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o) El muchacho epiléptico sanado (Mateo 17:14-21)
MATEO 17:19-21
19 Después los discípulos se acercaron a Jesús y, en privado, preguntaron: —¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo? 20 —Por la poca fe que tienen —respondió—. Les aseguro que si tuvieran fe tan pequeña como una semilla de mostaza, podrían decirle a esta montaña: “Trasládate de aquí para allá” y se trasladaría. Para ustedes nada sería imposible. 21 Pero esta clase no sale sino con oración y ayuno. (Mateo 10:1; 21:21, Lucas 17:6, 1 Corintios 13:2)
El ministerio cristiano puede requerir que seas constante en la oración y el ayuno para liberar a los poseídos por demonios. El ayuno te libera de las preocupaciones mundanas y dirige tus pensamientos hacia el cielo, permitiéndote hablar continuamente con tu Señor desde lo más íntimo de tu ser. Esta oración es eficaz tanto en esta vida como en la venidera, ya que cree que el nombre de Cristo quita los pecados de los corazones y expulsa a los espíritus malignos. Si pones tu mano en la suya, él te conducirá a actos maravillosos y, mediante tu fe, desatará las ataduras satánicas que mantienen cautivos a muchos.
Sin duda, no puedes mover montañas usando tu propio poder. Ni Cristo ni sus apóstoles llevaron a cabo esta promesa de forma literal. Ellos no movieron montañas, ya que eso no sería útil para nadie. El amor de Dios te impulsa a realizar servicios humildes para que la montaña de tu orgullo sea movida y puedas convertirte en un siervo de los pobres en el nombre y el amor de Cristo. Lo que no es posible para los hombres es posible para Dios. Él hace de ti una nueva criatura, permitiéndote actuar en armonía con su bondad y humildad, y participar del poder del Altísimo a través de la fe. El humilde puede hacer lo que su Señor Jesús desea que haga, porque el Todopoderoso no se niega a habitar en su corazón.
El ayuno y la oración son medios efectivos para derribar el poder de Satanás que actúa contra nosotros y para obtener el poder divino que nos asiste. El ayuno es útil para aumentar el fervor de nuestra oración. Es una muestra y un ejemplo de humildad, tan necesaria en la oración. También es un medio para mortificar ciertos hábitos corruptos y preparar el cuerpo para servir al alma en la oración.
ORACIÓN: Padre celestial, somos hijos de nuestra época. Por ello, nuestra fe suele ser débil y nuestro amor pequeño. Nos dirigimos a ti pidiéndote que nos libres del pecado y de la incredulidad para que podamos aferrarnos a tu Hijo. Anhelamos estar llenos de amor, perdonar completamente a nuestros enemigos y hacer lo que tú mandas para la salvación de quienes nos rodean.
PREGUNTA:
- ¿Cuál es el secreto del fluir del poder de Dios en los siervos de Cristo?