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b) Los riesgos de la predicación (Mateo 10:16-25)
MATEO 10:24-25
24 »El discípulo no es superior a su maestro ni el siervo superior a su amo. 25 Basta con que el discípulo sea como su maestro y el siervo como su amo. Si al jefe de la casa lo han llamado Beelzebú, ¡cuánto más a los de su familia! (Mateo 12:24; Lucas 6:40; Juan 13:16, 15:20)
Seguir a Cristo significa imitarlo en su amor, alegría y humildad, y servir en su poder. También significa aferrarse a Él en los sufrimientos, la muerte y la resurrección. Él nos guía y nunca nos abandona hasta que entremos en su gloria. Cristo no nos impondría un yugo o una carga pesada que Él no haya soportado antes. Los hombres lo odiaban y sus propios familiares lo negaban. Le pidieron que cayera en la trampa de los enemigos. Compareció ante el tribunal religioso y fue golpeado y azotado. Le escupieron en la cara y el rey Herodes se burló de Él. Luego fue condenado por el gobernador romano a otra flagelación y finalmente a la crucifixión. El gobernador romano lo crucificó, aunque demostró tres veces que era inocente. Sus enemigos lo tentaron astutamente en el momento de su muerte. Le pareció que Dios le ocultaba su rostro. Sin embargo, permaneció fiel en su fe, fuerte en su amor y firme en su esperanza. Él llevó en los sufrimientos de su cuerpo el juicio de Dios por el pecado en lugar de nosotros, y el maligno no tuvo ningún poder ni derecho sobre Él.
No enfrentaremos lo que Jesús enfrentó, ya que no llevamos el pecado del mundo y la ira de Dios no se derramará sobre nosotros, pero el enemigo del bien nos acecha para atormentarnos e intentar alejarnos de nuestro misericordioso Salvador. Somos débiles, pero Jesús nos toma de la mano y nos sostiene. No construimos nuestro futuro sobre nuestro propio poder, sino sobre la fidelidad de Jesús y el poder de su preciosa sangre.
Una de las prioridades fundamentales de la predicación es morir a tu excesiva sensibilidad y egoísmo, porque los hijos de la desobediencia dirán toda clase de mal contra ti y blasfemarán de Dios por tu causa. Los judíos llamaban a Jesús el gobernante del infierno. Negaron su poder, aunque sus milagros eran puros y desinteresados. Lo acusaron de gobernar un ejército de demonios tan numerosos como las moscas, ya que el nombre "Beelzebú" significa en arameo "el dios de las moscas". Sin embargo, Jesús no rechazó a sus enemigos, sino que defendió la dignidad de su Padre y del Espíritu Santo, pues se desprestigió a sí mismo y su gloria hasta el final.
ORACIÓN: Oh Señor Jesús, gracias porque soportaste muchos insultos, reproches, acusaciones y mentiras. Difundieron sobre ti toda palabra maligna. Pero tú continuaste en amor y bondad y hablaste con verdad y sabiduría. No intentaste seguirles la corriente, sino que continuaste tu camino para cumplir tu propósito, hacia la muerte en la cruz. Gracias por darnos la oportunidad de seguirte. Te pedimos que nos concedas el poder de soportar toda mala palabra y de continuar en el amor. Ayúdanos a declarar sabiamente la verdad, aunque esto nos lleve a la muerte. Permanece a nuestro lado para que podamos bendecirte, pues somos incapaces de perseverar y continuar sin tu ayuda. Amén.
PREGUNTA:
- ¿Qué quiere decir con su frase: “El discípulo no es superior a su maestro”?