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B - El Concilio Apostólico De Jerusalén (Hechos 15:1-35)
HECHOS 15:13-21
13 Cuando terminaron, Jacobo tomó la palabra y dijo: —Hermanos, escúchenme. 14 Simón nos ha expuesto cómo Dios desde el principio tuvo a bien escoger de entre los gentiles un pueblo para honra de su nombre. 15 Con esto concuerdan las palabras de los profetas, tal como está escrito: 16 »“Después de esto volveré y reedificaré la choza caída de David. Reedificaré sus ruinas, y la restauraré, 17 para que busque al Señor el resto de la humanidad, todas las naciones que llevan mi nombre. 18 Así dice el Señor, que hace estas cosas” conocidas desde tiempos antiguos. 19 »Por lo tanto, yo considero que debemos dejar de ponerles trabas a los gentiles que se convierten a Dios. 20 Más bien debemos escribirles que se abstengan de lo contaminado por los ídolos, de la inmoralidad sexual, de la carne de animales estrangulados y de sangre. 21 En efecto, desde tiempos antiguos Moisés siempre ha tenido en cada ciudad quien lo predique y lo lea en las sinagogas todos los sábados».
Encontramos profundos desacuerdos en la iglesia, que no pueden ser resueltos a través de respuestas doctrinales, ya que cada parte basa sus opiniones en evidencias de la Santa Biblia, o interpreta sus versículos de acuerdo a su propio punto de vista. Pero el amor y la hermandad son más grandes que los desacuerdos lógicos, y la resistencia mutua en la humildad es el misterio de la permanencia de la iglesia.
Cuando Pedro, el más adelantado de los apóstoles, hubo presentado el emblema del Evangelio, Santiago, el hermano del Señor, se levantó y pidió a los hermanos, reunidos en esta ocasión, que le escucharan, pues era el representante del ala legalista en la iglesia. No podía aceptar fácilmente las palabras y experiencias de Pedro si no las confirmaban los profetas. El Espíritu Santo guió a este fiel maestro de la ley hasta que encontró la prueba incontestable de los pensamientos de Pedro en el Libro de Amós (9:11-12), y en el Libro de Isaías (45:21). Se sintió tranquilo y seguro porque comprendió que Dios ofrecía la salvación a la descendencia de David, para la próxima vez, a fin de salvar a todos los hombres y a todos los gentiles a través de ellos. De este modo, él, que era versado en la Ley, se sometió a la verdadera profecía, y consideró que Cristo no construyó su reino sólo a través de los salvados de los judíos, sino que estaba decidido desde la eternidad a salvar a todos los hombres. Indudablemente, el Creador eterno lleva a cabo su plan de la manera que desea. La salvación del mundo es el designio de la voluntad de Dios y el fin de sus obras. Querido hermano, ¿estás de acuerdo con este designio divino? ¿Está tu obra de acuerdo con la obra de Dios? ¿Qué sacrificas por predicar el mundo?
Santiago no dijo que los gentiles convertidos no necesitaran la circuncisión. Sugirió que no se les cargara con la ley de Moisés, sino que se les diera libertad, pues nadie puede oponerse a la obra de Dios. Probablemente Santiago prefería que todos los gentiles convertidos se convirtieran en judíos, pues no pensaba en un Nuevo Testamento, sino que hablaba de reconstruir la casa de David que se había caído. Sin embargo, se sometió a la guía de Jesús, su hermano mayor, y estuvo de acuerdo con el nuevo desarrollo de la iglesia, que fue liberada de la antigua ley.
Santiago insistió firmemente, a cambio de la liberación de la ley, en que los gentiles convertidos debían abstenerse de la idolatría, de la inmoralidad sexual, de las cosas estranguladas y de la sangre. ¿No considera que tales exigencias son un retroceso al pensamiento legalista? No, porque el líder de la iglesia, mediante esta orden, ofrece la manera práctica de preservar la comunión entre los conversos judíos y los conversos gentiles, ya que los que guardan la ley no pueden comer con personas que consideran lícito comer cosas estranguladas, y sangre. Estas regulaciones no estaban destinadas a cumplir la ley para la justificación, sino como un modus vivendi para que la comunión entre los creyentes no se interrumpiera. El amor, y no la ordenanza de la ley, era el puente y el diseño en esta sugerencia.
Santiago era consciente de que los gentiles estarían al borde del peligro si daban banquetes en torno a los ídolos, bailando y cometiendo adulterio, pues sabía que les sería difícil separarse de la comunión de su nación. Así que les sugirió que se abstuvieran, con determinación y firmeza, de toda contaminación e impureza, que no estaban de acuerdo con la justificación realizada para ellos en la cruz, y les pidió que se retiraran a Dios. No puedes servir al Señor y a los ídolos antiguos o nuevos. Además, tu cuerpo es un templo del Espíritu Santo, y no una guarida de toda impureza. Posteriormente, Pablo confirmó en sus epístolas esas dos exigencias, que Santiago había formulado como aclaración de los caminos del amor práctico (1 Corintios 10:21; 6:18).
Santiago vio junto a la iglesia de los liberados una sinagoga de los judíos. No podía saltar del Antiguo Testamento al Nuevo Testamento, pues veía en la Ley mosaica una revelación inspirada, que exigía obediencia. Sin embargo, llamó la atención de los maestros de la ley entre los creyentes sobre la existencia de las sinagogas de los judíos en todas las ciudades del mundo, donde todo buscador de la ley podía someterse a sus juicios. En esta declaración, Santiago no confesó ninguna santidad igual o superior a la de Cristo. No, sino que confirió honor a la palabra de inspiración dada a Moisés. Agradecemos a Cristo, porque nos liberó completamente de las complejidades de la ley a través de la enseñanza de Pablo, y nos guió a la ley espiritual en el amor de Cristo que mora en nuestros corazones. La ley no nos presiona como un deber inaplicable, sino que el Espíritu Santo se ha convertido en nosotros en el motivo del amor. No podemos hacer daño a nadie, y al mismo tiempo amamos a nuestro Señor con todo nuestro corazón.
ORACIÓN: Oh Señor Jesucristo, perdona nuestra inadecuada prudencia, y poco amor en el tratamiento de las divisiones en la iglesia. Enséñanos a soportar a los hermanos que te aman, y a comprender algunas cosas contrarias a nuestro entendimiento. Tu cruz es nuestra estrella polar, y tu Espíritu es nuestra fuerza. Amén.
PREGUNTA:
- ¿Cuál es la diferencia entre guardarse de algunas cosas por amor, y guardar la ley para la salvación?