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HECHOS - En La Procesión Triunfal De Cristo
Estudios sobre los Hechos de los Apóstoles
PARTE 1 - La Fundación De La Iglesia De Jesucristo En Jerusalén, Judea, Samaria Y Siria - Bajo el patronato de Pedro, guiado por el Espíritu Santo (Hechos 1 - 12)
A - El Crecimiento Y Desarrollo De La Iglesia Primitiva En Jerusalén (Hechos 1 - 7)

14. La muerte de Ananías y Safira, los mentirosos (Hechos 5:1-11)


HECHOS 5:1-6
1-2 Un hombre llamado Ananías también vendió una propiedad y, en complicidad con su esposa Safira, se quedó con parte del dinero y puso el resto a disposición de los apóstoles. 3 —Ananías —le reclamó Pedro—, ¿cómo es posible que Satanás haya llenado tu corazón para que le mintieras al Espíritu Santo y te quedaras con parte del dinero que recibiste por el terreno? 4 ¿Acaso no era tuyo antes de venderlo? Y una vez vendido, ¿no estaba el dinero en tu poder? ¿Cómo se te ocurrió hacer esto? ¡No has mentido a los hombres, sino a Dios! 5 Al oír estas palabras, Ananías cayó muerto. Y un gran temor se apoderó de todos los que se enteraron de lo sucedido. 6 Entonces se acercaron los más jóvenes, envolvieron el cuerpo, se lo llevaron y le dieron sepultura.

Todo pecado cometido no es sólo una falta, sino también una ofensa a la ley. Y toda ofensa no es sólo una inadvertencia, sino que es también una transgresión directa contra la gloria de Dios. El que compara su comportamiento personal con el de los demás se juzga a sí mismo de forma superficial y humana, y se excusa diciendo: "Todos somos débiles". Pero quien conoce a Dios y vive en el poder del Espíritu Santo sabe que cada pecado, pequeño o grande, merece la muerte inmediata. El relato de Ananías y Safira es nuestro relato. Nos muestra cómo Dios tiene el derecho de destruirnos a los creyentes.

Se puede preguntar: "¿Por qué el santo Dios nos aguanta y no nos destruye inmediatamente como hizo con Ananías, que había venido audazmente y aportado gran parte de sus bienes? No conocemos los misterios del juicio de Dios, pero en el versículo 2 leemos que la pareja no pecó despreocupadamente, sino que intentó premeditadamente engañar a los apóstoles. No creyeron que el Todopoderoso estaba presente en Pedro. El Santo vive en sus creyentes, y conoce los corazones.

La pareja probablemente había intentado asegurar el futuro de su familia por medio del dinero. Aunque el nombre "Ananías" significa "Dios es misericordioso", no confiaban sólo en Dios, sino que intentaban servir a dos señores, lo cual era imposible. Amaban más al dinero que al Creador.

Ananías y su esposa no estaban obligados a sacrificar todos sus bienes para la iglesia, pues la contribución era voluntaria. Algunos guardaban una parte de su dinero para sí mismos y hablaban de ello pública e inequívocamente. Sin embargo, en el caso de Ananías y Safira, ambos pretendían ser piadosos, pensando que podían ganar un nombre elevado, y ser mucho más justos para la preferencia en la iglesia, aparentando haber dado todo, mientras que en realidad sólo dieron una parte. Ananías acudió a la reunión fingiendo piedad y devoción. Se dirigió al púlpito de los apóstoles y contribuyó con su dinero, como si se hubiera liberado total y completamente del dinero, como si se hubiera ofrecido a sí mismo como un sacrificio completo a Dios. De hecho, había escondido una parte del dinero para sí mismo. Jesús llama a tal comportamiento "hipocresía" o mentira piadosa que es el pecado más atroz en la iglesia. Viene directamente de Satanás, el padre de la mentira.

Todos somos hipócritas, pues conocemos muchos de nuestros pecados cometidos, y pretendemos ser las mejores personas del mundo. Aunque nuestras conciencias han registrado evidentemente nuestras mentiras, impurezas, malversaciones, habladurías y lujurias, esperamos que nuestras familias, la sociedad y la iglesia nos alaben y nos consideren perfectos, rectos y aceptables. Todos caminamos como pavos reales, mientras que en realidad somos tumbas que están llenas de veneno mortal. ¿Te viste a ti mismo en el juicio de Dios?

Ananías y su esposa Safira (que significa "hermosa") no sólo prefirieron el dinero antes que a Dios, y se hicieron los hipócritas como todos los hombres, sino que también se alejaron gradualmente de la línea de la gracia de Cristo. El diablo llenó sus corazones como lo hizo con Judas. El que ama el dinero, de forma gradual, llega al frente del diablo. Bajo estas circunstancias ambos se convirtieron en un peligro para la iglesia, pues el maligno tentó a entrar secretamente sus malos principios como la envidia, la mezquindad, el orgullo y la mentira en el reino de Dios. Hasta ahora la comunión de los santos era un solo corazón y una sola alma. Todos se sometían a todos. Todos vivían de la providencia de su Padre celestial, y se ofrecían a Dios como un sacrificio vivo estando llenos del Espíritu Santo.

Con esta gran autoridad el cuerpo de Cristo tenía la inmunidad para resistir la tentación de los demonios. Mediante el don de discernimiento de espíritus, inmediatamente Pedro anticipó la mentira de Ananías. Quitó el velo de su rostro, y calificó su engaño de mentira al Espíritu Santo y de mentira a Dios mismo. Ananías ya había experimentado la salvación íntima de Cristo, pero poco a poco cayó en el pecado contra el Espíritu Santo.

Este Espíritu divino confirmó las palabras del apóstol y dio muerte al tentador de Dios. Siendo así, el Espíritu de la verdad no perdonó las ofensas con las palabras del apóstol, sino que condenó al pecador no arrepentido. Nuestro Dios no sólo es amor, sino que también es santo. Él ama el perdón. Pero el que se endurece contra la voz de la verdad, y cierra su corazón contra el amor divino, se convierte en un demonio malvado en sí mismo, y no se le muestra ninguna misericordia.

La iglesia original estaba cerca de Dios. En medio de ella, Dios condenó inmediatamente la relación de los apóstatas con Satanás. Este juicio no fue sino el cumplimiento del mandamiento esencial de que la paga del pecado es la muerte.

ORACIÓN: Oh Señor, no me condenes. Soy un hipócrita, y tú conoces mis pecados y mi dependencia del dinero. Perdona toda clase de mentiras, y líbrame de toda forma de hipocresía para que llegue a ser justo, como tú, no teniendo engaño en mi boca. Purifica nuestras iglesias de la soberbia y el engreimiento, y santifícanos a todos con tu paciencia.

PREGUNTA:

  1. ¿Por qué el Espíritu Santo llevó a Ananías a la muerte instantánea?

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