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MATEO - ¡Arrepiéntanse, Porque El Reino De Cristo Está Cerca!
Estudios sobre el Evangelio de Cristo según Mateo
PARTE 2 - CRISTO ENSEÑA Y MINISTRA EN GALILEA (MATEO 5:1 - 18:35)
D - LOS JUDÍOS INCRÉDULOS Y SU ENEMISTAD CON JESÚS (MATEO 11:2 - 18:35)
3. EL MINISTERIO Y LOS VIAJES DE JESÚS (MATEO 14:1 - 17:27)

j) La confesión decisiva de Pedro sobre la divinidad de Jesús (Mateo 16:13-20)


MATEO 16:13-16
13 Cuando llegó a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: —¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre? 14 Le respondieron: —Unos dicen que Juan el Bautista, otros que Elías, y otros que Jeremías o uno de los profetas. 15 —Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo? —preguntó Jesús. 16 —Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente —afirmó Simón Pedro
(Mateo 14:2; 17:10, Marcos 8:27-30; 9:18-21, Lucas 7:16, Juan 6:69)

Después de que la gente de Galilea abandonara a Cristo por temor a los líderes judíos, Jesús llevó a sus discípulos a la región de Cesarea de Filipo, gobernada por Felipe, uno de los hijos de Herodes el Grande. Allí, Jesús pudo descansar, tener paz y alejarse de sus opresores. Continuó formando a sus seguidores para que estuvieran preparados para predicar, edificar y establecer el reino de Dios después de su muerte.

Cristo no preguntó: “¿Quién dicen los escribas y fariseos que soy yo?”. Ellos estaban llenos de prejuicios en su contra y afirmaban que era un engañador aliado con Satanás. Jesús preguntó: “¿Quién dice la gente que soy yo?”. Se refería a la gente común, a la que los fariseos despreciaban. Cristo hizo esta pregunta no porque desconociera la respuesta, pues si Él sabe lo que los hombres piensan, mucho más sabe lo que dicen. La gente común conversaba más abiertamente con los discípulos que con su Maestro, y por ello Jesús quiso guiarlos para que expresaran lo que antes solo comentaban en secreto. Cristo no había declarado abiertamente quién era, sino que había permitido que las personas lo dedujeran de sus obras (Juan 10:24-25). Ahora deseaba que se hiciera público lo que la gente pensaba de esas obras y de los milagros que sus apóstoles realizaban en su nombre.

La mayor parte del tiempo, Cristo se refería a sí mismo como "el Hijo del hombre". Esto indicaba que Cristo era un hombre como sus discípulos y como nosotros. Sin embargo, este título encierra el mayor milagro: Dios apareció en forma humana para acercarse a nosotros y vencer las tentaciones y debilidades de nuestro cuerpo. Este título también implica que Jesús es el Juez eterno que se sentará en el trono y regresará en la gloria de su Padre, acompañado de multitudes de ángeles que enviará para ejecutar el juicio. En el Antiguo Testamento, la expresión “el Hijo del hombre”, tomada del profeta Daniel, capítulo 7, era reconocida como una referencia a la venida de Cristo con gran poder en forma celestial. El evangelista Mateo menciona este título en numerosos pasajes de su evangelio, en los capítulos 8, 9, 10, 11, 12, 13, 16, 17, 18, 19, 20, 24, 25 y 26. En todo el Nuevo Testamento, este título aparece ochenta veces, de las cuales treinta se encuentran en Mateo.

Por obra del Padre, Jesús guió pacientemente a sus discípulos hacia el entendimiento de su naturaleza divina. En ese momento, Pedro se levantó y confesó con firmeza la verdad de las Escrituras, declarando que Jesús de Nazaret era el "Cristo", el Mesías prometido a David por Dios mil años antes, y a quien los profetas fieles habían esperado durante siglos. Con esta declaración, Jesús alcanzó un punto crítico en su ministerio con los discípulos. A partir de ese momento, se dedicó a enseñarles y moldearlos en esta gran verdad.

Pedro profundizó en su testimonio, atreviéndose a llamar al Hijo del hombre el Hijo de Dios, nacido del Espíritu Santo, lleno de gracia y verdad. Cabe destacar que atribuir a Jesús los títulos de “Cristo” e “Hijo de Dios” fue lo que llevó al Sanedrín judío a condenarlo a muerte. Esto demuestra que la confesión de Pedro implicaba un peligro real para Jesús y para sus seguidores si era proclamada públicamente.

ORACIÓN: Señor Jesucristo, te glorificamos y te amamos porque eres el Hijo del hombre y el Hijo de Dios al mismo tiempo. Viniste para redimirnos del pecado, de la muerte y de Satanás, y para hacernos verdaderos hijos de Dios en el amor. Te adoramos, nos regocijamos y proclamamos a todo aquel que quiera oír que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el Salvador del mundo. Danos un testimonio claro y sabio para que todo aquel que esté preparado para escucharte sepa que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, y te reciba con alegría.

PREGUNTA:

  1. ¿Qué significa el testimonio de Pedro: "Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente"?

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