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4. La fundación de la Iglesia de Filipos (Hechos 16:11-34)
HECHOS 16:16-18
16 Una vez, cuando íbamos al lugar de oración, nos salió al encuentro una joven esclava que tenía un espíritu de adivinación. Con sus poderes ganaba mucho dinero para sus amos. 17 Nos seguía a Pablo y a nosotros, gritando: —Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, y les anuncian a ustedes el camino de salvación. 18 Así continuó durante muchos días. Por fin Pablo se molestó tanto que se volvió y reprendió al espíritu: —¡En el nombre de Jesucristo, te ordeno que salgas de ella! Y en aquel mismo momento el espíritu la dejó.
El mundo está lleno de demonios que el apóstol Juan dijo: "El mundo entero está bajo el control del maligno". Hoy en día, podemos ver la autoridad de los astutos demonios públicamente. En la época de Jesús, los tenebrosos poseídos por los demonios corrían hacia la Luz original y gritaban: “¡Ah! ¿Por qué te entrometes, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Yo sé quién eres tú: ¡el Santo de Dios!". La adivina quedó impresionada por el espíritu de Pablo y el amor de sus compañeros, y gritó: "¡Cuidado, gente! ¡Estos hombres son los apóstoles de Dios, el Altísimo! Los guían para que se salven de los espíritus y de la muerte".
Esta adivina era conocida en toda la ciudad. La gente le sonreía y le temía al mismo tiempo. Muchos escuchaban atentamente sus anuncios, y caían en la mano de Satanás por preguntar a la adivina sobre su fortuna. Querido hermano, te aconsejamos que no acudas a un adivino o a un chamán para que te curen, porque tu fe en ellos te une a sus espíritus. Pablo se molestó por las palabras de esta endemoniada. ¿Por qué? Se sintió disgustado por la extraña voz, que salía de lo más íntimo de ella. Pablo no consideraba sus palabras como una buena propaganda para su evangelio, ni quería llamar la atención de toda la ciudad sobre su predicación a través de este espíritu engañoso.
Pablo también sabía que el espíritu de Satanás no es el Espíritu de Cristo, sino que es el padre de la astucia y el padre de la mentira. Pablo no quería en absoluto apoyar su predicación con el espíritu maligno de la adivina, que era mentirosa, aunque ella hubiera anunciado muchas de las verdades en el camino.
Nuestro Dios no es el Dios Altísimo entre los dioses, los espíritus y los demonios, sino que es el único Dios, y no hay otro dios. En aquella época, el mundo griego creía en muchos dioses y espíritus, por lo que la propaganda de aquella esclava significaba la corrupción de la fe en el único Dios del evangelio.
Además, el espíritu de Satanás no conocía a Dios que es uno en su esencia. No sabía que es el Padre Santo, y que su Hijo Jesucristo está sentado a su diestra reinando con él en la unidad del Espíritu Santo sobre la base de la redención por la cruz. El espíritu maligno tampoco confesó que Pablo y sus compañeros eran hijos de Dios, y no sólo sus siervos, pues la verdadera salvación no sólo nos libra del pecado, de la muerte y de Satanás, sino que también nos concede la adopción y el segundo nacimiento como hijos de Dios.
Así, el espíritu maligno negó a Dios y al corazón de la salvación, aunque habló del Creador y de su redención, haciendo de algo maravilloso algo contrario al designio de Cristo, que quiere la quietud y la meditación, pues a través de ellas el hombre se arrepiente, escucha las palabras de su Señor, reflexiona sobre ellas a través de su fe y se salva.
Pablo reconoció la posesión de la joven por el espíritu maligno. Vio su alma sufriente, y sintió repugnancia por la impureza del demonio, y su engaño a millones de personas. El apóstol se apiadó de la pobre muchacha, y expulsó al espíritu maligno de ella ordenándole que saliera de ella. Pablo no pudo expulsar al espíritu maligno en su propio nombre, como hizo Cristo. No. Pero el apóstol de los gentiles confesó que era inútil e incapaz, y que Jesucristo es el único Salvador. De este modo, ordenó al espíritu inmundo que saliera en el nombre de Jesucristo.
De hecho, este nombre único, Jesús es conocido en el infierno. Las personas necias son ciegas. Son fanáticamente e ignorantemente religiosos, y no conocen la verdad de Dios. Sin embargo, en la palabra de Pablo mostró quién es el verdadero Señor. Él es el Jesucristo vivo. Pablo no utilizó la propaganda del diablo para apoyar su predicación, sino que echó con su evangelio el espíritu maligno de la joven que sufría, y la salvó en su interior.
Incluso ahora, el nombre de Jesús tiene un gran poder. Pero no tenemos que usar este nombre como queramos, sino que tenemos que esperar humildemente la guía del Espíritu Santo, pues Pablo no echó al demonio de la muchacha en su primer encuentro con ella. Pero después de muchos días, y después de muchas oraciones, supo con certeza que Jesús mismo quería eso, y todo se realizó en una declaración decisiva: "En el nombre de Jesucristo". Aún hoy el grupo de gente que ora que camina en la protección de su Espíritu puede echar fuera a los espíritus inmundos. Así que vigila, querido hermano, para no hacer nada en tu propio nombre, jugando con tus pensamientos, y no uses el nombre de Jesús como una tentación para llevar a cabo tus deseos, sino sométete al evangelio y a su Espíritu para que veas la grandeza del Señor realizada a tu alrededor y en ti.
ORACIÓN: Oh Señor Jesús, te damos las gracias y te adoramos porque liberaste a la mujer poseída por el demonio del espíritu maligno. Tú sigues siendo el Señor de los señores, incluso hoy. Liberas a los individuos de las ataduras de los demonios y de las mentiras fabricadas. Abre los ojos de millones de personas para que vean las falsedades y mentiras religiosas, y sean salvadas en el poder de tu único nombre.
PREGUNTA:
- ¿Qué había de mentira en las palabras de la adivina poseída por el demonio? ¿Cuál era la verdad, dicha por Pablo?