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B - El Concilio Apostólico De Jerusalén (Hechos 15:1-35)
HECHOS 15:22-29
22 Entonces los apóstoles y los ancianos, de común acuerdo con toda la iglesia, decidieron escoger a algunos de ellos y enviarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé. Escogieron a Judas, llamado Barsabás, y a Silas, que tenían buena reputación entre los hermanos. 23 Con ellos mandaron la siguiente carta: Los apóstoles y los ancianos, a nuestros hermanos gentiles en Antioquía, Siria y Cilicia: Saludos. 24 Nos hemos enterado de que algunos de los nuestros, sin nuestra autorización, los han inquietado a ustedes, alarmándoles con lo que les han dicho. 25 Así que de común acuerdo hemos decidido escoger a algunos hombres y enviarlos a ustedes con nuestros queridos hermanos Pablo y Bernabé, 26 quienes han arriesgado su vida por el nombre de nuestro Señor Jesucristo. 27 Por tanto, les enviamos a Judas y a Silas para que les confirmen personalmente lo que les escribimos. 28 Nos pareció bien al Espíritu Santo y a nosotros no imponerles a ustedes ninguna carga aparte de los siguientes requisitos: 29 abstenerse de lo sacrificado a los ídolos, de sangre, de la carne de animales estrangulados y de la inmoralidad sexual. Bien harán ustedes si evitan estas cosas. Con nuestros mejores deseos.
Es habitual que al final de cada reunión se emita un breve resumen de las actas de la misma, que es firmado por los miembros. Entonces, ¿cuál fue el contenido de la primera acta en la iglesia cristiana?
Mencionó el cuerpo de envío que no sólo eran los apóstoles sino también los ancianos. Estos no eran los únicos responsables, sino que toda la iglesia era responsable ya que es el cuerpo de Cristo, que es una unión indivisible. Cualquier decisión, que no fuera aprobada por todos ellos, causaría continuos disturbios, problemas y molestias.
Mencionaba a los destinatarios del informe, que no eran sólo los miembros de la iglesia de la capital, Antioquía, sino también los miembros de las pequeñas iglesias adyacentes a Antioquía y sus alrededores, y todas las iglesias de Siria, el distrito de Iskenderun y Adana. Los miembros de la iglesia de Jerusalén llamaban hermanos a los hijos de estas iglesias. Este título indica igualdad en el derecho y comunión en el reino de su Padre celestial. Con esta palabra se eliminó la diferencia y desapareció el problema, pues los creyentes de origen judío consideraban a los creyentes de los gentiles como verdaderos hermanos.
La esencia de la carta era la paz edificada con la alegría que brota de la salvación de Cristo. Estos tres significados están incluidos en la palabra griega con la que los hermanos de Jerusalén saludaron a sus hermanos en Cristo desde lejos. El tema de nuestra predicación es la paz con placer, y no la ley, el arrepentimiento y la reprensión. Somos los siervos de tu alegría, llevándoles la plenitud de la salvación en Cristo.
Del informe se desprende que los predicadores de la ley que fueron a la iglesia de Antioquía no fueron enviados de Jerusalén, y no habían recibido una orden para ser portavoces de lo resuelto, sino que fueron en su propio nombre para difundir sus opiniones personales. La iglesia se sintió apenada por aquellos hermanos que habían causado problemas y divisiones. No leemos en las actas como Pablo escribió después sobre ellos que eran falsos hermanos (Gálatas 2: 4), sino que sólo leemos que no fueron delegados como mensajeros por los apóstoles en Jerusalén, ni el primer concilio en Jerusalén les dieron su acuerdo o la consideración a su obrar dispar.
La maravilla de las maravillas es que el sínodo no redactó una carta doctrinal, ni instrucciones detalladas, sino que acordó por unanimidad elegir a dos hombres prudentes para que fueran enviados a explicar el dictamen consensuado, pues las palabras escritas no eran suficientes, sino que necesitaban ser apoyadas por la palabra de Dios corporativa de sus siervos. Así, el sínodo de Jerusalén envió junto con los nuevos mandatos su interpretación, no mediante largos comentarios, sino a través de hermanos llenos del Espíritu Santo.
