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MATEO - ¡Arrepiéntanse, Porque El Reino De Cristo Está Cerca!
Estudios sobre el Evangelio de Cristo según Mateo
PARTE 4 - LOS ÚLTIMOS MINISTERIOS DE JESÚS EN JERUSALÉN (MATEO 21:1 - 25:46)
A - UNA DISPUTA EN EL TEMPLO (MATEOw 21:1 - 22:46)
5. Jesús cuenta cuatro parábolas (Mateo 21:28 - 22:14)

d) La parábola del gran banquete de bodas (Mateo 22:1-14)


MATEO 22:1-14
1 Jesús volvió a hablarles en parábolas y dijo: 2 «El reino de los cielos es como un rey que preparó un banquete de bodas para su hijo. 3 Mandó a sus siervos que llamaran a los invitados, pero estos se negaron a asistir al banquete. 4 Luego, mandó a otros siervos y les ordenó: “Digan a los invitados que ya he preparado mi comida. Ya han matado mis toros y mis reses cebadas; todo está listo. Vengan al banquete de bodas”. 5 Pero ellos no hicieron caso y se fueron: uno a su campo, otro a su negocio. 6 Los demás agarraron a los siervos, los maltrataron y los mataron. 7 El rey se enfureció. Mandó su ejército a destruir a los asesinos y a incendiar su ciudad. 8 Luego dijo a sus siervos: “El banquete de bodas está preparado, pero los que invité no merecían venir. 9 Vayan al cruce de los caminos e inviten al banquete a todos los que encuentren”. 10 Así que los siervos salieron a los caminos y reunieron a todos los que pudieron encontrar, buenos y malos, y se llenó de invitados el salón de bodas. 11 »Cuando el rey entró a ver a los invitados, notó que allí había un hombre que no estaba vestido con el traje de boda. 12 “Amigo, ¿cómo entraste aquí sin el traje de boda?”, dijo. El hombre se quedó callado. 13 Entonces el rey dijo a los sirvientes: “Átenlo de pies y manos y échenlo afuera, a la oscuridad, donde habrá llanto y crujir de dientes”. 14 Porque muchos son los invitados, pero pocos los escogidos».
(Lucas 14:16-24, Juan 3:29, Mateo 21:35, 24:2, Apocalipsis 19:8)

Como Cristo es el que discierne los pensamientos de los hombres, sabe cómo responderles. Esta parábola representa la oferta del evangelio y las diversas respuestas que se le dan. La parábola de la viña representa el pecado de los dirigentes que persiguieron a los profetas. También muestra el pecado del pueblo, que en general desatendía el mensaje, mientras sus líderes perseguían a los mensajeros.

Jesús contó cómo un rey hizo una boda para su hijo como ejemplo de la maravillosa boda espiritual de Dios para su Hijo. Los invitados representan a la novia. Todos los hombres están invitados a unirse en fe con el Hijo de Dios. Esta unión de fe significa verdadera alegría, deleite, súplica y agradecimiento. Toda la alianza del evangelio es como una boda llena de alegría, no una guerra santa llena de lágrimas y derramamiento de sangre. Cristo nos invita a la dicha suprema.

Aquellos que hacen un gran banquete seleccionan a los invitados. Los invitados de Dios son los hijos de los hombres. “Señor, ¿qué es el hombre”, para que sea así dignificado? Los primeros invitados fueron los judíos. Dondequiera que se predique el evangelio, esta invitación se lleva a cabo. Los ministros son los “siervos” que son enviados con la invitación (Proverbios 9:4-5).

En esta parábola, vemos que los invitados son realmente llamados e invitados a la boda. Esta invitación se envía a todos los que escucharon el alegre sonido del evangelio. Los siervos que traen la invitación no tienen una lista específica de invitados. No hay necesidad de ello, ya que todos están invitados. No se excluye a nadie, excepto a los que se excluyen a sí mismos. Todos los invitados a la cena están invitados a la boda. Están invitados a la boda, para que puedan salir al encuentro del Novio, porque la voluntad del Padre es que todos honren al Hijo (Juan 5:23).

En el evangelio no solo hay oferta de gracia, sino también persuasión de gracia. Persuadimos a los hombres, imploramos a los hombres en nombre de Cristo, como embajadores de Cristo (2 Corintios 5:11, 20). Vean hasta qué punto el corazón de Cristo está puesto en la felicidad de las pobres almas. No solo provee para ellas, según su necesidad, sino que también considera su debilidad y olvido.

