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o) El muchacho epiléptico sanado (Mateo 17:14-21)
MATEO 17:14-18
14 Cuando llegaron a la multitud, un hombre se acercó a Jesús y se arrodilló delante de él. 15 Y dijo: —Señor, ten compasión de mi hijo. Le dan ataques y sufre terriblemente. Muchas veces cae en el fuego o en el agua. 16 Se lo traje a tus discípulos, pero no pudieron sanarlo. 17 —¡Ah, generación incrédula y malvada! —respondió Jesús—. ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganme acá al muchacho. 18 Jesús reprendió al demonio, el cual salió del muchacho, y este quedó sano desde aquel momento. (Marcos 9:14-29, Lucas 9:37-42)
Cristo descendió del monte de la transfiguración a los valles de los pecadores. En el monte conversó con Moisés y Elías, pero en el valle se encontró con un muchacho poseído por un demonio. Este cambio fue un impacto para los discípulos, quienes aún estaban cautivados por la gloriosa visión en el monte. Cristo los devolvió a la realidad de la lucha por liberar al endemoniado.
Los discípulos no lograron liberar al muchacho ni expulsar los espíritus inmundos, aunque lo intentaron en el nombre de Cristo. Su fe se había debilitado desde que Cristo les habló de su muerte. Sus corazones estaban llenos de temor, y se sentían turbados y confundidos.
Cristo llama a esta desconexión espiritual y falta de sumisión a la guía de Dios "incredulidad". Aquel que no permanece en la voluntad de Dios, sino que trata de cumplir la suya propia, es un incrédulo egoísta y obstinado. El padre, su hijo poseído por demonios, las multitudes, los escribas instruidos e incluso los discípulos, no estaban alineados con el amor de Dios y su plan de salvación. Por ello, permanecieron débiles y sin el poder de Cristo.
Las victorias de Cristo sobre Satanás se obtienen por el poder de su palabra, la espada que sale de su boca (Apocalipsis 19:21). Satanás no puede resistir las reprensiones de Cristo, aunque haya poseído los corazones de los hombres por mucho tiempo. Es un gran consuelo para quienes luchan contra principados y potestades saber que Cristo los ha desarmado y " los humilló en público al exhibirlos en su desfile triunfal” (Colosenses 2:15), triunfando sobre ellos en la cruz.
¡Examínate a ti mismo! ¿Qué impide tu unión con Jesús? ¿Por qué tu fe es débil e impotente? ¿Se ha enfriado tu amor hacia los hombres y hacia Dios? ¿Aún no has muerto a tu viejo ser? Pídele a Cristo que revele tu desobediencia y venza tu corazón rebelde. Luego, lleva a Cristo a los enfermos que necesitan la sanación del Gran Médico. Clama al amoroso Padre: " ¡Sí, creo! (…) ¡Ayúdame en mi falta de fe!” (Marcos 9:24).
Cristo respondió de inmediato a la oración del padre, que era débil en la fe, y expulsó al demonio de su hijo. El poder de Cristo no puede ser retrasado por el espíritu inmundo, si le pedimos con fe que actúe. Acude a Cristo, incluso si te sientes perturbado y sin fuerzas para hacer nada. Pídele que cumpla su victoria en ti y en los que te rodean. No te desanimes ni te rindas ante las circunstancias difíciles; cree en el poder de tu Señor y ora insistentemente con fe.
ORACIÓN: Padre celestial, los espíritus y los demonios no pueden interponerse en el camino de tu amado Hijo, porque Él es todopoderoso, humilde y santo. Te damos gracias porque tu Hijo liberó al muchacho poseído por Satanás y lo expulsó. Te pedimos que fortalezcas nuestra fe para que, en el nombre de Jesús, todos los espíritus inmundos se aparten de nuestros seres queridos y amigos, para que no caigan bajo la dominación del diablo, sino que sean completamente liberados para seguirte y permanecer en ti para siempre. Amén.
PREGUNTA:
- ¿Cómo reprendió Jesús a sus discípulos por no poder expulsar al demonio del muchacho?