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l) Primera predicción de Jesús sobre su muerte y resurrección (Mateo 16:21-28)
MATEO 16:25
25 Porque el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa, la encontrará. (Marcos 8:35, Lucas 9:24, Romanos 12:11)
El mundo busca los beneficios de las ciencias modernas y el bienestar de una gran ciudad, pero no recuerda a Caín, el asesino que construyó la primera ciudad, ni a los habitantes de Sodoma y Gomorra, que se hundieron en la prostitución por amor al lujo y la comodidad. Además de esta corrupción, las técnicas desarrolladas en nuestra era moderna contaminan el agua, el aire y el suelo del planeta. En cierto modo, vivimos en un estercolero. El mundo se precipita hacia la catástrofe. Todos hemos participado en este colapso, considerando lo lícito como ilícito y lo ilícito como lícito. Esta maldad está profundamente arraigada en nuestras almas pecadoras, y quien no se niegue a sí mismo terminará destruyéndose. Los seres humanos intentan construir un paraíso en la tierra sin cambiar el corazón de las personas. No tenemos esperanza, salvo en negarnos a nosotros mismos y condenar nuestros pensamientos a la luz de la santidad de la Biblia.
Siguiendo a Cristo, encontramos vida en Él, quien edifica tanto a las personas como a los pueblos para su reino. Esta vida se caracteriza por el contentamiento y el desinterés, donde las personas aprenden a ser sinceras y a cooperar con fidelidad y verdad. Sin embargo, este despertar espiritual solo comienza con la negación de uno mismo y la destrucción del egoísmo.
No te dejes engañar, porque las imágenes que vemos en revistas y televisión no reflejan la vida verdadera; son solo fantasías exageradas. No hay vida auténtica sin amor y sacrificio. Muere a tus sueños en nombre de Cristo, olvida tu propia vida y sométela a Dios. Él te ofrece, en Cristo, su propia vida llena de poder santo, energía y alegría, para que seas fortalecido y puedas construir su reino en este mundo triste y afligido. Quien vive con Cristo experimenta una vida abundante y encuentra propósito en su existencia, pero quien actúa sin Él vive una vida superficial y vacía de alegría. Aquel que se aferra a sus propios derechos y lucha obstinadamente por sus privilegios pierde su paz interior, pero quien sirve a Cristo y sufre por su causa vive bendecido, con paz y gozo.
Cristo nos manda preocuparnos por los pobres, los enfermos y los desfavorecidos del mundo. Debemos procurar aliviar sus sufrimientos físicos y ayudarles a mejorar su calidad de vida. No obstante, lo más importante es ofrecerles el mensaje de vida del evangelio para que conozcan y sigan a Cristo. Así, sus vidas serán transformadas por el poder de Dios. Se convertirán en hijos de Dios responsables y trabajadores, viviendo de la gracia de Cristo bajo la guía de su Espíritu.
ORACIÓN: Señor Jesús, Tú que eres manso y humilde de corazón, te entregaste a la guía de tu Padre celestial. Ayúdanos a no anhelar tesoros ni dinero, ni aferrarnos a nuestros derechos, sino enséñanos a negarnos a nosotros mismos y a vivir con obediencia, contentamiento y paz. Fortalécenos para difundir tu evangelio a cualquier costo, para que tu vida se multiplique en muchos creyentes.
PREGUNTA:
- ¿Cómo podemos vivir la verdadera vida?