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ROMANOS - El Señor es nuestra Justicia
Estudios en la Epístola de Pablo a los Romanos
El comienzo: Salutación, agradecimiento a Dios y énfasis sobre “la Justicia de Dios”, como lema de su Epístola (Romanos 1:1-17)

a) Presentación y bendición apostólica (Romanos 1:1-7)


ROMANOS 1:7
7 “Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo”.

La bendición apostólica, con la cual Pablo comienza la mayor parte de sus epístolas, es un concentrado resumen de su conocimiento teológico, una breve afirmación de su autoridad apostólica, y el reconocimiento de sus muchas bendiciones, las cuales derrama sobre sus lectores. Así que, ponte conscientemente bajo la lluvia de gracia que aportan estas palabras y considéralas en tu corazón para que puedas ser rico en Dios. Guarda la bendición apostólica en tu corazón y deléitate con ella, palabra por palabra.

La primera cosa con la que el apóstol te presenta es la gracia completa, porque estás perdido y pereciendo, pero Dios te ama y no quiere destruirte. Debido a la muerte de su Hijo, en lugar de juzgarte, Dios te justificará. Gracia es una expresión legal del amor de Dios. El Santo Ser continua siendo justo, aun si te justifica a ti que no eres digno de ser justificado. Todos los dones de Dios son tuyos, y todas las respuestas de tus oraciones son un favor que te hace, porque no mereces nada, sino su ira.

No obstante, nuestro estado delante de Dios ha cambiado desde la muerte de Cristo; antes había enemistad entre Dios y el pecador, pero ahora la paz ha sido efectuada debido a la reconciliación obrada por medio de la cruz. El Santo Ser eterno no nos destruirá. Las primeras palabras que Cristo dijo después de su resurrección fueron: “Paz a vosotros”. Él cumplió todos los requisitos de la Ley, y ahora no hay ninguna acusación pendiente contra nosotros delante de Dios, porque la sangre de Cristo nos ha limpiado. Una nueva era comenzó con la verdadera paz que mora en el corazón purificado.

Cualquier persona que acepta la grandeza de la gracia de Cristo y vive en paz con Dios, es consciente de que es un gran milagro que el Creador y Omnipotente no es un tirano que quiere que le adoremos con miedo, sino nuestro Padre que nos ama y nos cuida. No nos abandona, sino que tiene paciencia para con nosotros. No hay palabras en el Nuevo Testamento más hermosas que “Dios nuestro Padre”. Este conocimiento teológico nos viene dado por Cristo mismo. El concepto del la paternidad de Dios es la nueva revelación que tenemos en el cristianismo. Es más, el propósito de la cruz es limpiarnos y hacernos aptos para ser adoptados a la familia de Dios, para experimentar el segundo nacimiento, y para tener la vida eterna morando en nosotros. Todo esto es para que Dios pueda ser verdaderamente nuestro Dios y nosotros sus hijos.

¿Conoces tú a Jesucristo? ¿Reconoces su grandeza y su humildad? Es tanto hombre como Dios en su Persona. Renunció a su gloria y se humilló para redimirnos. Y cuando había efectuado la redención para toda la humanidad, ascendió a su Padre, donde se sentó a la diestra de Dios, altamente honrado, porque es el único que podía reconciliar al mundo a Dios. Es por ello que Jesús heredó la autoridad de Dios. Él es el mismo Señor. ¿Es también tu Señor? Quiere tener autoridad sobre su vida, para purificar, santificar y utilizarte como a Él le complace.

ORACIÓN: O Padre celestial, tú eres mi Padre en Jesucristo. Me elegiste, perdido y vil, para que fuese hijo tuyo. Me postro delante de ti, te adoro, y te amo, dándote mi vida, mi dinero, mi fuerza, y mi tiempo, a ti y a tu Hijo. Haz de mí lo que quieras para que no te avergüence, sino que glorifique tu paternidad con el comportamiento que corresponde a tu nombre. Gracias porque enviaste a tu Hijo Jesús para salvar a todos los pecadores. Te adoro con eterna alabanza.

PREGUNTA:

  1. ¿Cuál afirmación en la bendición apostólica consideras la más importante y la más necesaria con respeto a tu vida?

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