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HECHOS - En La Procesión Triunfal De Cristo
Estudios sobre los Hechos de los Apóstoles
PARTE 2 - Informes Sobre La Predicación Entre Los Gentiles Y La Fundación De Iglesias Desde Antioquía Hasta Roma - A Través Del Ministerio De Pablo, El Apóstol Comisionado Por El Espíritu Santo (Hechos 13 - 28)
E - El Encarcelamiento De Pablo En Jerusalén Y En Cesarea (Hechos 21:15 - 26:32)

4. La defensa de Pablo ante sus compatriotas (Hechos 22:1-29)


HECHOS 22:9-16
9 Los que me acompañaban vieron la luz, pero no percibieron la voz del que me hablaba. 10 “¿Qué debo hacer, Señor?”, le pregunté. “Levántate —dijo el Señor—, y entra en Damasco. Allí se te dirá todo lo que se ha dispuesto que hagas”. 11 Mis compañeros me llevaron de la mano hasta Damasco porque el resplandor de aquella luz me había dejado ciego. 12 »Vino a verme un tal Ananías, hombre devoto que observaba la ley y a quien respetaban mucho los judíos que allí vivían. 13 Se puso a mi lado y me dijo: “Hermano Saulo, ¡recibe la vista!” Y en aquel mismo instante recobré la vista y pude verlo. 14 Luego dijo: “El Dios de nuestros antepasados te ha escogido para que conozcas su voluntad, y para que veas al Justo y oigas las palabras de su boca. 15 Tú le serás testigo ante toda persona de lo que has visto y oído. 16 Y ahora, ¿qué esperas? Levántate, bautízate y lávate de tus pecados, invocando su nombre”.

Al llegar a las puertas de Damasco, los compañeros de Saulo vieron la hermosa gloria de Cristo, pero no reconocieron al resucitado vivo, cuya luz era superior al resplandor del sol, ni oyeron su voz. Es probable que, del mismo modo, en la resurrección de los muertos, sólo los creyentes elegidos lo verán verdaderamente y entenderán su voz, porque están acostumbrados al espíritu de su amor, y la vida de Cristo está firme en ellos, mientras que los incrédulos y los superficiales desesperarán de su gloria que los juzgará. Sólo oirán su voz en el trueno del juicio.

En la transfiguración de Cristo, Pablo dejó inmediatamente su propia justicia que se basaba en las obras de la ley, y creyó en Cristo el Señor y en su gracia. El Señor lo envió a Damasco para examinar su fe, a fin de que oyera allí la voluntad fundamental de Dios, y conociera el favor peculiar que el Señor Jesús le había designado, justificado aun siendo un criminal, abriendo ante él un servicio santo entre los gentiles.

Cristo eligió a un hermano sencillo de entre los creyentes para romper el orgullo del educado y experto de la ley. Ananías era un creyente de origen judío y miembro de la familia de Dios por su fe en Cristo. Se acercó, en nombre de su Señor, a Pablo y medió para devolverle la vista. De repente, el ciego Saulo pudo ver. La gloria de Cristo le había cegado, pero el Espíritu Santo se sirvió de su negra y profunda oscuridad y estableció en él el arrepentimiento y la fe hasta que recuperó la vista por la imposición de manos de Ananías y resultó lleno del Espíritu Santo. Pablo vio primero a un hermano en Cristo, a través del cual descubrió al Dios de la Iglesia en el que habita su Espíritu, que es el misterio de nuestra época.

Sin embargo, Cristo no abrió nuestros ojos espirituales para nuestro propio disfrute, sino para que reconozcamos la voluntad de Dios y nos convirtamos para seguir sus caminos. Pablo oyó decir a Ananías que el Dios de Abraham, Isaac y Jacob había elegido al maestro de la ley asesino para que reconociera de nuevo el corazón de la voluntad de Dios y lo revelara al mundo. ¿Cuál es la voluntad original de Dios? No es más que nuestro reconocimiento de Jesús como el justo y santo nacido del Espíritu Santo, y nuestra creencia en la encarnación de nuestro Dios. ¿Has abierto los ojos? ¿Reconociste en la persona de Jesús la bondad divina, y su manso amor, su paciencia al soportar la cruz, y su gloria en el presente? Estudia la vida de Jesús para que le conozcas y oigas su voz, pues nuestro Señor no está muerto, sino vivo, hablando, consolando e invitando. No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de alianza Dios. Escucha la voz del Salvador para que te confirme en su pacto y en su comunión, y llegues a ser un santo según su imagen.

Entonces te convertirás en un humilde testigo de la voluntad de Dios, que se hace visible en la persona de Jesús. Para ti, el Nazareno no es un hombre corriente, sino un Señor poderoso al que has conocido en el Evangelio, al que ves en su carácter, al que conoces en la certeza del Espíritu Santo y a cuya guía diaria obedeces. Sé consciente de que has sido elegido por tu Señor para ser testigo de Él, para declarar a todos los hombres quién es, qué hizo y cómo salva a las personas hoy. Esta es la voluntad principal de Dios: proclamar a Jesús el Señor mediante testimonio a todos los hombres.

Ananías no dio tiempo a Pablo para filosofar, sino que pronto extendió ante él la voluntad principal de Dios, y puso en su boca el testimonio de la gracia. Esta obra divina requiere acción y no imaginación. Sin embargo, todavía había prevención en la vida de Pablo que son sus pecados. Sus pecados eran muchos debido a su ignorancia fanática, su enemistad con Dios, y su matanza de gente inocente. Pero Jesús borró todos estos pecados en la cruz. Esté seguro, querido hermano, que la sangre de Cristo lavó todos tus pecados completamente. Antes de su nacimiento, Pablo fue justificado por la gracia. Sin embargo, él tuvo que aceptar esta verdad, creer en su justificación que le fue ofrecida, y declarar esta decisión a través del bautismo. El educado maestro de la ley tuvo que morir por sí mismo en el símbolo del bautismo, y confesar su necesidad de purificación completa buscando su salvación sólo en Cristo, y entregándose a Él incondicionalmente.

Querido hermano, ¿ya te has bautizado? ¿Dejaste tu vieja vida, y entraste decidida y firmemente en las extensiones de Cristo? Eres justo gracias a la cruz. Cree en tu salvación que fue consumada en Cristo, y acepta el significado de tu bautismo. Eres aceptado al Dios santo por la muerte e intercesión de Cristo. Ruega hoy a tu Señor que vivas para siempre.

ORACIÓN: Oh Señor Jesucristo, te doy gracias porque has borrado completamente mis pecados. Confieso ante ti mis faltas y malas acciones, y te pido que no me rechaces de tu presencia, sino que reveles tu imagen ante mis ojos para que pueda ser regenerado y admitido en tu comunión en el símbolo de mi bautismo.

PREGUNTA:

  1. ¿Cuál es la esencia de la voluntad de Dios?

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