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5. La tercera amonestación (Mateo 23:15)
MATEO 23:15
15 »¡Ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos, hipócritas! Recorren tierra y mar para ganar un solo partidario, y cuando lo han logrado lo hacen dos veces más merecedor del infierno que ustedes.
En la época de Jesús, muchos judíos trabajaban arduamente para difundir su religión monoteísta por todo el mundo. Al mismo tiempo, había personas que estaban hartas de los mitos griegos y sus dioses pendencieros. Se complacían en saber que el Señor es uno, y se deleitaban con los Diez Mandamientos y la bien ordenada ley de Dios. Sin embargo, estas conversiones iniciales, mostradas por la circuncisión y la inmersión en agua, disminuyeron con el tiempo. La atención se centró en disputas sobre principios legislativos y juristas, y sobre lo que era aceptable y lo que no lo era. Los ortodoxos se volcaron en las observancias y se endurecieron más que los hipócritas fariseos. Este espíritu de legalismo conducía al endurecimiento, y no a la salvación. Por eso Jesús tuvo que hablar de la boca abierta del infierno a los hipócritas y escribas.
Diversos credos aceptaron el concepto de un Dios único con la obligación de su ley, estableciendo sus civilizaciones sobre la piedad y el temor a Dios. Amenazaban a la gente con castigos severos y terribles para que no transgredieran la ley. Sin embargo, no comprendieron al manso Cordero de Dios. Rechazaron la reconciliación con Dios y cambiaron el significado de su Palabra. No aprendieron de la renovación basada en la cruz, no buscaron amar a sus enemigos, y no tenían paz espiritual en sus corazones. Además, se opusieron a la unidad de la Santísima Trinidad. Cristo murió por ellos y trató de reconciliarlos con Dios, pero rechazaron (y siguen rechazando) la salvación que se les ofreció.
Es triste pensar cuántos están bajo la guía de tales líderes ciegos, que tratan de mostrar a otros el camino que ellos mismos ignoran. Sus centinelas son “ciegos” (Isaías 56:10). A menudo, a la gente le gusta que sea así, y prefiere que los videntes no vean. Pero es malo cuando los líderes del pueblo los hacen errar (Isaías 9:16). Aunque la condición de aquellos cuyos guías son ciegos es triste, la de los propios guías ciegos es peor. Cristo anuncia ay de los guías ciegos que tienen que responder por la sangre de tantas almas.
ORACIÓN: Padre Santo, te glorificamos porque nos diste a luz como hijos tuyos en Espíritu. Te damos gracias porque nos dejaste pasar a la limpieza, el amor y la alegría por la muerte expiatoria, la gloriosa resurrección y la inminente venida de Cristo. Ayúdanos a presentar en todos los continentes el evangelio de tu paz y amor a los hijos del infierno para que te vean y te acepten, a fin de ser transformados en hijos de Dios por la gracia.
PREGUNTA :
- ¿Por qué la predicación de los fariseos crea, al final, hijos del infierno?