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2. El fortalecimiento de las iglesias de Siria y Anatolia, y la elección de Timoteo para el servicio (Hechos 16:1-5)
HECHOS 16:1-5
1 Llegó Pablo a Derbe y después a Listra, donde se encontró con un discípulo llamado Timoteo, hijo de una mujer judía creyente, pero de padre griego. 2 Los hermanos en Listra y en Iconio hablaban bien de Timoteo, 3 así que Pablo decidió llevárselo. Por causa de los judíos que vivían en aquella región, lo circuncidó, pues todos sabían que su padre era griego. 4 Al pasar por las ciudades, entregaban los acuerdos tomados por los apóstoles y los ancianos de Jerusalén, para que los pusieran en práctica. 5 Y así las iglesias se fortalecían en la fe y crecían en número día tras día.
Pablo subió desde Tarso, la deslumbrante ciudad con sus estadios y universidades, hasta las altas y salvajes montañas del Tauro. Atravesó a pie largas distancias en las altas, calurosas y secas llanuras de Anatolia hasta llegar, tras grandes esfuerzos, a Derbe. Vemos qué ingobernable anhelo tenía este predicador por sus iglesias, que no se apoyó en su propia seguridad contra los peligros, mientras su designio era ver a sus amados. ¡Cuánto más, al ser salvos, se nos asegura la unión de Cristo con nosotros para siempre, habiéndonos redimido en la cruz! El Señor nos anhela, y viene a nosotros pronto.
En Derbe, Pablo y Silas fortalecieron a los miembros, y les hablaron de la iglesia de Antioquía que ora. Los confirmaron en su libertad de la ley, que la iglesia madre de Jerusalén había acordado. Silas era un miembro delegado de esa iglesia, y por lo tanto su declaración se hizo oficial. Silas, también como profeta del Espíritu Santo declaró directamente que los gentiles se convierten sin guardar la ley, y reciben la morada del poder del Espíritu Santo libremente sin las obras del hombre, sino por la fe en Cristo. Esta declaración fue tan grande, radical y fundamental que todos los oyentes abrieron sus corazones al espíritu de la gracia que brotaba del Nuevo Testamento.
Cuando los dos predicadores llegaron a Listra, vieron allí a un joven llamado Timoteo, que se hizo creyente durante el viaje anterior de Pablo, cuando fue apedreado en esa ciudad. El joven era de padre griego y madre judía, y se distinguía por su cálido amor y su amable sabiduría. Había fortalecido, animado, unido y edificado a las iglesias sin ninguna autorización previa de los apóstoles. También viajó a Iconio y visitó a los hermanos de allí. Así fue conocido por todos los cristianos, y reconocido como un fiel servidor de Cristo.
Pablo sintió en la perspicacia del Espíritu Santo que este joven podía ayudarlo, y lo llamó su compañero en sus largos y peligrosos viajes. De hecho, ninguno de los que acompañaron al sufrido apóstol fue tan fiel como Timoteo, al que Pablo llamó su hijo fiel en el Señor, que edificó las almas en las nuevas iglesias de Filipos, Corinto y otros lugares. Y donde el apóstol no pudo permanecer mucho tiempo Timoteo completó la obra de Pablo (Filipenses 2:20; 1 Corintios 4:17). Es muy probable que después de la muerte de Pablo, Timoteo se convirtiera en el sucesor del apóstol en la gran iglesia de Éfeso. Allí puso en práctica lo que el apóstol le había escrito en sus epístolas, y estas epístolas se convirtieron en la principal guía para la edificación de las iglesias hasta el día de hoy.
Un problema abstracto surgió al invitar a este activo joven Timoteo a ser compañero de viaje de Pablo, pues su madre era judía y su padre griego. Tal matrimonio era considerado ilegítimo según la ley judía de aquel tiempo, y en consecuencia el joven era considerado ilegítimo. Pablo circuncidó a Timoteo no para su justificación o santificación, sino como un acto de conveniencia para no hacer tropezar a los judíos al criticarlo. Así que el joven fue judaizado, y se le concedió la ciudadanía de su madre. Podía participar con los judíos en su vida social, y al mismo tiempo era un griego que servía a los griegos mediante su predicación. Pablo circuncidó a Timoteo no como un retroceso a la esclavitud de la ley, sino como un avance en el camino del amor. No circuncidó a su discípulo para ganar a los gentiles, sino a los judíos. La predicación no está atada con un molde sólido, sino que sigue el ritmo de la libertad del amor sacrificado, que se dedica en alma y corazón al servicio.
ORACIÓN: Oh Señor Jesucristo, te damos gracias porque le diste a Timoteo un segundo nacimiento, lo hiciste hijo espiritual tuyo y lo llenaste de los dones de tu Espíritu Santo para que pudiera edificar tus iglesias y prepararse para el duro viaje misionero. Ayúdanos también a seguirte, a participar en la edificación de tu iglesia con fidelidad y a ganar almas en tu nombre.
PREGUNTA:
- ¿Era necesaria o no la circuncisión de Timoteo? ¿Por qué?