿Cuál es la relación entre Cristo y Dios el Padre?

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