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MATEO - ¡Arrepiéntanse, Porque El Reino De Cristo Está Cerca!
Estudios sobre el Evangelio de Cristo según Mateo
PARTE 5 - LOS SUFRIMIENTOS Y LA MUERTE DE CRISTO (MATEO 26:1-27:66)

28. Los extraños acontecimientos tras la muerte de Jesús (Mateo 27:51-53)


MATEO 27:51-53
51 En ese momento, la cortina del santuario del Templo se rasgó en dos, de arriba a abajo. La tierra tembló y se partieron las rocas. 52 Se abrieron los sepulcros y muchos creyentes que habían muerto resucitaron. 53 Salieron de los sepulcros y, después de la resurrección de Jesús, entraron en la ciudad santa y se aparecieron a muchos.
(Éxodo 26:31-33, 2 Crónicas 3:14)

Las consecuencias de la muerte de Cristo pronto se manifestaron. El velo del templo, que separaba el lugar santísimo, se rasgó en dos. Esto tiene un profundo significado: el Antiguo Pacto llegó a su fin y comenzó el Nuevo. El camino hacia un Dios santo ha sido abierto de par en par por la muerte de Cristo para todos los que creen en él, pues Dios se ha convertido en su Padre.

El velo del templo tenía la función de ocultar. Estaba prohibido para cualquier persona, excepto el sumo sacerdote, ver el interior del lugar santísimo, y este solo podía entrar una vez al año. Los rituales y la nube de incienso representaban la oscuridad de aquella dispensación (2 Corintios 3:13). Pero ahora, con la muerte de Cristo, todo fue revelado. Los misterios fueron desvelados para que cualquiera pudiera comprender su significado.

Cuando Cristo entregó su espíritu, la vida de Dios inmediatamente entró en algunos creyentes piadosos del Antiguo Testamento. Aquellos que han sido justificados por la sangre de Cristo no morirán para siempre. La muerte de Cristo ha provocado el mayor cambio en el mundo entero. El Espíritu de Dios habita en nosotros para siempre gracias a la expiación lograda por Cristo, y viviremos en comunión eterna con él.

Con su muerte en la cruz, Jesucristo venció, desarmó e inutilizó la muerte. Los santos que resucitaron fueron los primeros trofeos de la victoria de la cruz de Cristo sobre el poder de la muerte. Al destruir al que tenía el dominio sobre la muerte, cumplió la Escritura: "¿Dónde están, oh muerte, tus plagas? ¿Dónde está, oh sepulcro, tu destrucción?" (Oseas 13:14).

La fe comenzó a crecer entre los gentiles, quienes testificaron sobre la divinidad del Crucificado. Desde que los judíos rechazaron por primera vez el amor encarnado de Dios, millones de personas han acudido al Señor Jesús y han sido salvadas. ¿Ha llegado esta ola de gracia divina a ti? ¿Ha tocado tu casa y tu ciudad?

El poder del pecado ha sido derrotado. La ley ya no puede acusarnos, pues hemos muerto con Cristo por la fe. Hemos sido liberados de la ira de Dios, de la condena del pecado y del temor a la muerte. ¡Cristo es el vencedor! Nos ha hecho partícipes de su triunfo. Murió como nuestro sustituto y nos amó hasta el extremo, hasta la muerte misma. ¿Dónde está nuestra gratitud? ¿Cómo servimos al Salvador? ¿Cuándo hablaremos a otros sobre el acontecimiento más importante en la historia de la humanidad: el día de nuestra reconciliación con Dios?

Algunas personas dicen que Cristo no pudo haber sido nuestro sustituto, porque nadie que esté cargado con su propio pecado puede llevar el pecado de otro. Es cierto que quien está lleno de pecado no puede cargar con los pecados de los demás. Sin embargo, Cristo, que no conoció pecado, sí pudo ser el sustituto de todos los pecadores porque él es completamente santo. Por eso, Cristo tenía el derecho de llevar la carga de los demás. Lo alabamos, le damos gracias y recibimos de él nuestra resurrección de entre los muertos, porque nos ha justificado y santificado completamente por su gracia.

ORACIÓN: Señor Jesús, te glorificamos porque tu muerte ha abierto para todos el camino hacia Dios. Ahora tenemos el derecho de acercarnos al Santo para nuestra justificación por tu sacrificio, y ver que el Santo se ha convertido en nuestro Padre amoroso gracias a tu muerte sustitutoria por nosotros. Te damos gracias porque algunos justos del Antiguo Testamento salieron de sus tumbas cuando moriste, apareciendo ante muchos como evidencia de tu triunfo sobre la muerte, el pecado, Satanás y la ira de Dios. Tú eres nuestra vida y nuestro único Salvador. Te pedimos que nos guíes para aconsejar a aquellos que aún están muertos en sus pecados y no ven el misterio de la justificación, para que ellos también puedan vivir. Te agradecemos porque también abriste para ellos el camino hacia el Dios santo por la sangre preciosa que derramaste. Amén.

PREGUNTA:

  1. ¿Por qué un pecador no puede llevar los pecados de los demás?

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