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4. El motín de los plateros en Éfeso (Hechos 19:23-41)
HECHOS 19:35-41
35 El secretario del concejo municipal logró calmar a la multitud y dijo: —Ciudadanos de Éfeso, ¿acaso no sabe todo el mundo que la ciudad de Éfeso es guardiana del templo de la gran Artemisa y de su estatua bajada del cielo? 36 Ya que estos hechos son innegables, es preciso que ustedes se calmen y no hagan nada precipitadamente. 37 Ustedes han traído a estos hombres, aunque ellos no han cometido ningún sacrilegio ni han blasfemado contra nuestra diosa. 38 Así que, si Demetrio y sus compañeros de oficio tienen alguna queja contra alguien, para eso hay tribunales y gobernadores. Vayan y presenten allí sus acusaciones unos contra otros. 39 Si tienen alguna otra demanda, que se resuelva en legítima asamblea. 40 Tal y como están las cosas, con los sucesos de hoy corremos el riesgo de que nos acusen de causar disturbios. ¿Qué razón podríamos dar de este alboroto, si no hay ninguna? 41 Dicho esto, despidió la asamblea.
Un hombre sabio se sentó en el estadio entre la multitud agitada. Era tranquilo y comprensivo con su pueblo. Le llamaban el secretario de la ciudad. No intentó hablar con los gritones, sino que les dejó gritar y rugir durante dos horas. Consideró oportuno reprenderles cuando se hubieron cansado. Y cuando vio que la mayoría se había cansado con aquel calor, se levantó y empezó a hablar, y entonces la multitud enmudeció por completo. El secretario municipal destacó en primer lugar la fama de los efesios. Testificó que el ídolo de madera negra de la diosa Artemisa había caído del cielo, y que no había necesidad de disputa alguna, pues el mundo lo sabía, y nadie podía negar esta creencia. La calma era, pues, necesaria para que no se cometiera ninguna imprudencia. También se mostró dispuesto a resolver todos los problemas.
Luego demostró que los compañeros de Pablo y el joven Alejandro no habían robado nada, ni dicho cosas malas sobre los templos, según la indagación que hizo con ellos durante los gritos que dieron durante dos horas. Así pues, los tres hombres eran inocentes, y había que culpar a la multitud por haberlos apresado injustamente.
Dado que Demetrio, el líder de los plateros, no presentó una denuncia oficial (lo más probable es que aún no hubiera acudido a la asamblea por miedo a ser acusado de revolucionario), el secretario esperaba que Demetrio y sus colegas le presentaran una denuncia oficial si tenían pruebas suficientes contra alguien para que el caso siguiera sus trámites legales.
El secretario fue calmando cada vez más a la multitud. No les impidió cristalizar su opinión pública y tomar una decisión unánime, sino que les pidió que presentaran sus demandas en una reunión oficial en presencia de todas las personas que tenían derecho a voto. Estas indicaciones de Lucas nos dan una visión profunda sobre la organización de las ciudades en la cultura griega durante la ocupación romana.
Por último, el alcalde amenazó a la multitud que escuchaba su discurso, e indicó el peligro de la cólera de los romanos que habían retirado privilegios a cada ciudad indigna, y concedido nuevos privilegios a cada grupo organizado. Ninguno de los efesios quería ser motivo para perder el amable trato romano, sino que, por el contrario, todos buscaban este objetivo por encima de todo. Las cabezas de las alocadas personas se calmaron durante el discurso del sabio secretario, y todos volvieron a sus casas.
5. El último viaje a Macedonia y Grecia (Hechos 20:1-3a)
HECTOS 20:1-3a
1 Cuando cesó el alboroto, Pablo mandó llamar a los discípulos y, después de animarlos, se despidió y salió rumbo a Macedonia. 2 Recorrió aquellas regiones, alentando a los creyentes en muchas ocasiones, y por fin llegó a Grecia, 3a donde se quedó tres meses (…)
Pablo acababa de reconocer en el alboroto de los Efesios que la iglesia en expansión no estaba asegurada contra el peligro y la persecución, sino que, por el contrario, cuanto más aumentaba la bendición, más aumentaban también los ataques del diablo. Los creyentes de las grandes iglesias tenían que orar con mucha atención: "No nos dejes caer en tentación, sino líbranos del maligno". Pablo y sus fieles compañeros oraron durante el alboroto, y el Señor calmó la tempestad y salvó a los que estaban en apuros, como había reprimido la tempestad en el mar de Tiberíades, y hubo una gran calma.
