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a) Las Bienaventuranzas (Mateo 5:1-12)
MATEO 5:7
7 Dichosos los compasivos, porque serán tratados con compasión. (Mateo 25:35-46; Santiago 2:13)
Los compasivos son aquellos que están piadosa y caritativamente inclinados a apiadarse, ayudar y socorrer a otros en la miseria. Un hombre puede ser verdaderamente compasivo, que no tiene medios para ser generoso o dadivoso, entonces Dios acepta la mente dispuesta. No sólo debemos soportar pacientemente nuestras propias aflicciones, sino participar de las aflicciones de nuestros hermanos. Hay que mostrar compasión y tener entrañas de misericordia (Colosenses 3:12).
Debemos compadecernos también de las almas de los demás y ayudarlas, compadecer al ignorante, instruir al descuidado y advertir a quien está en estado de pecado y rescatarlo como una rama en la hoguera.
También debemos tener compasión de los que están tristes y consolarlos sin ser severos con ellos. Debemos reconocer a los necesitados y suplir sus necesidades con sabiduría. Comparte “tu pan con el hambriento” y sacia “la necesidad del desvalido” (Isaías 58:7,10). Es más, un “justo atiende a las necesidades de su bestia” (Proverbios 12:10).
Quien es justificado por la sangre de Cristo, la misericordia de Dios habita en su corazón. Quien ama a Jesús por su gran amor reconciliador, perdonará voluntariamente todas las faltas de sus enemigos. El que tiene la unción del Espíritu Santo, no desprecia a un hombre sencillo, más bien lo ayuda, lo bendice y lo consuela. Sacrifica lo que tiene por él. Así pues, ¡Dios es amor! El que cree en nuestro Padre celestial entrará en ese amor. El que no conoce a Dios permanecerá en el odio, el desprecio y bajo el juicio. ¿Te has hecho misericordioso como Cristo, el más misericordioso? Si es así, el poder de Dios fluirá de tu corazón hacia nuestro mundo moribundo. Por tu fe en Cristo, serás justificado y resucitarás de entre los muertos a la vida eterna. Serás salvado del juicio final por su misericordia solamente, que será realizada por el amor de Dios derramado en su corazón a través del Espíritu Santo dado a ti. No te salvas por tus buenas obras, sino por la sangre de Jesucristo, que te convierte en un siervo amoroso.
Los misericordiosos tienen un cierto privilegio, como leemos en el Antiguo Testamento: "Dichoso el que piensa en el débil" (Salmo 41:1). En esto nos pareceremos a Dios, como nos manda Jesús: "Sean compasivos, así como su Padre es compasivo" (Lucas 6:36). Se nos invita incluso a llegar a ser perfectos, como Él es perfecto (Mateo 5:48). Esta es una prueba del amor de Dios. Uno de los deleites más puros y refinados de este mundo es hacer misericordiosamente buenas obras. En esta palabra: "Dichosos los compasivos", se incluye una palabra de Cristo, que sólo se encuentra en el testimonio de sus apóstoles: "Hay más dicha en dar que recibir" (Hechos 20:35).
PREGUNTA:
- ¿Cómo podemos pasar de ser egoístas a ser compasivos?