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7. El primer encuentro entre Pablo y los apóstoles en Jerusalén (Hechos 9:26-30)
HECHOS 9:26-30
26 Cuando llegó a Jerusalén, trataba de juntarse con los discípulos, pero todos tenían miedo de él, porque no creían que de veras fuera discípulo. 27 Entonces Bernabé lo tomó a su cargo y lo llevó a los apóstoles. Saulo les describió en detalle cómo en el camino había visto al Señor, el cual le había hablado, y cómo en Damasco había predicado con libertad en el nombre de Jesús. 28 Así que se quedó con ellos, y andaba por todas partes en Jerusalén, hablando abiertamente en el nombre del Señor. 29 Conversaba y discutía con los judíos de habla griega, pero ellos se proponían eliminarlo. 30 Cuando se enteraron de ello los hermanos, se lo llevaron a Cesarea y de allí lo mandaron a Tarso.
Lucas no nos escribió la historia de la vida de los apóstoles cronológicamente y en detalle, sino que tomó de las experiencias de los individuos lo que estaba de acuerdo con el tema de su libro, pues el emblema de su libro no fueron los hechos de los apóstoles según el orden de su ocurrencia, sino que fue el paso del evangelio desde Jerusalén hasta Roma. El médico no nos dice nada sobre lo que hizo Pablo durante el tiempo que siguió a su huida de Damasco, pues en su epístola a los Gálatas (1:17-24), el propio apóstol escribió que permaneció tres años después de aquello en Arabia. Lo más probable es que allí aprendiera árabe, trabajara con sus manos y predicara el evangelio. Pero no sabemos dónde pasó todo ese período. ¿Fundó iglesias allí? ¿Se escondió de los espías del alto consejo de los judíos? ¿O predicó a los miembros del Antiguo Testamento en esos países árabes?
Sin embargo, sabemos que después de unos tres años, fue a Jerusalén y trató de ponerse en contacto con los apóstoles. Pero, desgraciadamente, nadie estaba dispuesto a verle, pues aún recordaban a los muertos que él había matado. Algunos habrán pensado que su conversión cerca de Damasco fue sólo un truco para que pudiera ingresar en el corazón de la iglesia para detener a los apóstoles y su movimiento de Jesús. Así que no te sorprendas, querido hermano convertido a Cristo, si no experimentaste nada diferente de lo que había experimentado Saulo. Es posible que los cristianos no te reciban, ni confíen en ti. Puede que te tengan miedo. Al mismo tiempo, serás perseguido por tu familia y tus amigos del pasado. Tienes que aceptar estos problemas durante el periodo de transición como un periodo de prueba de tu fe por parte de tu Señor para que aprendas a confiar plenamente en él, porque maldito es el hombre que confía en el hombre y se apoya en su propia fuerza.
Jesús no abandonó en absoluto a su siervo, sino que puso en el corazón de Bernabé, el creyente chipriota, que se pusiera en contacto con el antes perseguidor, que escuchara su testimonio, que confiara en su enemigo, que creyera en la verdad de la aparición de Cristo a él cerca de Damasco, y que se convenciera de su conversión. Entonces se atrevió por fin y medió entre los apóstoles y Saulo, como su mejor hombre, y le abrió la puerta que conducía a los hermanos. Bernabé se convirtió en el puente entre el converso y la iglesia. Como tal, Cristo hará que cada uno de los hermanos esté a tu lado, tenga confianza en ti durante largos años y te apoye con fidelidad y sinceridad. Pero ten en cuenta que ellos no son tus redentores. Sólo Cristo es tu Salvador, tu Señor y tu Consumador, en quien sólo debes confiar.
Saulo testificó ante Pedro y Jacobo que el Señor se le apareció, que vio su gloria con sus propios ojos, y oyó su voz que traspasó su ser más íntimo, cómo predicó el nombre de Jesús después de eso, como aquel que fue llamado y comisionado por el Señor con toda valentía en Damasco y los países árabes, cómo los judíos lo persiguieron y amenazaron con matarlo. A través de estos testimonios y largas conversaciones se estableció la relación de confianza entre los apóstoles originales y el nuevo apóstol de los gentiles. Le perdonaron su pasado pecado de asesinato, y le perdonaron las lágrimas y las dificultades que había causado a los miembros de la iglesia, pues le perdonaron como el Señor les había perdonado a ellos. La confianza, que se estableció en aquellos días entre los hombres de Cristo, se mantuvo firme incluso en los momentos en que las cuestiones de principio sobre la justicia y la ley y la salvación por la gracia sacudieron los cimientos de la iglesia. Este corto período de quince días durante el cual Saulo se reunió con los apóstoles fue de gran importancia para el desarrollo del cristianismo, para que no se dividiera en cristianismo judío y gentil. Vivían todos juntos en Cristo, con un solo espíritu y un solo poder. Al mismo tiempo, Pablo, que era versado en la ley, conversó con los inteligentes judíos helenistas que habían atrapado a Esteban, y Pablo refutó todas sus objeciones, y les demostró a partir de la Ley que Jesús es el Cristo prometido, y el Hijo de Dios en esencia. Por eso se enfurecieron, y se propusieron matarlo, pues lo consideraban un apóstata que merecía ser destruido sin piedad.
Los apóstoles y los miembros de la iglesia le pidieron insistentemente a Pablo que no viajara para que la iglesia no fuera perseguida severamente una vez más. Le acompañaron hasta la ciudad portuaria de Cesarea, desde donde se embarcó hacia su ciudad natal, Tarso, una provincia del sureste de Asia Menor, y allí vivió durante mucho tiempo. Es posible que desde allí comenzara a predicar el evangelio a su entorno también en Siria, aunque no hay constancia de este ministerio (Gálatas 1:21).
ORACIÓN: Señor Jesús, te damos gracias porque eres el fundamento, la protección y la esperanza de los nuevos creyentes. Enséñales a mirarte sólo a ti como autor y consumador de su fe.
PREGUNTA:
- ¿Cómo consoló Jesús a Saulo durante el tiempo en que no fue admitido en la iglesia y fue perseguido por sus antiguos amigos?