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2. La humildad de los maestros fieles (Mateo 23:8-12)
MATEO 23:8-12
8 »Pero no permitan que a ustedes se les llame “Rabí”, porque tienen un solo Maestro y todos ustedes son hermanos. 9 Y no llamen “padre” a nadie en la tierra, porque ustedes tienen un solo Padre y él está en el cielo. 10 Ni permitan que los llamen “guía”, porque tienen un solo Guía, el Cristo. 11 El más importante entre ustedes será siervo de los demás. 12 Porque el que a sí mismo se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido. (Job 28:22-29, Proverbios 29:23, Ezequiel 21:31, Mateo 20:26-27, Lucas 18:14, 1 Pedro 5:5)
Quien pretenda ser mejor que los demás con la pretensión de ser maestro, sacerdote u obispo es un ingenuo y un ignorante. Todos somos pecadores que necesitamos un Salvador. Ninguno es mejor que otro. La medida de nuestra bondad no es nuestro conocimiento, sino nuestro amor práctico y nuestro servicio. Por eso, quien se eleva para ser honrado por la gente debería, en cambio, fijarse en los ejemplos de humildad de Cristo. Este ejemplo se sigue cuando los miembros de una iglesia no sólo son obedientes, sino que también se dedican al servicio.
Todos somos discípulos de Cristo y él es nuestro único Maestro. Cuando nos sometimos a él, nos convertimos inmediatamente en hermanos y hermanas, porque Dios es el Padre de todos los discípulos de Cristo. Nadie más es nuestro Padre espiritual.
El Espíritu Santo nos guía en un humilde camino de servicio. Él equipa a cada uno de nosotros para un servicio único, que puede diferir en calidad, pero no en valor. El que limpia el polvo de los asientos de la iglesia puede ser en realidad más santo que el que habla en el púlpito. Del mismo modo que existe una unidad perfecta con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, debemos esforzarnos por conseguir una unidad perfecta dentro del cuerpo de discípulos. El mismo Espíritu está en todos nosotros y nos unifica para que cada miembro ayude, apoye, proteja y perfeccione al otro. El amor expresado en humildad se convierte en vínculo de perfección.
Cuando alguien se enorgullece de ser más dotado y mejor educado que los demás, se adora a sí mismo. No debe olvidar que está al mismo nivel que todos los demás pecadores. Quien sirve por amor a Cristo, no sirve en virtud de sus cualidades, sino solo por gracia. Por tanto, abandona tu orgullo y busca la humildad de Cristo para que te conviertas en una luz en el mundo.
Cuando los miembros de la iglesia son orgullosos o insinceros en acciones piadosas, pueden invitar a la disciplina de Dios. Esto puede ser doloroso pero es hecho para nuestro propio bien por un Señor que ama a sus hijos. Él humilla a aquellos que están inflados, como una aguja desinfla un globo. Como puedes imaginar, es mejor humillarse uno mismo que esperar a que el Maestro lo haga por nosotros. Cuando nos recordamos a nosotros mismos que somos pecadores podemos decir: "Nuestro Señor es nuestra esperanza, de su gracia vivimos y de su misericordia continuamos".
La humildad es un ornamento precioso a los ojos de Dios (1 Pedro 3:4). En este mundo, los humildes tienen el honor de ser aceptables a Dios, y respetados por los hombres sabios y buenos. A menudo son calificados y llamados a servicios honorables; y la honra es como la sombra, que huye de los que la persiguen y se aferran a ella, pero sigue a los que huyen de ella. Sin embargo, en el mundo venidero, los que se hayan humillado en contrición por su pecado, en obediencia a su Dios y en condescendencia con sus hermanos, serán exaltados a participar de la gloria de Cristo. Por tanto, ¡examínate a ti mismo! ¿Quieres ser exaltado por los hombres o un siervo para Jesús?
ORACIÓN: Padre celestial, te damos gracias porque nos has engendrado de nuevo a una esperanza viva de que te adoraremos con alegría. Nos has dado, por la muerte de tu Hijo, tu piedad. Nos has amado, y con el poder de tu Espíritu Santo podemos servirte con placer y diligencia. Enséñanos, a pesar de nuestras insuficiencias, a ser tus siervos modestos; a entregarnos como ofrendas a ti; caminando con humildad, pero nunca como hipócritas.
PREGUNTA:
- ¿Qué significa: “El que a sí mismo se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido”?