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HECHOS - En La Procesión Triunfal De Cristo
Estudios sobre los Hechos de los Apóstoles
PARTE 2 - Informes Sobre La Predicación Entre Los Gentiles Y La Fundación De Iglesias Desde Antioquía Hasta Roma - A Través Del Ministerio De Pablo, El Apóstol Comisionado Por El Espíritu Santo (Hechos 13 - 28)
A - El Primer Viaje Misionero (Hechos 13:1 - 14:28)

3. Predicación en Antioquía de Anatolia (Hechos 13:13-52)


HECHOS 13:13-25
13 Pablo y sus compañeros se hicieron a la mar desde Pafos, y llegaron a Perge de Panfilia. Juan se separó de ellos y regresó a Jerusalén; 14 ellos, por su parte, siguieron su viaje desde Perge hasta Antioquía de Pisidia. El sábado entraron en la sinagoga y se sentaron. 15 Al terminar la lectura de la ley y los profetas, los jefes de la sinagoga mandaron a decirles: «Hermanos, si tienen algún mensaje de aliento para el pueblo, hablen». 16 Pablo se puso en pie, hizo una señal con la mano y dijo: «Escúchenme, israelitas, y ustedes, los gentiles temerosos de Dios: 17 El Dios de este pueblo de Israel escogió a nuestros antepasados y engrandeció al pueblo mientras vivían como extranjeros en Egipto. Con gran poder los sacó de aquella tierra 18 y soportó su mal proceder en el desierto unos cuarenta años. 19 Luego de destruir siete naciones en Canaán, dio a su pueblo la tierra de ellas en herencia. 20 Todo esto duró unos cuatrocientos cincuenta años. »Después de esto, Dios les asignó jueces hasta los días del profeta Samuel. 21 Entonces pidieron un rey, y Dios les dio a Saúl, hijo de Quis, de la tribu de Benjamín, que gobernó por cuarenta años. 22 Tras destituir a Saúl, les puso por rey a David, de quien dio este testimonio: “He encontrado en David, hijo de Isaí, un hombre conforme a mi corazón; él realizará todo lo que yo quiero”. 23 »De los descendientes de este, conforme a la promesa, Dios ha provisto a Israel un Salvador, que es Jesús. 24 Antes de la venida de Jesús, Juan predicó un bautismo de arrepentimiento a todo el pueblo de Israel. 25 Cuando estaba completando su carrera, Juan decía: “¿Quién suponen ustedes que soy? No soy aquel. Miren, después de mí viene uno a quien no soy digno ni siquiera de desatarle las sandalias”.

Tras el triunfo de Cristo sobre el poder de las tinieblas en Chipre, y ante la imposibilidad de fundar iglesias en esa isla, a Pablo le quedó claro que el Espíritu Santo no quería que predicaran en la tierra de Bernabé. Así que se levantó y navegó con su grupo hacia las costas de Anatolia y sus altas montañas. Es probable que Bernabé y Juan, su sobrino, hubieran preferido quedarse en la cálida isla de Chipre y trabajar con diligencia y paciencia para fundar iglesias allí. Pero Pablo sabía que su camino era hacia Anatolia. El compasivo Bernabé no estaba dispuesto a apartarse de Pablo, su compañero de trabajo, por lo que prefirió dejar su tierra natal antes que quebrantar el mandato del Espíritu Santo, que los unía a ambos en un mismo servicio.

Pablo navegó con su compañía con el poder del Señor hasta la orilla cercana. No permaneció mucho tiempo en Perga, a orillas del río Cestris, cerca de la ciudad de Antioquía, sino que siguió adelante unos 160 kilómetros a través de las cimas de las altas montañas en un viaje de 8 días en medio de los peligros, la fatiga, el calor agobiante, el hambre y la sed. A Juan, el joven de Jerusalén, no le gustó este viaje, ni el desarrollo de las cosas hasta ese punto, y decidió dejar a los dos apóstoles y volver a casa. Sin embargo, Bernabé prefirió una vez más quedarse con Saulo antes que mantener su relación personal con su pariente. Se despidió de su sobrino con dolor por no continuar al servicio del Señor que no lo había elegido para esta misión.

Pablo y Bernabé con algunos otros compañeros se dirigieron a Antioquía de Asia Menor, la importante ciudad comercial que se encuentra dentro de las llanuras de Anatolia a 1.000 metros sobre el mar. Cuando llegaron a Antioquía no predicaron a la nación en su plaza pública, sino que entraron inmediatamente en la sinagoga de los judíos, pues los hijos de Abraham habían recibido la luz del Dios verdadero. Pablo quiso predicarles de Jesús, la plenitud de la luz divina para todo el mundo, y traerlos a su gloria. El discurso, que Pablo pronunció allí, según lo registrado por Lucas, el médico, se considera como un modelo de todos los discursos, que Pablo pronunció en las sinagogas de los judíos, para convencer al pueblo del Antiguo Testamento de la verdad de Jesucristo. Si estudiamos profundamente este discurso, veremos cómo Pablo y Bernabé se apoyaban su fe y su predicación en la Ley y los Profetas, considerando el Antiguo Testamento como el fundamento y la introducción del Nuevo Testamento.

