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Previous Lesson -- Next Lesson HECHOS - En La Procesión Triunfal De Cristo
Estudios sobre los Hechos de los Apóstoles
PARTE 2 - Informes Sobre La Predicación Entre Los Gentiles Y La Fundación De Iglesias Desde Antioquía Hasta Roma - A Través Del Ministerio De Pablo, El Apóstol Comisionado Por El Espíritu Santo (Hechos 13 - 28)
E - El Encarcelamiento De Pablo En Jerusalén Y En Cesarea (Hechos 21:15 - 26:32)
12. Pablo ante Agripa II y su séquito real (Hechos 25:13 - 26:32)HECHOS 25:13-22 Los reyes se visitan y los príncipes se hacen regalos preciosos. Cada uno honra a su igual para que cooperen entre sí. Un hombre sencillo entre los poderosos no es más que un grano de trigo entre dos ruedas de molino. Agripa II, hijo del rey Herodes Agripa I (capítulo 12), era hermano de Drusila, esposa de Félix, el gobernador romano que abandonó Palestina. Agripa II visitó a Festo, el nuevo gobernador, acompañado de Berenice, su segunda hermana. Este rey no gozaba de muchos derechos ni de autoridades importantes, pero se le había encomendado la tarea de nombrar al sumo sacerdote y de destituirlo de su cargo. Tal privilegio tenía gran importancia en el caso de Pablo. Festo, el activo gobernador, contó al rey Agripa la extraña historia de Pablo, que era difícil de entender para cualquier romano. El alto consejo de los judíos pidió insistentemente al gobernador que condenara a muerte a Pablo rápidamente, como garantía de su disposición a cooperar con los ciudadanos, pero el sentido de la justicia del gobernador romano se opuso a esta insistencia, y exigió que se celebrara un juicio oficial en el que comparecieran tanto los acusadores como los acusados. Los judíos no pudieron presentar ninguna acusación civil contra Pablo. De este modo, Pablo parecía verdaderamente justo e inocente. Sin embargo, el nuevo gobernador pronto reconoció, al igual que el antiguo gobernador, que el desacuerdo entre ambas partes era doctrinal y que nada tenía que ver con el robo, la sedición o el asesinato. Se cristalizó en la mente del gobernador, como consecuencia de los acusadores y la defensa que todas las cuestiones se centraban en una persona llamada Jesús de Nazaret, quien había muerto, pero Pablo decía que estaba vivo. ¡Qué asombroso! Festo, el hombre terrenal, pronto comprendió el corazón del Evangelio. Esta es nuestra confesión y la esencia de nuestra fe: que Jesús fue crucificado y resucitó de entre los muertos para vivir para siempre. ¿Es esta verdad histórica también tu fe? ¿Encuentras en la muerte y resurrección de aquel que fue crucificado tu salvación, tu esperanza y tu fortaleza? ¿O sigues ciego como el gobernador educado que reconoció el meollo de la cuestión, pero no reconoció la esencia de Jesús en realidad? PREGUNTA:
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