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a) Jesús al otro lado del Jordán (Juán 10:40 – 11:16)
JUÁN 11:11-16
11 Dicho esto, añadió: —Nuestro amigo Lázaro duerme, pero voy a despertarlo. 12 —Señor —respondieron sus discípulos—, si duerme, es que va a recuperarse. 13 Jesús les hablaba de la muerte de Lázaro, pero sus discípulos pensaron que se refería al sueño natural. 14 Por eso les dijo claramente: —Lázaro ha muerto, 15 y por causa de ustedes me alegro de no haber estado allí, para que crean. Pero vamos a verlo. 16 Entonces Tomás, apodado el Gemelo, dijo a los otros discípulos: —Vayamos también nosotros, para morir con él.
Lázaro fue descrito por Jesús como "nuestro amado". A menudo, Jesús y sus discípulos habían sido huéspedes en casa de Lázaro. Por tanto, era amigo de todos los discípulos. Podemos decir, pues, que Lázaro como "amado de Jesús" es paralelo al título de Abraham como “Amigo de Dios”.
Jesús aplica el término "sueño" a la muerte, para subrayar el hecho de que la muerte no es el fin de la vida. Nuestros cuerpos perecen, pero nuestras almas persisten. Nuestro descanso hoy está en el Señor por la fe. Estamos satisfechos y descansamos en su vida, y observaremos el despertar de nuestro Salvador en la resurrección. Viviremos para siempre.
"Voy a despertarlo", dijo Jesús con seguridad. No dijo: "Vamos a orar para saber qué quiere Dios que hagamos y cómo vamos a consolar a la familia". No, Jesús estuvo conversando con su Padre durante dos días, antes de que le llegara la noticia de la muerte de su amigo. Estaba seguro de que la resurrección de Lázaro precedería a su propia resurrección gloriosa. Esto era para fortalecer la fe de sus seguidores y demostrar a sus enemigos que sólo él era el Mesías. Luego añadió de forma contundente: "Voy a resucitarlo", como si una madre dijera: "Voy a despertar a mi hijo; es hora de ir a la escuela". Jesús no muestra ninguna duda, era la vida misma y el Señor por sobre la muerte. La fe en Jesús nos libera de todo temor y nos confirmará en vida.
Los discípulos no comprendieron el significado de la victoria de Cristo en ese momento. Imaginaban que Lázaro estaba dormido, por lo que no había razón para ir a despertarlo. Más aún cuando se arriesgaban a morir a manos de los judíos.
Entonces Jesús habló con franqueza de la muerte de Lázaro, diciendo: "Ha muerto". Esta noticia inquietó a los discípulos, pero Jesús los tranquilizó diciendo: "Me alegro". Esta es, pues, la respuesta del Hijo de Dios a la muerte. Él ve la victoria y la resurrección. La muerte no es motivo de lamento, sino de alegría, pues Jesús asegura a sus seguidores la vida. Él es la vida, quien cree en él participa de su vida. Jesús continuó: "Me alegro por ustedes de no haber estado presente en su muerte y de no haberle curado en el acto.” Esta es la señal del fin de cada persona. Sin embargo, la fe en él inicia una nueva vida. "Vayamos hacia él". Esta ida indica lágrimas y lamentos para la humanidad, pero para Jesús habla de resurrección. Damos gracias a Dios porque Jesús dirá, cuando estemos en la tumba: "Vamos a él". Su venida a nosotros significará libertad, vida y luz.
Tomás, el apóstol, amaba a Jesús y era valiente. Cuando se dio cuenta de la decisión de Cristo de ir hacia el cadáver, sin darse cuenta de que el objetivo de Cristo era quitarlo de su tumba, Tomás se dirigió a sus compañeros y dijo con firmeza: "No dejaremos solo a Jesús; amamos a nuestro Señor y le acompañaremos hasta la muerte. Todos estamos ligados a él". Tomás subrayó así su lealtad hasta el final.
PREGUNTA:
- ¿Por qué Jesús avanzó victorioso para rescatar a Lázaro?