Cuando los invitados tardaron en acudir, el rey envió a otros siervos. Pero no prevalecieron los profetas del Antiguo Testamento, ni Juan el Bautista, ni el propio Cristo (que les dijo que el reino de Dios estaba cerca). Finalmente, tras la resurrección de Cristo, se enviaron apóstoles y ministros del evangelio para decirles que las bodas estaban listas y persuadirles de que aceptaran rápidamente la oferta.

Si respondemos al evangelio (“Ya he preparado mi comida. Ya han matado mis toros y mis reses cebadas; todo está listo”), el Padre está listo para aceptarnos, el Hijo para interceder por nosotros, y el Espíritu para santificarnos. El perdón está listo, la paz está lista y el consuelo está listo. Las promesas están listas como pozos de agua viva. Los ángeles están listos para atendernos, la providencia está lista para obrar por nuestro bien, y el cielo, por fin, está listo para recibirnos. Es un reino preparado, listo “que se ha de revelar en los últimos tiempos” (1 Pedro 1:5).

Dios envió a sus profetas y mensajeros primero a los judíos, después a todo el mundo. Su servicio no es obligatorio ni penoso, sino voluntario y gozoso. No se cansan. No buscan su propia gloria, sino la gloria de su Señor. Su mensaje es: “Todo está preparado para la cena del Hijo de Dios”. Lo extraño en esta boda es que el novio es también el sacrificio. Él murió para justificar a los invitados. Dios había provisto todo para la fiesta del cielo. La salvación ha sido completada y está lista para todos. Te exhortamos, en nombre de Dios: “Ven, todo está preparado”.

Otra cosa extraña de esta parábola es que la mayoría de los que fueron invitados no vinieron. Las excusas eran infundadas, indicando que no querían estar con Dios. No lo amaban a Él, sino que se amaban a sí mismos y querían independizarse de su amor.

La razón por la que los pecadores no vienen a Cristo ni aceptan su salvación no es que no puedan, sino porque no quieren (Juan 5:40). Esta actitud aumenta la miseria de los pecadores. Podrían haber tenido felicidad si hubieran venido, pero eligieron rechazarla.

Para muchas personas, los negocios y los beneficios de las empresas mundanas les impiden venir a Cristo. En la parábola, cada uno de los que no venían daba una excusa. La gente del campo tenía que ocuparse de sus granjas. La gente del pueblo tiene que servir en sus tiendas. Deben comprar, vender y obtener ganancias. Es cierto que tanto los campesinos como los comerciantes deben ser diligentes en sus negocios, pero no hasta el punto de que el trabajo les impida seguir a Cristo.

Entonces el Santo se entristeció, ya que su amor es justo. Quien rechaza su gracia se separa de su luz. Esta es la ira de Dios: dejar que los incrédulos se destruyan por sí mismos. ¿Conoces la ira de Dios? Lee las noticias con ojos espirituales. Entonces te convertirás en un discernidor de la ira de Dios.

Después de que los que habían sido invitados se negaran a venir, Dios invitó a su banquete a los impuros, a los forasteros, a los malvados y a los enfermos. Los suyos no aceptaron su invitación, así que invitó a todos los pobres a las bodas de su Hijo. Nuestro gran Dios te invita en persona, ¿vendrás? ¿Aceptas que eres pobre, cojo y miserable?

Dios ofrece a quienes aceptan su invitación el vestido de la justicia. ¿Te has puesto el vestido de la gracia de Dios y te has adornado con las joyas del Espíritu Santo? Sin esta cobertura que vence tu maldad, no serías digno de permanecer en el banquete de Dios. El que piense que puede acercarse a Dios sin la vestidura de gracia de Cristo será expulsado al fuego eterno. El infierno no atormenta solo con llamas y sed, sino también con el temor y el temblor de la separación eterna en la oscuridad más profunda.

Cristo invitó a todos a su banquete de bodas, pero solo vinieron unos pocos. Los que vinieron fueron los elegidos de Dios. ¿Eres tú uno de ellos, vestido con la vestidura blanca de su justicia?

ORACIÓN: Te damos gracias, Padre, porque nos has invitado, siendo impíos, a participar en las bodas de tu Hijo. No somos dignos de este honor, pero la sangre de Jesucristo nos limpia de todos nuestros pecados, y tu Espíritu Santo nos adorna con amor, alegría y paz para que podamos vivir contigo y alabarte con todos los purificados del mundo. Ayúdanos a llamar y contactar con los solitarios, los pobres y los desesperados e invitarlos a tu banquete de bodas para que el cielo se llene de alegría y felicidad.

PREGUNTA:

  1. ¿Cuáles son los siete hechos extraños que se pueden encontrar en la boda del Hijo de Dios?

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