Estos dos profetas del Nuevo Testamento no fueron solos, sino que partieron con Bernabé y Pablo, que habían recibido un honor de la iglesia de Jerusalén, que los elevaba por encima de toda culpa, calificándolos de amados. Eran dignos de este título, pues el amor de Dios se había derramado en sus corazones por medio del Espíritu Santo que se les había dado. El amor, el gozo, la paz y la salvación son los fundamentos, los poderes y los principios en los hombres de Dios y en las iglesias. De estas virtudes maduró el notable testimonio sobre los dos apóstoles: que habían arriesgado sus vidas por Cristo, por su nombre y por su iglesia. Aquí leemos la misma palabra que Cristo dijo de sí mismo: "El Hijo del hombre no vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos". Este es el fruto esencial del amor de Dios. Nos impulsa a sacrificarnos por los perdidos, como Cristo dio su vida en rescate por los pecadores criminales. Este es el sentido más profundo del cristianismo.
A continuación, leemos una declaración que está a punto de superar toda interpretación, pues los principales miembros de la iglesia en Jerusalén escribieron que el Espíritu Santo y ellos mismos habían tomado esta decisión por completo. El Espíritu Santo les reveló que la iglesia cristiana, que está libre de la ley, está completamente de acuerdo con la voluntad de Dios, y que los miembros de la iglesia están de acuerdo con el gozo de Dios en esta nueva etapa. En el poder del Espíritu Santo los que tomaron la decisión se consideraron en el mismo grado de responsabilidad que el Espíritu Santo, y asumieron voluntariamente la responsabilidad de esta decisión. El espíritu de dependencia no se enseñoreaba de ellos, sino que eran servidores del Señor y administradores de los misterios de Dios (1 Corintios 4:1).
Después escribieron a los miembros de la iglesia de Antioquía que se abstuvieran de la participación de las prácticas de las religiones, como cuando se hacía ofrendas a los ídolos, y que se mantuvieran alejados de toda forma de impureza, también que se abstuvieran de comer cosas estranguladas y sangre para que pudieran continuar con los cristianos de origen judío. Este mandato no está relacionado con la recepción de la salvación, sino con la permanencia en la comunión de los santos.
PREGUNTA:
- ¿Cuáles fueron las principales nociones en la decisión tomada por el concilio apostólico de Jerusalén?
HECHOS 15:30-35
30 Una vez despedidos, ellos bajaron a Antioquía, donde reunieron a la congregación y entregaron la carta. 31 Los creyentes la leyeron y se alegraron por su mensaje alentador. 32 Judas y Silas, que también eran profetas, hablaron extensamente para animarlos y fortalecerlos. 33 Después de pasar algún tiempo allí, los hermanos los despidieron en paz, para que regresaran a quienes los habían enviado. 35 Pablo y Bernabé permanecieron en Antioquía, enseñando y anunciando la palabra del Señor en compañía de muchos otros.
El resultado del viaje de Bernabé y Pablo a Jerusalén fue que este consejo decidió enviar a dos hermanos a Antioquía con una carta para que la leyeran allí. Judas y Silas eran profetas que enseñaban a sus oyentes en una inspiración directa del Espíritu Santo que había establecido la plena armonía entre los cristianos judíos y los cristianos gentiles.
La alegría y la paz continuaron en la iglesia de Antioquía, y los pensamientos volvieron a su santo deber que es la predicación al mundo. El diablo siempre trata de sacudir a las iglesias mediante divisiones en la doctrina. También trata de alejar a los creyentes del objetivo de predicar al mundo. Pero cuando las partes se someten a la obra del Espíritu Santo, pronto hay unión, y se dirigen hacia la dirección divina principal que es la predicación a las naciones, la salvación para los perdidos, y para los que buscan a Dios, ser llenos del Espíritu Santo.
La pregunta a cada iglesia es: ¿Se pelean o predican juntos? Resuelvan rápidamente sus problemas, pues no están llamados a la discordia, sino que nuestro Señor nos ha llamado a difundir el evangelio de la salvación en nuestros entornos. ¿Quieren interrumpir la progresión de la procesión triunfal de Cristo por su terquedad y orgullo?
ORACIÓN: Señor Jesucristo, perdónanos todo retraso en la predicación. Perdónanos por nuestra insuficiente prudencia para resolver los problemas en la iglesia. Perdona nuestro orgullo y terquedad para que no busquemos nuestra propia dignidad, sino que extendamos juntos tu reino, glorifiquemos tu nombre e invoquemos tu triunfo para que muchos se salven en nuestro entorno.