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h) Cuatro mil hombres alimentados (Mateo 15:29-39)
MATEO 15:29-31
29 Salió Jesús de allí y llegó a orillas del lago de Galilea. Luego subió a la montaña y se sentó. 30 Se acercaron grandes multitudes que llevaban cojos, ciegos, lisiados, mudos y muchos enfermos más; los pusieron a sus pies y él los sanó. 31 La gente se asombraba al ver a los mudos hablar, a los lisiados recobrar la salud, a los cojos andar y a los ciegos ver. Y alababan al Dios de Israel. (Marcos 7:37)
Jesús se sentó en un monte de la región semidesértica de Galilea. No podía entrar en su ciudad como solía hacerlo, porque los fariseos lo perseguían y habían provocado al pueblo en su contra. Los pobres acudían a Él en privado para ser sanados. Los lisiados pedían que alguien los llevara hasta Él, y Jesús los sanaba. También desató las lenguas de los mudos. Su evangelio, lleno del amor de Dios, hizo que muchos se volvieran a Él y permanecieran en Él. Cristo es la única esperanza para nuestro mundo enfermo.
Las multitudes necesitadas y desesperadas no lo dejaban ni de día ni de noche. Cuando notaron que finalmente se alejaba de Galilea, querían seguir beneficiándose de Él, aun si eso significaba pasar hambre y enfrentar dificultades en el desierto. Permanecieron cerca de Cristo para recibir su poder. ¿Cuánto tiempo permaneces tú con Cristo: minutos, horas, días o toda tu vida? Dondequiera que Cristo esté presente, actúa el poder salvador de Dios.
Tal era el poder de Cristo que sanaba toda clase de enfermedades. Aquellos que acudían a Él llevaban a sus familiares y amigos enfermos y los ponían a los pies de Jesús. No leemos que le dijeran nada, sino que los colocaban ante Él como objetos de compasión, confiando en que los miraría con misericordia. Sus calamidades hablaban más por ellos que la lengua del orador más elocuente. Sea cual sea nuestra situación, la única manera de encontrar alivio es ponerla a los pies de Cristo y dejarla ante Él. Él se da cuenta; debemos entregársela y permitirle que obre en nosotros. Aquellos que buscan sanidad espiritual de Cristo deben postrarse a sus pies para que los trate como Él considere mejor.
Los cojos, ciegos, mudos, lisiados y muchos otros fueron llevados a Cristo. Mira lo que ha causado el pecado: ha convertido al mundo en un hospital. ¡Cuántas enfermedades padecen los cuerpos humanos! Pero observa lo que hace el Salvador: vence a esos enemigos de la humanidad. Había enfermedades cuya causa y cura eran incomprensibles para la imaginación, pero aun así, los cuerpos enfermos obedecían las órdenes de Cristo. “Envió su palabra para sanarlos” (Salmo 107:20).
PREGUNTA:
- ¿Por qué Cristo podía sanar toda clase de enfermedades?