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4. Jesús ofrece a la gente la posibilidad de elegir: "¡Acepten o rechacen!" (Juán 6:22-59)
JUÁN 6:34-35
34 —Señor —le pidieron—, danos siempre ese pan. 35 —Yo soy el pan de vida —declaró Jesús—. El que a mí viene nunca pasará hambre, y el que en mí cree nunca más volverá a tener sed.
Jesús despertó en sus oyentes el hambre del pan de Dios y los liberó de la esclavitud de la salvación por medio de las obras. Creó en ellos una preocupación por la salvación, preparándolos para recibir el don de Dios; explicó la necesidad de la fe en su persona.
Ante esto, la muchedumbre se puso de acuerdo con un entusiasmo superficial diciendo: "Tú, el dador del pan divino, danos siempre este don único, para salvarnos del trabajo. Confiamos en ti, llénanos de vida eterna, danos de tu poder". Seguían pensando en términos de pan terrenal, pero al menos sabían que el don de Dios era único.
Jesús no rechaza ningún acercamiento que se le haga. Dejó claro que él era principalmente el pan de Dios para todo el mundo, no el proveedor de alimentos. Él, en su persona, proporcionaba los componentes de la vida eterna. Insinuó: "Sin mí no encontrarán la vida eterna. Yo soy el don de Dios para ustedes; sin mí permanecerán en la muerte".
"Como el pan entra en ustedes y proporciona la energía para vivir, así quiero entrar en vosotros, para revivir sus mentes y conciencias, para que puedan vivir en el Espíritu. Sin mí no pueden hacer nada. Me necesitan cada día. Yo me doy a ustedes gratuitamente. No tienen que pagar nada. Sólo permítanme entrar en sus corazones". Hermano, necesitas a Cristo. Leer sus palabras o entender sus pensamientos no es suficiente. Lo necesitas personalmente. Él es tan esencial para ti como la comida y el agua de cada día. Depende de ti recibirlo o perecerás.
Te puedes preguntar: ¿cómo entra en el núcleo de mi ser? Él responde: Deja que tu corazón me anhele, acércate a mí y recíbeme con agradecimiento, cree en mí. La venida de Jesús a nuestro corazón se realiza por la fe. Agradece a Jesús porque es un regalo de Dios para ti que se entrega gratuitamente; alábale con alegría porque está dispuesto a habitar en ti. Él vendrá si se lo pides con convicción. Suplícale que permanezca en ti para siempre.
Entonces Jesús te asegurará: "Porque me has recibido, permaneceré en ti y saciaré tu hambre de vida". No discutas más las religiones del mundo y sus filosofías sobre cuál de ellas es la correcta. No recurras a cualquier pantano para beber de él. Yo te proporcionaré poder, sentido y paz".
JUÁN 6:36-40
36 "Pero, como ya les dije, a pesar de que ustedes me han visto, no creen. 37 Todos los que el Padre me da vendrán a mí; y al que a mí viene, no lo rechazo. 38 Porque he bajado del cielo no para hacer mi voluntad, sino la del que me envió. 39 Y esta es la voluntad del que me envió: que yo no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite en el día final. 40 Porque la voluntad de mi Padre es que todo el que reconozca al Hijo y crea en él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final.”
Jesús ya había dado gratuitamente a los galileos el pan de la gracia. Contemplaron a Jesús con una autoridad radiante. Tal constatación no se convirtió en convicción, ni les hizo avanzar al punto de confesar su fe. Seguían oscilando con incertidumbre. Les gustaba Jesús, pero como el Señor del pan y dudaban en confiar en él como persona. No lo aceptaban con gratitud.
Así como lo hizo en Jerusalén, Jesús les afirmó el motivo por la que ellos se separarían de él. ¿Por qué mucha gente no confía en Jesús? Curiosamente, Jesús no les dice abiertamente: "La culpa es de ustedes", sino que les señala al Padre y les muestra cómo la fe se edifica por la acción divina.
Jesús no desea ganar a nadie con trucos o meros argumentos; es Dios quien le ofrece a Jesús a los pecadores, ya que conoce la verdad sobre ellos y el grado de disposición que tienen para arrepentirse y convertirse. Sólo los que son atraídos por el Espíritu serán atraídos a Jesús. A Cristo no le disgustan los mentirosos, los adúlteros, los ladrones, siempre que vengan a él como penitentes. No ha rechazado a nadie que se haya acercado a él, ni siquiera a sus enemigos. Se apiadó de ellos y les ofreció la salvación.
Cristo no vivió para sí mismo ni planificó su vida por deseos personales. Descendió para cumplir la voluntad de su Padre y para cumplir perfectamente los propósitos de su amor, para salvar a todos los que están dispuestos a ser salvados y para guardar a los creyentes que están dispuestos a permanecer en él. Su generosidad y su poder salvador son magnánimos. Ni la muerte, ni Satanás, ni el pecado pueden arrebatar a los que están en sus manos. En su misericordia, resucitará a sus seguidores en el día del juicio para vida eterna.
¿Conoces la voluntad de Dios? Él quiere que mires a su Hijo, lo conozcas y confíes en él. Él es nacido del Espíritu, lleno de gracia y de verdad. Luego quiere que te unas al Salvador, a todos los creyentes en una alianza eterna e indisoluble; así se cumplirá el propósito de Dios para ti. Un creyente recibe instantáneamente la vida eterna por el Espíritu Santo que entra en tu frágil cuerpo. Tu fe en Jesús asegura esta vida eterna en ti, esta vida que se manifiesta en amor, gozo, paz y mansedumbre. La vida de Dios en ti es interminable. La etapa final de la voluntad de Dios es que Jesús te resucite de entre los muertos. Esta es la gran esperanza de los creyentes, entonces aparecerá el clímax de la vida que te ofrece el Hijo: la gloria de su Hijo y el resplandor de su amor.
ORACIÓN: Te adoramos, Padre, Hijo y Espíritu Santo. No estás lejos de nosotros. Pero viniste a nosotros cuando las multitudes te rechazaban. Nos iluminaste para verte y recibirte como el verdadero pan. Gracias por no rechazarnos. Has saciado nuestras almas hambrientas y nos elevarás a la bienaventuranza eterna y a las alabanzas del gozo eterno.
PREGUNTA:
- ¿Qué significa "Pan de Vida"?