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15. Jesús ante el Sanedrín (Mateo 26:57-68)
MATEO 26:63-64
63 Pero Jesús se quedó callado. Así que el sumo sacerdote insistió: —Te ordeno en el nombre del Dios viviente que nos digas si eres el Cristo, el Hijo de Dios. 64 —Tú lo has dicho —respondió Jesús—. Pero yo les digo a todos: De ahora en adelante ustedes verán al Hijo del hombre sentado a la derecha del Todopoderoso y viniendo sobre las nubes del cielo. (Salmo 110:1, Daniel 7:13, Mateo 16:27, Juan 10:24)
Cuando terminó el interrogatorio de los testigos y Jesús fue hallado inocente, Caifás intentó otra estrategia. Buscó hacer que Cristo dijera algo que, según la ley judía, se considerara blasfemia. Lo puso bajo juramento para que declarara quién era y respondiera la pregunta decisiva: ¿era él el Mesías esperado, el Hijo del Dios viviente?
En el punto más alto de este juicio, Jesús rompió su silencio y pronunció un juicio contra su juez. Dirigiéndose a Caifás, respondió a su pregunta diciendo, en esencia: "Es como tú lo has dicho. Tú conoces la verdad y la has declarado, pero no crees en mi divinidad. Por esto, perecerás a menos que te arrepientas".
Cristo también dirigió sus palabras a los líderes judíos que lo escuchaban atentamente. Se declaró a sí mismo como el Hijo del Hombre que se sentará a la derecha del único poder en el mundo. Vendrá nuevamente en las nubes de gloria para juzgar a los vivos y a los muertos, incluyendo a los jueces que estaban presentes ante él.
Jesús citó la profecía de David en Salmo 110:1 para revelar su esencia: "Así dijo el Señor a mi Señor: «Siéntate a mi derecha, hasta que ponga a tus enemigos por debajo de tus pies»". Al aplicar esta profecía a sí mismo, Jesús se identificó con el Señor del pacto, un Gobernante en completa unión con él. Consideró a los ancianos que estaban ante él como los enemigos que Dios pondría bajo sus pies. Al finalizar su testimonio divino y su condenación contra sus jueces, testificó que él era el Hijo del Hombre mencionado en Daniel 7:13-14. Es él quien vendrá en las nubes del cielo, autorizado por su Padre celestial y coronado con gloria para juzgar a todas las naciones y personas. Jesús no renunció a ninguno de sus derechos. Se declaró el Juez eterno y juzgó a sus jueces con su testimonio contundente.
ORACIÓN: Nuestro justo Señor Jesucristo, tú te declaraste claramente ante los líderes de tu nación. No negaste tu divinidad, sino que afirmaste bajo juramento las promesas del Antiguo Testamento, proclamando que eres el Hijo de Dios en el cuerpo del Hijo del Hombre. Desafiaste a tus jueces a creer en ti y adorarte, porque tú eres el Cristo prometido y el Señor mismo. Te glorificamos porque, en una sola frase, llamaste a los líderes de tu nación al arrepentimiento y a entregarse a ti; de lo contrario, tu juicio final caería sobre ellos. Te glorificamos porque revelaste tu autoridad a quienes te escuchaban mediante tu testimonio, de acuerdo con su comprensión, haciendo que fueran responsables de sus decisiones personales.
PREGUNTA:
- ¿Cuál es el significado del testimonio único de Jesús ante el Sanedrín?