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Home -- Spanish -- John - 014 (Testimonies of the Baptist to Christ)

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JUÁN - La Luz Resplandece En Las Tinieblas
Estudio en el Evangelio de Cristo según Juan
PARTE 1 - El Resplandor De La Luz Divina (Juán 1:1 - 4:54)
B - Cristo Guía A Sus Discípulos De La Esfera Del Arrepentimiento A La Alegría De Las Bodas (Juán 1:19 - 2:12)

2. Más testimonios conmovedores del Bautista a Cristo (Juán 1:29-34)


JUÁN 1:29-30
29 Al día siguiente Juan vio a Jesús que se acercaba a él, y dijo: «¡Aquí tienen al Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo! 30 De este hablaba yo cuando dije: “Después de mí viene un hombre que es superior a mí, porque existía antes que yo”.

Cuando los delegados regresaron a Jerusalén, siguieron despreciando al Bautista. Hasta ese momento él había creído que Cristo iba a ser un reformador para purificar a su pueblo, trillando su trigo; Cristo como un Señor airado, con hacha en mano cortando todo árbol enfermo. De esa forma, la llegada de Cristo anunciaría el Día de la Ira. Cuando dijo: "El Mesías está entre nosotros", los discípulos se veían molestos reviviendo sus pecados. Esperaban que el rayo del juicio cayera sin previo aviso.

Cristo, el joven de treinta años, se acercó al Bautista y le pidió con calma el bautismo. Esta humildad del Señor impactó al Bautista, que se contuvo pidiendo que Jesús lo bautizara y perdonara sus pecados. Jesús, sin embargo, insistió en el bautismo para cumplir con lo que es justo.

Fue entonces que Juan se dio cuenta de que el Santo no había venido a destruir a la humanidad, sino a cargar con su pecado. Aceptó el bautismo como representante de la humanidad. La venida del Señor no iba a cumplirse con la ira, sino con la reconciliación y el perdón. Al situarse a los límites del Antiguo Pacto, el Bautista percibió la profundidad del Nuevo Pacto en el amor de Dios. Este cambio radical revolucionó sus concepciones.

Al día siguiente, cuando Jesús se apareció, Juan señaló a Jesús diciendo: "¡Mira y date cuenta, abre los ojos, es él!". No hubo un rayo ni legiones de ángeles, sino que el Verbo se vertió como agua para que todos la experimentaran. Este joven es el largamente esperado, el Señor mismo, la Esperanza del mundo.

Juan ya no quería que las multitudes que le rodeaban se aferraran al concepto más antiguo del Mesías, basado en los triunfos políticos y la estrategia militar.

Este era el Cordero de Dios, no el esperado León de Judá, poderoso y victorioso, sino manso y tierno.

Lleno del Espíritu, Juan anunció: "Este Jesús carga con el pecado del mundo. Ha elegido ser el Cordero de Dios, símbolo de los antiguos ritos de sacrificio. Es digno de ser el Sustituto de todos los hombres. Su amor es poderoso y eficaz. Es el Santo y lo sigue siendo mientras carga con los pecados de todos". El que era sin pecado se hizo pecado por nosotros, para convertirse en la justicia de Dios en Cristo.

El testimonio del Bautista es una cumbre del Evangelio, el núcleo de la Biblia. Tomó conciencia de que la gloria de Cristo era su sufrimiento por nosotros. La salvación por medio de Cristo es global e inclusiva para todos, para todas las razas, rojos, amarillos, blancos y negros, morenos y rubios. Abarca a los de ojos brillantes y opacos, a los ricos y a los pobres, a los ancianos y a los jóvenes; sirve para el pasado, el presente y el futuro. Su muerte expía todos los pecados. Su expiación sustitutiva es perfecta.

Desde el primer día de su venida como Cordero sufrió los efectos del mal, pero no expulsó a los viles ni despreció a los soberbios, sino que los amó. Conoció la extensión de su esclavitud y estuvo dispuesto a morir por nosotros.

A sus oyentes, el Bautista les proclamó que el Cordero de Dios les había quitado la ira de Dios. Él es la víctima, el cordero que muere en su lugar. Tal vez los presentes se preguntaban cómo un hombre podía cargar con la pena por todos. Las palabras de Juan les abrieron los ojos, pero la cruz aún no estaba clara para ellos. Un extraño acontecimiento iba a cumplir el plan de Dios en Cristo.

Nuevamente el Bautista repitió que Jesús debía perfeccionar esta salvación, porque era el Señor eterno, "es superior a mí, porque existía antes que yo". La gloria de Cristo era grande, pero su amor en la cruz reveló el núcleo de esta gloria. El evangelista confiesa: "Vimos su gloria; colgado en la cruz en la aflicción, reveló así la medida del amor que nos libera".

ORACIÓN: Oh Santo Cordero de Dios que llevas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros. Oh Hijo eterno de Dios, encarnado, perdona nuestros pecados. Oh humilde nazareno que no te avergonzaste de nuestros pecados, te adoramos, porque nos amaste y nos hiciste completos en ti en la cruz. Te amamos y te damos gracias, porque no viniste como juez, sino como Cordero. Creemos en ti, porque quitaste los pecados de todos los pueblos de la tierra. Concédenos sabiduría para decir a los demás que tú los has redimido.

PREGUNTA:

  1. ¿Qué significa "Cordero de Dios"?

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