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9. El comienzo de la predicación entre los gentiles mediante la conversión de Cornelio, el centurión (Hechos 10:1 - 11:18)
HECHOS 10:1-8
1 Vivía en Cesarea un centurión llamado Cornelio, del regimiento conocido como el Italiano. 2 Él y toda su familia eran devotos y temerosos de Dios. Realizaba muchas obras de beneficencia para el pueblo de Israel y oraba a Dios constantemente. 3 Un día, como a las tres de la tarde, tuvo una visión. Vio claramente a un ángel de Dios que se le acercaba y le decía: —¡Cornelio! 4 —¿Qué quieres, Señor? —le preguntó Cornelio, mirándolo fijamente y con mucho miedo. —Dios ha recibido tus oraciones y tus obras de beneficencia como una ofrenda —le contestó el ángel—. 5 Envía de inmediato a algunos hombres a Jope para que hagan venir a un tal Simón, apodado Pedro. 6 Él se hospeda con Simón el curtidor, que tiene su casa junto al mar. 7 Después de que se fue el ángel que le había hablado, Cornelio llamó a dos de sus siervos y a un soldado devoto de los que le servían regularmente. 8 Les explicó todo lo que había sucedido y los envió a Jope.
Desde el derramamiento del Espíritu Santo en Pentecostés hasta el momento en que Pedro realizó su viaje misionero a las iglesias, los miembros de la iglesia estaban compuestos por ciudadanos judíos, helenistas, samaritanos y gentiles judaizados. Todos ellos creían en Cristo y se bautizaban. Por lo tanto, las iglesias de aquella época sólo contenían cristianos de origen judío.
Pero Dios mismo había abierto una puerta para los gentiles a través de la conversión de Cornelio. La unión de este hombre con la iglesia fue un milagro y un tropiezo para los conversos judíos que suponían que el Espíritu Santo fue prometido sólo a los judíos que creían en Cristo.
Lucas presentó el informe sobre la conversión de Cornelio, el gentil de una manera detallada para aclarar que Dios mismo había confirmado final y decisivamente a través del más adelantado entre sus apóstoles que los gentiles piadosos y devotos también son elegidos para la vida eterna. No fue Pedro quien buscó o deseó este camino, sino que Cristo mismo interfirió en su curso de vida, como había interferido en la vida de Esteban y Saulo, para decidir la intersección decisiva en la predicación al mundo entero.
Se sabe que cuando un ángel se aparece a un creyente en el Nuevo Testamento significa que Dios está empezando a llevar a cabo un plan que supera toda comprensión. Para que la fe de los fieles no se tambalee, el Señor envió a su ángel para que los cinco sentidos del hombre perciban que Dios está realizando ahora un milagro único, y está abriendo un nuevo camino hacia su reino. La fe de Cornelio tiene un significado esencial para todos los pueblos. Si no hubiera sido por el bautismo de este gentil idólatra, el Evangelio no habría llegado hasta nosotros. Habría quedado confinado a los judíos.
Cornelio era un oficial del ejército romano que comandaba un centenar de hombres en Cesarea, el centro romano situado en la costa mediterránea al sur del monte Carmelo. Este oficial quedó impresionado con la religión judía: la creencia en el único Dios, los Diez Mandamientos y el orden de la piedad que es completamente diferente de la vida social del imperio romano con sus lujurias, lujos, miedo y superficialidad.
Cornelio se volvió con todo el corazón a Dios. Dispuso su vida de acuerdo con la adopción de su principio. Su piedad no era una creencia mental, ni un entusiasmo sensible, sino que sometía todos sus pensamientos, palabras y obras al espíritu de su fe. No amaba el dinero, sino que se sacrificaba mucho. No presionaba, como un gran oficial de las fuerzas de ocupación, a la gente pobre, sino que ayudaba personalmente a los necesitados y oraba con frecuencia. Su corazón estaba en todo momento en conversación íntima con Dios.
El buen espíritu de tal hombre no permanece oculto, sino que aflora, y corre desde su casa hacia sus amigos y soldados. Todos tomaron de su manso espíritu de oración, y se prepararon para encontrarse con el vital Espíritu de Dios. El verdadero creyente no es aislacionista, sino que su cálido amor derrite las montañas de nieve en los corazones de los demás, y sus súplicas por los parientes y amigos los llevan a orar ante Dios. El Dios grande y santo dijo a Cornelio, el centurión romano, que cada una de sus oraciones es atendida, y cada una de sus buenas obras es contada. El Altísimo no olvida tus obras. Él espera la voz de tu corazón y las donaciones de tu mano como frutos de tu fe. No te justificas por tus oraciones y ayunos, sino por el amor de Dios. Tu obediencia es tu agradecimiento por este gran amor.
El ángel le dijo a Cornelio que enviara hombres a Jope, y le demarcó la casa de Simón, el curtidor, donde se alojaba un hombre llamado Pedro, al que debía llamar ir a él. El oficial sabía que cada orden requería obediencia y ejecución inmediata. Obedeció el mandato de Dios sin pensarlo mucho ni mostrar ninguna preocupación por la aparición del ángel. No tenía miedo de cosas tan extraordinarias, pues el amor de Dios había tocado su corazón, y creía en él y confiaba en el Señor, al que solía llamar en sus oraciones diarias, sabiendo con certeza que no le guiaba para que mandara llamar a un espía o a un hombre peligroso, sino a un siervo y apóstol de Dios.
ORACIÓN: Oh Señor Jesús, te damos gracias porque has entrado en la historia de tu Iglesia una y otra vez, como guía, y has guiado los pasos de tu apóstol. También te damos gracias porque respondes a todas las oraciones justas, y no olvidas los donativos gratos, incluso de manos de quienes no te conocen. Por favor, atrae a muchos de los piadosos a la plenitud de tu salvación.
PREGUNTA:
- ¿Cuál es el significado de la aparición del ángel a Cornelio, el oficial?