Tras la explosión de odio en Éfeso, los creyentes tuvieron claro que Pablo no podía permanecer en la ciudad ni en toda la región, pues el sentimiento vengativo bullía en el corazón de las turbas y el apóstol ya no podía andar solo por los caminos y callejuelas. Sin embargo, el paternal Pablo no huyó por miedo al peligro agazapado en la ciudad, sino que convocó a los discípulos de Cristo para una reunión organizada que deseen, que recibió la oposición en el alboroto que se produjo en el estadio. Pablo consoló a los que lloraban por la presencia de Cristo que pone su Espíritu Santo en todos sus fieles seguidores.
De este modo, el apóstol de los gentiles se despidió acongojado de la gente de la iglesia de Éfeso y emprendió su largo viaje pasando por las regiones de Filipos, Tesalónica y Berea. Él mismo explicó sus experiencias durante este viaje en su segunda epístola a los Corintios (7:5-6): “Cuando llegamos a Macedonia, nuestro cuerpo no tuvo ningún descanso, sino que nos vimos acosados por todas partes; conflictos por fuera, temores por dentro. Pero Dios, que consuela a los abatidos, nos consoló". Pablo no viajó para pasar el verano relajado en un balneario, sino que se adentró en la lucha, la guerra y las grandes dificultades contra el fanatismo, el odio y las tentaciones. Pablo estaba lleno de la Palabra de Dios, y predicaba con el poder del Espíritu Santo no sólo para predicar, sino también para edificar e instruir para fortalecer a las iglesias. Pablo era un pastor fiel, que buscaba a los que se descarriaban, vendaba las heridas y castigaba a los obstinados.
Cuando Pablo entró en la ciudad de Corinto hacia el año 56 d.C. sirvió a la iglesia, movida por tentaciones filosóficas y de celo, durante tres meses. Sin embargo, al lado de todos estos esfuerzos encontró tiempo suficiente para componer sus epístolas más largas a la iglesia de Roma, que él mismo no fundó. En esta epístola a los Romanos el apóstol enfatizó su doctrina de una manera organizada, lógica, con profundidad y poder fenomenal, como los filósofos en Atenas ya habían buscado de él, y él no les respondió porque ellos no habían sido tan maduros espiritualmente como para entender estos pensamientos cristianos principales. Este sermón en forma de epístola a los Romanos sigue siendo, aún hoy, la mejor presentación de los principios del cristianismo de forma breve y organizada. Aún hoy, el Espíritu Santo predica las palabras de Pablo en este mundo.
ORACIÓN: Oh Señor Jesucristo, te damos gracias porque eres el Gobernador triunfante. Tú guardas a tus amados en las tormentas, las dificultades, los ataques y las tentaciones. Danos ministros fieles en nuestras iglesias, y oraciones valientes para que podamos honrarte del todo con una fe permanente, un amor desmedido y una esperanza viva.
PREGUNTA:
- ¿Por qué y cómo dejó Pablo la iglesia de Éfeso?
PRUEBA - 6
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- ¿Cómo es Jesucristo Rey de reyes y Señor de señores?
- ¿Cuál era la costumbre de Pablo al predicar cuando entraba a una ciudad?
- ¿Por qué le molestó tanto a Pablo la multitud de dioses que había en Atenas?
- ¿Cuáles eran las tres nociones de la primera parte del sermón de Pablo ante los filósofos de Atenas?
- ¿Cuál es la única forma de librarse del juicio de Dios en el Día Final?
- ¿Cuál fue la promesa particular de Cristo que Pablo recibió en Corinto?
- ¿Cuáles fueron las cuatro ciudades que Pablo visitó al final de su segundo viaje misionero?
- ¿Cuáles fueron los cuatro milagros producidos por el encuentro entre Apolos y la pareja que trabajaba?
- ¿Cómo recibieron el Espíritu Santo los hombres de Éfeso? ¿Cómo puedes recibir tú este bendito Espíritu?
- ¿Cómo llegó el reino de Dios en Éfeso?
- ¿Por qué se magnificaron tanto el nombre y la palabra de Jesús en Éfeso?
- ¿Por qué Pablo tuvo que ir a Roma?
- ¿Por qué se enfadó Demetrio con Pablo?
- ¿Por qué y cómo dejó Pablo la iglesia de Éfeso?
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