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10. La octava amonestación (Mateo 23:29-33)
MATEO 23:29-33
29 »¡Ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos, hipócritas! Construyen sepulcros para los profetas y adornan los monumentos de los justos. 30 Y dicen: “Si hubiéramos vivido nosotros en los días de nuestros antepasados, no habríamos sido cómplices de ellos para derramar la sangre de los profetas”. 31 Pero así quedan implicados ustedes al declararse descendientes de los que asesinaron a los profetas. 32 ¡Completen de una vez por todas lo que sus antepasados comenzaron! 33 »¡Serpientes! ¡Camada de víboras! ¿Cómo escaparán ustedes de la condenación del infierno? (Jeremías 26:20-23, Mateo 5:12, Hechos 7:52)
Los escribas y fariseos construyeron grandes sepulcros para los mártires y los profetas que fueron asesinados por causa de su testimonio, con el propósito de, mediante sus buenas obras, escapar del castigo venidero. Sus antepasados habían matado a esos fieles ministros, así que los descendientes de los asesinos buscaban cubrir la vergüenza y los crímenes de sus familiares erigiendo edificios grandiosos. Cristo no se impresionó con sus esfuerzos y los llamó: "Descendientes de los que asesinaron a los profetas". Con estas palabras de condena, Cristo sacudió a los hipócritas impíos para que se arrepintieran y se volvieran a él. Pero ellos siguieron la maldad de sus padres y también mataron a Jesús, por lo que el juicio de Dios caerá sobre ellos.
En su santa ira, el Señor Jesús llamó a estos autojustificados: "¡Serpientes! ¡Camada de víboras!" Eran la simiente de la antigua serpiente, Satanás, llenos de engaño, malicia y veneno. Jesús les advirtió acerca de las terribles consecuencias de su falta de arrepentimiento y de no volverse a él.
Agradecemos a Jesús porque miles, en el Antiguo Testamento, escucharon su llamado, se arrepintieron y fueron regenerados por el derramamiento del Espíritu Santo. El testimonio y las oraciones de sus apóstoles nos reavivan y llenan de esperanza, pues Cristo venció en ellos el espíritu de la antigua serpiente. Ellos se convirtieron en fuentes de agua viva, llenos de pureza, verdad y amor. La iglesia fue edificada sobre el fundamento de Cristo y el fiel ministerio de los apóstoles.
Cristo dirige sus amonestaciones primero a quienes han recibido un llamado divino, advirtiéndoles sobre un amor imperfecto y la indiferencia en la fe. ¡Ay de nosotros, cristianos, si no nos arrepentimos sinceramente y servimos al santo Jesús, para que su vida habite en nosotros y nos guíe en humildad, bondad y fe!
ORACIÓN: Padre nuestro que estás en el cielo, eres santo y tu juicio es justo. Te damos gracias por tu gran paciencia. Enséñanos a arrepentirnos, para que, junto con todos nuestros amigos, seamos quebrantados y justificados, y así no estemos sujetos a la ira venidera. Líbranos de nuestra hipocresía y orgullo. Crea en nosotros un corazón nuevo y renueva un espíritu firme dentro de nosotros. No nos eches de tu presencia ni quites de nosotros tu Espíritu Santo.
PREGUNTA:
- ¿Por qué condenó Jesús a los religiosos impíos de su época?