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COLOSENSES - Cristo en vosotros, la esperanza de gloria
Meditaciones acerca de la epístola del apóstol Pablo a la iglesia en Colosas
7. Los sufrimientos de Pablo por sus iglesias y el misterio del evangelio (Colosenses 1:23c-29)
COLOSENSES 1:23c-24
23c ... del cual yo Pablo fui hecho ministro. 24 Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia.
Pablo se denomina siervo de Cristo, quien por ser seguidor de Cristo “es arrastrado por el fango” por sus adversarios. Pero el apóstol se pudo sobreponer a los sufrimientos y depresiones en el poder de Cristo y pudo confesar, que se gozaba de corazón si por predicar el evangelio sufría persecución, acusación y prisión. Desde su prolongada prisión preventiva ya no podía viajar libremente por el imperio romano, ni predicar y vivía continuamente bajo vigilancia de empleados de la seguridad, pero tenía el permiso, bajo supervisión, de recibir visitas, escribir cartas y orar junto con sus colaboradores. Así escribió a los colosenses, gozoso y consolado por el Espíritu Santo, que soportaba también por amor a ellos esa prisión.
Una razón escondida de su gozo era que Pablo sabía: Jesús es la cabeza de la iglesia y nosotros, sus seguidores, somos su cuerpo espiritual. Todo lo que tenga que sufrir por amor a su nombre, sufre mi cabeza espiritual primero. El sufre conmigo y por mí. El me ama y cuida de mí. Si soy despreciado y calumniado, sufro golpes, hambre y sed por amor a él, entonces estas penas son un cumplimiento de los sufrimientos de mi Señor resucitado. En la cruz Jesús ya había consumado nuestra redención en abrumadores e irresistibles dolores. Pero el espíritu del mundo, odia al Hijo de Dios resucitado y soberano junto con todos los que creen en él e intenta destruir su iglesia desde adentro y desde afuera. Por eso, los sufrimientos del apóstol Pablo significan las angustias de incontables mártires, un cumplimiento de los sufrimientos de Cristo, que se van cumpliendo de generación en generación, hasta que llegue el día del juicio final. (Mateo 10:17.22; 24:9; Hechos 14:22; Romanos 8:17-18; Apocalipsis 6:11; 14:13 y otros).
Antes, cuando Pablo aún estaba en libertad, había escrito frases extrañas: “También nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado” (Romanos 5:3-5; 2. Corintios 4:17). El apóstol sabía que al hombre natural no le gusta negarse a sí mismo, por eso, Jesús permite a veces sufrimientos en la vida de los suyos, para que mueran a su orgulloso y sensible ego. Pero esto es posible solamente cuando el poder de Cristo actúa en ellos. Jesús soporta y sufre con nosotros, al tener que sobreponernos a nuestro propio orgullo y el odio de nuestros enemigos. Pablo mismo se ejercitaba en la paciencia durante su larga prisión preventiva, amaba de corazón a sus enemigos, confiaba que la presencia de Jesús estaba junto a él, en la prisión y crecía en la esperanza de la gloria futura . El comprendía que sus sufrimientos por amor a Jesús, como también sus oraciones, contribuirían a la rapidez de la edificación de las iglesias.
ORACIÓN: Señor, tu siervo Pablo sufrió mucho en su servicio, pero tú compartiste con él las penas. Muchos convertidos hoy día sufren persecución. Tú estás y sufres con ellos. Afirma a cada uno que padece por amor de tu nombre, en amor y paciencia, para que tu cuerpo espiritual crezca y tú seas glorificado. Amén.
PREGUNTA:
- ¿Por qué nuestros sufrimientos por amor a Jesús son también sus sufrimientos?