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10. Una niña resucitada y una mujer sanada (Mateo 9:18-26)
MATEO 9:18-26
18 Mientras les decía esto, un dirigente judío llegó, se arrodilló delante de él y dijo: —Mi hija acaba de morir. Pero ven, pon tu mano sobre ella y vivirá. 19 Jesús se levantó y fue con él, acompañado de sus discípulos. 20 En esto, una mujer que hacía doce años padecía de hemorragias se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto. 21 Pensaba: «Si al menos logro tocar su manto, quedaré sana». 22 Jesús se dio vuelta, la vio y dijo: —¡Ánimo, hija! Tu fe te ha sanado. Y la mujer quedó sana en aquel momento. 23 Cuando Jesús entró en la casa del dirigente y vio a los flautistas y el alboroto de la gente, 24 dijo: —Váyanse. La niña no está muerta, sino dormida. Entonces empezaron a burlarse de él. 25 Cuando se les hizo salir, entró él, tomó de la mano a la niña y esta se levantó. 26 La noticia se divulgó por toda aquella región. (Mateo 14:36; Marcos 5:21-43; Lucas 8:40-56)
Cristo triunfó sobre los poderes y autoridades contrarios a Dios y a Su reino espiritual. Finalmente, venció a la muerte. ¡Qué gran verdad! Después de mostrarnos cómo Jesús triunfó sobre diversas enfermedades, tormentas, espíritus, pecados y leyes, Mateo nos muestra cómo Cristo ahuyentó a la muerte, nuestro último enemigo. Cristo nos ofrece una liberación total de toda carga y temor y nos guía hacia la vida eterna. ¿Triunfas en Cristo?
Un anciano líder (rabino) de la sinagoga de Cafarnaúm tenía una hija enferma. Todos los que intentaban curarla no lograban controlar su enfermedad. La hija estaba a punto de morir y su padre estaba terriblemente angustiado. Se apresuró hacia Jesús y se postró ante Él en público, a pesar de ser el rabino de la sinagoga, sabiendo que la adoración solo corresponde a Dios y no a los hombres. Al postrarse ante Jesús, confesó que lo consideraba una figura divina. Pero Cristo aceptó esta adoración, porque Él es Dios verdadero de Dios verdadero, siendo de la misma esencia que Su Padre. La fe del jefe de la sinagoga le hizo rogar a Jesús que curase a su hija, pues ya había visto que la imposición de manos de Cristo sobre los enfermos los sanaba perfectamente. Cristo fue inmediatamente con él, pues la situación era crítica, pero mientras estaba en medio de la multitud, una mujer enferma se acercó a Él y tocó su manto sin pronunciar palabra. Cristo sintió que el poder había salido de Él, porque su toque era el de la fe y no como el de las multitudes que le rodeaban. Jesús se detuvo, se volvió y la vio. Percibió su historia y le habló en público, como testimonio ante todos. Confirmó su fe en ella, porque la fe toma poder, vida y gracia de Cristo.
Este retraso fue una dura lección para el rabino de la sinagoga, que se apresuraba a punto de morir. Jesús quería que aprendiera que el Señor no prefiere a los de alta alcurnia a los demás, y que obra en armonía con la fe del que le busca, sea pequeña o grande, sea mujer u hombre.
Cuando finalmente llegaron a la casa, la hija ya estaba muerta. Cristo describió su muerte como un sueño, lo que hizo que las mujeres que lloraban se burlaran de Él. Ellas confirmaron al Señor de la vida que la hija no estaba casi muerta, sino realmente muerta.
Al ver el poder de la muerte y la ignorancia de la multitud, Jesús se alteró. No permitió entrar a nadie, excepto a los padres de la niña y a tres de sus discípulos. Se detuvo en silencio ante la niña muerta y la tomó de la mano. Entonces su espíritu regresó, y la muerte se deshizo derrotada y vencida, porque el poder de Cristo se extiende más allá de la pantalla de la vida, y el poder de Sus palabras vence a la muerte. La niña se levantó, caminó entre sus padres, y todos quedaron conmocionados y asombrados.
Cristo no es solo el Creador, sino también el Dador, el Guardián, el Protector y el Promotor de la vida. Por eso ordenó que se le diera de comer, lo que indica que estaba completamente recuperada y que el acto salvador de Cristo es completo hasta el extremo.
¡Qué gran consuelo para nosotros, seguidores de Cristo, que, por el poder de Su amor, ¡Él nos resucitará de entre los muertos también, porque Él conoce nuestro nombre! Cristo te tomará de la mano para que te levantes inmediatamente de tu muerte en pecados y vivas en Su vida eterna.
ORACIÓN: Oh Padre Celestial, estamos atados en pecados de acuerdo a nuestra naturaleza, pero Tu único Hijo es el Dador de vida, y la corriente del diluvio espiritual. Gracias por enviarnos a este único Libertador para que podamos obtener Tu vida eterna por la fe. Permítele que nos tome de la mano cuando leamos Tu evangelio para que podamos levantarnos inmediatamente junto con muchos otros hombres y mujeres jóvenes de nuestras comunidades.
PREGUNTA:
- ¿Cómo resucitó Jesús a la hija muerta según Mateo?