Leemos que en la sinagoga de Antioquía se reunían con los judíos algunos gentiles que adoraban a Dios y admiraban el pensamiento del monoteísmo, así como el alto nivel de la vida moral con el pueblo del Antiguo Testamento. Pablo se dirigía a esos verdaderos creyentes con gran respeto, al igual que a los judíos, pues eran estudiantes ortodoxos. Dondequiera que Pablo iba, fundaba iglesias vigorosas con personas de este tipo, que temían a Dios.

Fíjate en nuestra lectura (del v. 17 al 25) en los catorce verbos que explican la obra de Dios para que te des cuenta de que la historia del Antiguo Testamento no es una superstición humana, ni una investigación teológica, sino una serie real de las obras de Dios. No puedes entender ni el Antiguo ni el Nuevo Testamento si no comprendes principalmente de que Dios es el Todopoderoso, Omnisciente y Dueño. El destino de los pueblos no es movido por las políticas, los desastres o el azar, sino solo por Dios. Él elige a los individuos sin su mérito por su gracia, y rechaza al que no se somete a su palabra. Estudia los diferentes significados de todos los verbos que explican la obra de Dios para que adquieras gran sabiduría.

Al elegir a los padres, Dios inició la historia de la salvación del mundo y completó el plan de su designio que es la venida de Cristo. En la práctica de esta historia divina, el Señor liberó al pueblo del Antiguo Testamento de la esclavitud. Soportó con mucha paciencia su motín en el desierto, les ofreció un asentamiento en Canaán, nombró sobre ellos jueces justos de entre ellos mismos, puso sobre ellos un rey a petición suya, y ungió a Saúl, su primer rey, que fue un ejemplo maravilloso al principio de su reinado, con cuyo nombre se bautizó el apóstol de los gentiles, que de joven se enorgullecía de su nombre real, "Saúl", pero cuando conoció a Jesús, su Rey, tomó su humildad como ejemplo. Así que dejó de lado el nombre de "Saulo" y se llamó "Pablo", que significa "el pequeño".

La historia de Dios se cristalizó en David, el rey que fue encontrado según el corazón del Señor. Se arrepintió de sus pecados buscando la voluntad de Dios. De él fluyeron, por el Espíritu Santo, las oraciones y los salmos, que el pueblo ha estado orando desde hace 3.000 años hasta ahora. Cristo mismo confirmó algunas de las profecías, que salieron de la boca de David. Pero los judíos pensaban que estas promesas de Dios no se habían cumplido todavía. Siempre se preguntaban: "¿Dónde está el Hijo prometido que vendría de la descendencia de David, que es en verdad el Hijo del Dios eterno?". Todos los judíos conocían esta promesa fundamental, esperando a Cristo, el Rey divino que guiaría a su pueblo y a todos los pueblos hacia la paz universal. Pablo declaró brevemente a sus oyentes que el Hijo de David, que es al mismo tiempo el Hijo de Dios, había venido, y es Jesús de Nazaret, el Salvador del mundo, que es más grande que el César de Roma, porque es verdadero Hombre y verdadero Dios, eterno, santo y glorioso.

Después de esta confrontación, Pablo mencionó verdades sobre Juan el Bautista, pues su mensaje de arrepentimiento y bautismo se había extendido incluso hasta Asia Menor, lo que hizo que algunos judíos pensaran que era Cristo. Pablo aclaró que Juan el Bautista se consideraba menos que Jesús, un siervo suyo, que no era digno de ser empleado en el oficio más ínfimo relacionado con él. El Bautista había esperado la venida de Cristo con intenso deseo, y guió a todos sus discípulos hacia el Señor que venía, pidiéndoles que prepararan su camino.

ORACIÓN: Señor glorioso y omnipotente, ayúdanos a no dar vueltas solo en nuestros propios pensamientos y solo en nosotros mismos, sino a convertirnos en eslabones de la cadena de tu historia, a comunicar el Evangelio a los demás y a dar testimonio de tus obras. No son los líderes ni los partidos los que planifican nuestro futuro, sino sólo tú, Señor nuestro. Enséñanos a confesar tu nombre para que tu reino venga a nosotros y al mundo entero.

PREGUNTA:

  1. ¿Cuál es el impulso y la finalidad en la historia de Dios con los hombres?

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