Previous Lesson -- Next Lesson
e) La parábola del siervo que no perdona (Mateo 18:23-35)
MATEO 18:23-27
23 »Por eso el reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos. 24 Al comenzar a hacerlo, se presentó uno que le debía diez mil monedas de oro. 25 Como él no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él, a su esposa y a sus hijos y todo lo que tenía, para así saldar la deuda. 26 El siervo se postró delante de él. “Tenga paciencia conmigo —rogó—, y se lo pagaré todo”. 27 El señor se compadeció de su siervo, perdonó su deuda y lo dejó en libertad. (Nehemías 5:5)
Cristo nos enseñó su mandamiento del perdón infinito mediante la parábola de un gran rey que prestó a su siervo una cantidad equivalente a unos veinte millones de dólares actuales. Cada uno de nosotros es como este siervo al que se le dio mucho, pues Dios nos ha dado mentes, ojos, oídos, manos y voluntad. Cada uno de estos dones no tiene precio. Eres el administrador de los dones que Dios depositó en tu cuerpo, alma y espíritu. Incluso tu familia, dinero, fuerza y tiempo son regalos de Dios, el Proveedor y Dador de todo bien. Por lo tanto, serás responsable ante Él mientras vivas.
En su parábola, Cristo nos mostró una imagen clara del día del juicio final. Si manejamos los dones de Dios como el siervo indiferente, no podremos devolverle a Dios lo que le pertenece, porque hemos vivido para nosotros mismos y no para Dios. Por lo tanto, examina cuidadosamente cómo utilizas tus dones. ¿Vives para Dios o para ti mismo? ¿Sirves a los necesitados según las indicaciones del Espíritu Santo, o solo te ocupas de tu propia familia? Ten cuidado, porque se te pedirá cuenta de cada segundo que Dios te confió. Estarás desnudo ante Él, lamentándote en tu pobreza y fracaso espiritual si no has confesado ya todos tus pecados a Dios.
El rey envió a su siervo a juicio y ordenó que fuera vendido como esclavo, junto con su esposa y familia, hasta que pagara íntegramente su deuda. Lo mismo te sucede a ti. Con toda seguridad serás juzgado por todos los servicios descuidados y por tus numerosos pecados. No solo eres responsable de ti mismo, sino también de los demás miembros de tu familia.
Cuando el siervo comprendió su castigo, se postró ante su amo, le suplicó gracia y misericordia, y confesó su falta y desobediencia. ¿Cuándo te postrarás tú también ante Dios y le pedirás perdón y salvación para ti y tu familia antes del juicio venidero? ¿Cuándo clamarás por el perdón del Santo, reconociendo que has sido un siervo equivocado y sin misericordia? Dios responderá hoy a tu oración de arrepentimiento y te perdonará todos tus pecados si los confiesas. Quien cree en la gran misericordia de Dios comprende la verdad de la cruz. Reconocerá que el Crucificado ha cancelado completamente todas sus deudas espirituales con su sangre. Gracias a la muerte de Cristo, sabemos que Dios nos ha perdonado verdaderamente nuestros pecados. Pídele con fe que haga realidad su perdón en tu vida, pues Él será tu benefactor si te aferras a la cruz.
ORACIÓN: Padre celestial, ten piedad de mí, un pecador que merece tu ira. Perdona mis impurezas, mentiras y resentimientos por la muerte de tu Hijo. Santifica todas mis intenciones. Te doy gracias porque perdonaste nuestros pecados y nos purificaste mediante la muerte expiatoria de Cristo. No nos condenarás, sino que nos guardarás en tu gracia para siempre.
PREGUNTA:
- ¿Por qué y cómo perdonó el rey al siervo despiadado?