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9. El comienzo de la predicación entre los gentiles mediante la conversión de Cornelio, el centurión (Hechos 10:1 - 11:18)
HECHOS 10:9-16
9 Al día siguiente, mientras ellos iban de camino y se acercaban a la ciudad, Pedro subió a la azotea a orar. Era casi el mediodía. 10 Tuvo hambre y quiso algo de comer. Mientras se lo preparaban, le sobrevino un éxtasis. 11 Vio el cielo abierto y algo parecido a una gran sábana que, suspendida por las cuatro puntas, descendía hacia la tierra. 12 En ella había toda clase de cuadrúpedos, como también reptiles y aves. 13 —Levántate, Pedro; mata y come —le dijo una voz. 14 —¡De ninguna manera, Señor! —replicó Pedro—. Jamás he comido nada impuro o inmundo. 15 Por segunda vez le insistió la voz: —Lo que Dios ha purificado, tú no lo llames impuro. 16 Esto sucedió tres veces, y en seguida la sábana fue recogida al cielo.
Pedro oraba mucho. Sin oraciones espirituales no hay revelación. La oración y la lectura de la Biblia son como encender una radio y sintonizarla a la señal requerida. Si no estás sintonizado con el Espíritu del santo Dios de manera voluntaria y correcta, nunca escucharás la voz de Dios, ni sentirás sus favores, ni experimentarás su guía. Pero el que estudia la Biblia en oración se comunica con Dios.
Pedro y Cornelio oraban regularmente todos los días. Sus días y sus trabajos estaban entretejidos con oraciones. ¿Organizas tu vida de oración? Tus continuas oraciones y tu asidua lectura de la Santa Biblia son más importantes que tu alimentación para proveer a tu cuerpo de alimento y fuerza, pues tu alma tiene hambre de Dios y de su justicia, y sed de respiración, nutrición y vida. Así que no te desprecies a ti mismo, sino cada día con regularidad ábrete al Espíritu de Dios en el Evangelio para que recibas gracia sobre gracia. Pedro vio el cielo abierto. Pensó en la comida material, pues después de muchas oraciones le entró hambre y quiso comer algo. Mientras la comida era preparada por la casa, y el dulce olor de la comida ascendía hasta el techo de la casa, Pedro oró y esperó. Dios empleó el hambre severa que sentía su siervo. Lo llevó a una visión, y le mostró el cielo abierto al mediodía. De repente, Pedro vio una gran sábana que bajaba del cielo hasta tocar la tierra. Pensó que encontraría en ella algunos tesoros, o comida deliciosa, o frutas, pero desgraciadamente, sólo encontró escorpiones, serpientes, lagartos, camaleones, tortugas, cangrejos, y miles de otros animales e insectos que eran considerados impuros para los judíos. Se estremeció y sintió asco ante sus feas formas y figuras. ¿Comprendió el significado de ver estos animales impuros? Son como los hombres. De hecho, somos impuros, y cuando Dios nos mira siente asco ante nuestros hechos abominables, nuestro adulterio y nuestros pensamientos orgullosos. ¿Te ha golpeado tu conciencia alguna vez por tu impureza y tu malvado corazón?
Inmediatamente el vidente oyó una voz que le decía: "¡Levántate, Pedro; mata y come!" Dios quiere que superemos nuestro sentimiento inicial para que estemos en armonía con su divina complacencia. Pero Pedro se opuso a la voluntad del Señor incluso en el trance, alegando que el propio Santo había impedido a los judíos, en su ley, comer nada impuro o sucio, como muestra de su abstención de todos los pecados y formas de un pecado. Pedro no estaba dispuesto a pecar y ensuciarse, y rechazó de plano esta oferta, que le pareció una tentación para no ensuciarse. ¿Y qué hay de ti? ¿Cómo te opones a toda tentación de pecar, incluso en tu sueño, o en tu trance? Bendito seas si odias el pecado con todo tu corazón para que el Espíritu Santo te fortalezca, te guíe y te muestre un camino para salir de la tentación.
Dios no quería que Pedro comiera animales venenosos, pero le pidió que obedeciera incondicionalmente para romper su posición ante la ley. El Altísimo no obligó a Pedro a no temer el pecado, sino a aprender a amar a los pecadores. El pecado sigue siendo malo, pero el Santo ama a los pecadores. Sin duda, los hombres son malvados, impuros y rechazados por el Espíritu de Dios como lo eran aquellos animales, que Pedro vio, arrastrándose y moviéndose en la gran sábana. ¡Conócete a ti mismo con exactitud! ¿Te pareces a un ángel o a un animal? ¿Tienes buenas intenciones, o más bien malas? El corazón del hombre es malo desde su juventud.
Sin embargo, Dios no destruyó a los que llevaban su imagen, sino que limpió en principio a todos los hombres. La sangre de su Hijo hizo una redención que supera nuestra comprensión. Todos los hombres están limpios a los ojos de Dios a pesar de sus pecados, porque él reconcilió al mundo consigo mismo en el que fue crucificado. Por tanto, no hagas más estrecha la salvación. ¿Conoces a alguien que sea asesino, corrupto, adúltero, soberbio o conspirador? Ten en cuenta que Jesús ha llevado sus pecados en la cruz, los ha expiado y ha borrado completamente sus iniquidades. Pero este pecador no ha conocido todavía la gracia, que está preparada para él a través de este perdón y expiación. No olvides que Dios mira a todos los hombres por igual. Desde el momento en que la sangre de Cristo fluyó en la cruz de Getsemaní, el Santo considera a todo hombre como limpio y santo. El Espíritu Santo mostró a Pedro esta visión tres veces, pues la mente natural y el sentido humano consideran imposible que lo corrupto sea sano, y que lo malo sea bueno. Sin embargo, Dios es paciente. Confirmó al embotado Pedro tres veces que la cruz había vencido la mente del hombre natural. Estas tres apariciones indican que Dios, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo desean con toda su voluntad redentora que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. La salvación se ha consumado, y Dios mira a todos los hombres como justificados por la sangre de su Hijo. Si no fuera así, tendría que destruirlos inmediatamente por su santidad.
ORACIÓN: Oh Padre celestial, perdona mis dudas, y mi oposición contra tu salvación. Sé el vencedor en mi mente, ensancha mi corazón e ilumina mi fe para que pueda darme cuenta de la capacidad y la gloria de tu salvación, y testificar a todos los hombres que tu amado Hijo perdonó en la cruz los pecados de todas las personas. Abre mi boca para hablar con sabiduría, y concede a mi confesión el poder de la verdad.
PREGUNTA:
- ¿Cuál es el significado de la palabra de Dios a Pedro: "Lo que Dios ha purificado, tú no lo llames impuro"?