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3. Un hermoso relato del ministerio del Salvador (Mateo 4:23-25)
MATEO 4:23-25
23 Jesús recorría toda Galilea enseñando en las sinagogas, anunciando las buenas noticias del reino y sanando toda enfermedad y dolencia entre la gente. 24 Su fama se extendió por toda Siria y le llevaban todos los que padecían de diversas enfermedades, los que sufrían de dolores graves, los endemoniados, los epilépticos y los paralíticos, y él los sanaba. 25 Lo seguían grandes multitudes de Galilea, Decápolis, Jerusalén, Judea y de la región al otro lado del Jordán. (Marcos 1:39; Lucas 4:31-44; Lucas 6:17-19)
¡Qué hermosos son estos versículos, que pueden considerarse un resumen de todo el evangelio! Exponen en pocas palabras lo que Jesús dijo e hizo, dónde y a quién. Vuelve a leer el texto y obtendrás una visión panorámica del ministerio salvador de Jesús.
Podía haber lanzado una proclama para convocar a todos a venir a él, pero para mostrar su humildad y la dignidad de su gracia fue a ellos. Es manso y humilde de corazón, y vino a buscar y a salvar. Josefo, el famoso historiador judío, dice: "Había más de doscientas ciudades y pueblos en Galilea, y a todos, o a la mayoría, los visitó Cristo."
Enseñaba a los piadosos en las sinagogas y predicaba a los desatendidos incrédulos en las calles, los patios y el campo. Mateo nos muestra la diferencia esencial entre enseñar y predicar. Enseñar es estudiar a fondo el conocimiento mediante la interpretación de los textos dados, aportando ideas bien ordenadas según la creencia y dando respuestas a las preguntas del estudio. La predicación, en cambio, es como el sonido de una trompeta. Es la llamada de Dios a los pecadores para que vengan a la luz de la gracia y reciban la salvación. El propósito de la enseñanza es explicar principios que deben ser implementados en la vida práctica, mientras que el propósito de la predicación es ofrecer el evangelio de salvación a los incrédulos. Jesús fue maestro y predicador al mismo tiempo.
El contenido de su enseñanza y predicación era el evangelio del reino. La palabra "evangelio" en griego es "euangelion". Era un anuncio oficial utilizado en aquella época en la casa del César romano para acontecimientos como el nacimiento de sus hijos o la victoria sobre sus enemigos. La palabra significa una proclamación de buenas nuevas a nivel de la familia real. Sin embargo, el evangelio de Cristo es Dios hablándonos del nacimiento de su Hijo, que venció al pecado, a la muerte y a Satanás. La victoria sobre este enemigo, por medio de Jesucristo, concede una morada en el reino espiritual de los cielos a todos los que creen. Este reino espiritual crece y nadie puede detenerlo. El evangelio nos habla del crecimiento del poder del amor de Dios en el mundo.
Cristo no sólo habló con palabras, sino también con su vida. Su corazón estaba lleno de misericordia y compasión por los que sufrían bajo la autoridad de Satanás. Se apiadó de ellos y los curó por su gran amor.
Tiene autoridad sobre todos los espíritus y todas las enfermedades. Mateo utiliza aquí tres términos generales para revelar esto. Primero, "toda enfermedad", incluyendo a los ciegos, sordos, mudos y cojos; segundo, "toda dolencia", incluyendo la lepra, la disentería, la hidropesía y las hemorragias crónicas; tercero, tormentos, incluyendo la posesión demoníaca, la epilepsia y los ataques. Si la enfermedad era aguda o crónica, si una enfermedad agonizante o de desgaste, nada es demasiado difícil para Cristo para sanar con una palabra. Él es el Médico soberano tanto del alma como del cuerpo, y tiene dominio sobre todas las cosas. En Cristo, el paraíso vino a existir en medio de nuestro mundo. El Creador vino a su creación, y comenzó a renovar a los que creen en Él. Este hecho también puede encontrarse, con toda claridad, en libros no cristianos.
Curar a los enfermos no era la primera prioridad de Jesús. Se concentró en predicar a las multitudes y luego curó a los que creían en él. La renovación del mundo no comenzó con la caridad, la planificación económica o la seguridad social, sino con un giro espiritual a través del arrepentimiento y la creencia en Cristo. La confianza en la persona de Jesús cambia el corazón, la actitud y la situación. Muchos de los que se acercaron a Cristo no eran ricos, cultos o devotamente religiosos, sino miserables pecadores, enfermos o endemoniados. ¡Qué hermosa es la imagen de la persona de Jesús y la reunión de los necesitados y atormentados a su alrededor! Él es fuente de misericordia y bendición, de curación y esperanza.
Hoy vemos grandes multitudes alrededor de reyes y presidentes durante grandes reuniones. Oímos promesas vacías. Sus palabras no consuelan el corazón ni curan el cuerpo. Sin embargo, Jesús curaba a todos los que acudían a él y consolaba el corazón de todos los que creían en él. Nunca falló ninguna curación, sanaban rápidamente y los enfermos se iban enseguida, los pecados eran quitados y los espíritus inmundos eran expulsados. Los que se encomendaron a su gloria, confiaron en su deseo de salvarlos y en su voluntad de ayudarlos debieron experimentar directamente cómo el poder de Jesús corría por sus cuerpos enfermos.
¿Sabes quién es Jesús? Es el Salvador fiel que está lleno de amor por los pobres y los heridos. ¿Estás cerca de él? Te felicitamos por tu comunión con él, pues también nosotros somos de los que le necesitan cada día.
ORACIÓN: Te glorifico, Salvador del mundo, porque no rechazaste a los abatidos, despreciados, enfermos y desesperados, sino que los aceptaste, los curaste y los consolaste. Dios, te ruego que controle mi lengua para glorificarte. Te pido que muchos de mis amigos puedan entrar en el reino de tu amor. Oh Señor, por favor sana, habla, llama y triunfa. Me agolpo a tu alrededor, creyendo en tu poder y dominio. Confío en tu deseo y determinación de salvarme y de salvar a mi familia, amigos y vecinos. Te doy gracias por realizar hoy tu obra en mi nación.
PREGUNTA:
- ¿Por qué llamamos a Mateo 4:23-25 el pequeño evangelio o el resumen del evangelio?