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HECHOS - En La Procesión Triunfal De Cristo
Estudios sobre los Hechos de los Apóstoles
PARTE 1 - La Fundación De La Iglesia De Jesucristo En Jerusalén, Judea, Samaria Y Siria - Bajo el patronato de Pedro, guiado por el Espíritu Santo (Hechos 1 - 12)
A - El Crecimiento Y Desarrollo De La Iglesia Primitiva En Jerusalén (Hechos 1 - 7)
21. La defensa de Esteban (Hechos 7:1-53)

b) Los días de Moisés (Hechos 7:20-43)


HECHOS 7:30-34
30 »Pasados cuarenta años, se le apareció un ángel en el desierto cercano al monte Sinaí, en las llamas de una zarza que ardía. 31 Moisés se asombró de lo que veía. Al acercarse para observar, oyó la voz del Señor: 32 “Yo soy el Dios de tus antepasados, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob”. Moisés se puso a temblar de miedo, y no se atrevía a mirar. 33 »Le dijo el Señor: “Quítate las sandalias, porque estás pisando tierra santa. 34 Ciertamente he visto la opresión que sufre mi pueblo en Egipto. Los he escuchado quejarse, así que he descendido para librarlos. Ahora ven y te enviaré de vuelta a Egipto”.

Moisés vivía en la casa de Jetro, su suegro, un sacerdote ortodoxo de Dios, que había recibido revelaciones espirituales fuera del Antiguo Testamento, y era fiel al Altísimo.

A pesar de su educación egipcia y de su asesinato, Moisés no se convirtió en un incrédulo, sino que su corazón estaba lleno de anhelos de armonía con Aquel que creó los cielos y la tierra. El aislamiento en el desierto lleva al individuo a acercarse a Dios. ¡Imagina cuarenta años de calma! Significa cientos de miles de horas a solas con sus ovejas en los vientos y el sol, en el peligro y en la conversación secreta con Dios.

De repente, el Santo eterno apareció desde su lugar oculto a Moisés, y se manifestó en las llamas de la zarza ardiente. Uno de sus ángeles, que llevaba el trono, ocasionó el fuego a través de su gloria. El pastor se acercó con asombro a la zarza ardiente, que no se consumía a pesar del fuego; y entonces oyó una voz audible de en medio de la zarza, mientras no se veía a nadie allí. Nuestro Dios habla con palabras humanas comprensibles. Nuestro Padre celestial no es un fantasma, ni un espíritu errante, sino que es una persona que actúa por sí misma. Utiliza el "Yo" en su discurso para referirse a sí mismo, y se dirige a nosotros con el "tú", cuando desciende a nuestro nivel más bajo, y nos concede entender sus pensamientos. Nuestro Dios es amor.

Dios se manifestó a Moisés como el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, pues se había unido a los patriarcas para siempre. Este Dios es fiel. Nunca cambia. Moisés comenzó a asustarse y a temblar cuando escuchó la voz desde la zarza en el desierto. No se atrevió a mirar los rayos de la santidad del Señor, sino que se mantuvo alejado de ellos con reverencia y temor piadoso, y no se atrevió a acercarse al lugar. Dios dio a Moisés una señal de su gloriosa santidad, diciéndole: "Quítate las sandalias, porque estás pisando tierra santa". Cada palmo de tierra que pisó Cristo, y dondequiera que empiecen a moverse los que llevan el Espíritu Santo, es tierra santa. El Santo no está separado de los pecadores, aunque sí de todos los pecados. Su amor está envuelto en sus vestiduras santas para que los impuros no nos quememos en el fuego de su gloria.

Moisés fue santificado por la cercana voz de Dios. Su corazón y su espíritu revivieron, y comenzó a pensar en los caminos del Espíritu Santo. Si no fuera por él, se derretiría cerca del Señor.

Dios dijo a Moisés que había escuchado las oraciones de los esclavos, pues el Señor del cielo y de la tierra ama a lo más bajo y despreciado, y se dispone a salvarlos y a bendecirlos. Cada gemido sincero es una verdadera oración a la que Dios responde, y cada palabra sentida dirigida al Altísimo le llega de verdad, pues Dios conoce tu voz y te entiende en tu necesidad.

El Todopoderoso bajó a nuestro pequeño mundo para liberar a los esclavos explotados. No envió una hueste de ángeles, ni hizo temblar la tierra, ni lanzó rayos, sino que eligió a un anciano de ochenta años, que apacentaba sus ovejas, para liberar a través de su debilidad al pueblo del pacto. La salvación de Dios no se lleva a cabo a través del poder y la fuerza, sino solamente a través de la guía de su Espíritu. Dios le pidió a Moisés que obedeciera y aceptara su llamado para que se convirtiera en un predicador del evangelio de salvación para su nación.

PREGUNTA:

  1. ¿Qué significa la manifestación de Dios a un pastor de ochenta años en el desierto?

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