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a) Las Bienaventuranzas (Mateo 5:1-12)
MATEO 5:11-12
11 »Dichosos serán ustedes cuando por mi causa la gente los insulte, los persiga y levante contra ustedes toda clase de calumnias. 12 Alégrense y llénense de júbilo, porque les espera una gran recompensa en el cielo. Así también persiguieron a los profetas que los precedieron a ustedes. (Mateo 10:22; Hechos 5:41; 1 Pedro 4:14; Hebreos 11:33-38; Santiago 5:10)
El Señor reitera la bendición de sus mensajeros despreciados. Porque el espíritu del mundo odia a Dios y a aquellos que han nacido de su Espíritu. Los hijos de este mundo ponen a prueba a los hijos del Altísimo, así como Satanás había probado a Cristo y a sus apóstoles. El Señor les dice claramente, de antemano, lo que les sucederá. Pueden ser perseguidos, acosados, desprestigiados, abandonados como la "escoria de la tierra" (1 Corintios 4:13), multados, encarcelados, desterrados, despojados de sus bienes, excluidos de lugares de beneficio y confianza, azotados, a veces entregados a la muerte y contados como ovejas para el matadero. Este ha sido el efecto de la enemistad de la descendencia de la serpiente contra la descendencia santa, desde los días del justo Abel. Así fue en los tiempos del Antiguo Testamento. Cristo nos ha dicho que sería mucho más así con los creyentes activos en su iglesia, y no debemos considerarlo extraño (1 Juan 3:13). Él nos ha dejado un ejemplo.
En la amarga hora del sufrimiento, cuando pierdas tu casa o tu trabajo debido a la persecución, el Hijo de Dios te anima a regocijarte y alegrarte sobremanera. Los sufrimientos del tiempo presente no se pueden comparar con la gloria que se revelará en ti y en otros creyentes fieles. Entonces, ¿por qué deberías lamentarte? Alégrate, regocíjate y da gracias, porque el reino de los cielos está cerca.
Dios proveerá para aquellos que sufren por su causa. Incluso aquellos que pierdan la vida no lo perderán al final. La vida en el cielo con Jesús, finalmente, será una recompensa abundante por todas las dificultades que enfrentamos en nuestros días.
Los profetas fueron perseguidos y maltratados como tú. ¿Esperas ir al cielo de manera diferente? ¿No se burlaron de Isaías por sus enseñanzas y de Eliseo por su calvicie? Por lo tanto, no te maravilles como si fuera un hecho extraño, ni murmures porque es algo difícil. Es un consuelo ver el camino del sufrimiento como un camino transitado por muchos y como un honor seguir a tales líderes en la fe. La gracia que fue suficiente para ellos, para llevarlos a través de sus sufrimientos, no estará menos disponible para ti. Aquellos que son tus enemigos son la semilla y los sucesores de aquellos que antaño se burlaban de los mensajeros del Señor.
Por lo tanto, “alégrense y llénense de júbilo”. No es suficiente ser paciente y contentarse bajo estas persecuciones como bajo aflicciones comunes, y no devolver mal por mal. Debes regocijarte, porque el honor y la dignidad, el placer y la ventaja, de sufrir por Cristo, son mucho mayores que el dolor o la vergüenza de ello. No es que debamos enorgullecernos de nuestros sufrimientos (eso arruinaría todo), pero debemos encontrar placer en ellos, como lo hizo Pablo (2 Corintios 12:10), sabiendo que Cristo permanece con nosotros y que no nos abandonará.
ORACIÓN: Te damos gracias, Padre celestial, por aceptarnos como tus hijos por gracia. Perdónanos nuestro miedo, nuestra terquedad y nuestro aferramiento a los valores terrenales. Enséñanos la misericordia, la paciencia y la pureza de Cristo. Danos poder y valentía para confesar el evangelio de tu paz. Guárdanos cuando seamos rechazados por nuestros amigos y nuestra familia, para que podamos bendecir a los que nos odian, amar a los que nos golpean y orar por los que nos persiguen. Haznos firmes en la alegría y el gozo porque tú estás con nosotros, centrado en nosotros. Por favor, consuela a los que sufren hoy por tu santo nombre.
PREGUNTA:
- ¿Qué salario reciben los creyentes perseguidos?