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9. El fin de los mundos (Mateo 24:32-36)
MATEO 24:32-36
32 »Aprendan de la higuera esta lección: Tan pronto como se ponen tiernas sus ramas y brotan sus hojas, ustedes saben que el verano está cerca. 33 Igualmente, cuando vean todas estas cosas, sepan que el tiempo está cerca, a las puertas. 34 Les aseguro que no pasará esta generación hasta que todas estas cosas sucedan. 35 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras jamás pasarán. 36 »Pero en cuanto al día y la hora, nadie lo sabe, ni siquiera los ángeles del cielo, ni el Hijo, sino solo el Padre. (Isaías 51:6, Mateo 5:18, Hechos 1:7, Marcos 13:28-32, Lucas 21:29-33, 12:39, 40)
Cristo predijo que la tierra, la luna y las estrellas ciertamente pasarán. El Espíritu Santo también reveló estos eventos al apóstol Pedro y los explicó en su segunda carta, en los versículos 3:8-13. Sin embargo, Dios, en su inmensa compasión, prometió crear un nuevo cielo y una nueva tierra donde habitarán la justicia y la paz. Los seguidores de Cristo vivirán con Dios como una sola familia en gozo eterno.
Guarda las palabras de Cristo en tu corazón, porque son el mayor tesoro para la humanidad. Nos llevan de lo perecedero a lo eterno, y del pecado a la justicia. Escucha la palabra de Cristo más de lo que miras la televisión. Cree en su poder y actúa en consecuencia, entonces serás parte del nuevo mundo de Dios. Si tienes que viajar, huir de tu país o refugiarte en algún lugar para escapar de la destrucción venidera, lo más importante es poner la Santa Biblia (en lugar de dinero, oro o ropa) en tu bolso, pues es el alimento espiritual para tu alma. Sé sabio y nunca te separes de la palabra impresa de tu Señor. Sus palabras nunca cambiarán, incluso si todo el universo pasa. Sus palabras son inmutables, y Cristo mismo es la Palabra de Dios.
La palabra de Cristo es más segura y duradera que los cielos y la tierra. ¿Acaso él ha hablado y no lo cumplirá? (Isaías 38:15). Cuando los pilares del cielo y los cimientos de la tierra desaparezcan, la palabra de Cristo permanecerá con todo su poder y virtud.
Debemos confesar que muchas cosas sucederán para allanar el camino de la venida de Cristo, aunque no conocemos todos los detalles. Solo los necios pretenden saberlo todo. Cristo, en humildad, admitió que nadie conoce la hora del fin del universo, excepto su Padre. Después de su resurrección y triunfo sobre la muerte, testificó que toda autoridad en el cielo y en la tierra le había sido dada. En su visión en la isla de Patmos, el apóstol Juan vio que el Cordero inmolado era el único digno de abrir el rollo y romper sus sellos, incluyendo la interpretación de los últimos días. Así, la historia de la humanidad está en las manos de Cristo.
ORACIÓN: Señor Jesús, te adoramos porque eres el Rey de reyes, el Señor de señores, y tienes en tus manos el futuro de toda la humanidad. Perdónanos nuestra negligencia e indiferencia. Enséñanos a reflexionar sobre el fin del universo para que estemos preparados para tu venida, no con desesperación, sino con gratitud. Te glorificamos por tus palabras, que nos declaran que tú eres nuestra esperanza segura.
PREGUNTA:
- ¿Qué declaró Jesús sobre la parábola de la higuera?