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7. El sermón de la noche y la Cena del Señor en Troas (Hechos 20:6-12)

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HECHOS 20:6-12
6 Pero nosotros zarpamos de Filipos después de la fiesta de los Panes sin levadura, y a los cinco días nos reunimos con los otros en Troas, donde pasamos siete días. 7 El primer día de la semana nos reunimos para partir el pan. Como iba a salir al día siguiente, Pablo estuvo hablando a los creyentes, y prolongó su discurso hasta la medianoche. 8 En el cuarto del piso superior donde estábamos reunidos había muchas lámparas. 9 Un joven llamado Eutico, que estaba sentado en una ventana, comenzó a dormirse mientras Pablo alargaba su discurso. Cuando se quedó profundamente dormido, se cayó desde el tercer piso y lo recogieron muerto. 10 Pablo bajó, se echó sobre el joven y lo abrazó. «¡No se alarmen! —les dijo—. ¡Está vivo!» 11 Luego volvió a subir, partió el pan y comió. Siguió hablando hasta el amanecer, y entonces se fue. 12 Al joven se lo llevaron vivo a su casa, para gran consuelo de todos.

La ciudad de Troas, cuna de los cantos de Homero y de las numerosas mitologías griegas, había sido el punto de partida de la evangelización de Europa a través de Pablo y sus colaboradores. Tras el alboroto contra el apóstol en Éfeso, Pablo llegó a Troas y plantó allí en nombre de Cristo una iglesia viva (2 Corintios 2:12). De regreso a Jerusalén, visitó esta ciudad por última vez. Lucas declaró que necesitaron cinco días y cinco noches para viajar de Kavala, el puerto de Filipos, a Troas, mientras que en su primera travesía de Asia a Europa sólo necesitaron dos días. Esto indica que durante el último período del viaje de Pablo todos los que les recibían se tornaron más duros, más obstinados y más contrarios a ellos. Pero lo soportaron todo con gran paciencia, esperanza y fortaleza. Esta reunión en Troas es la referencia más antigua a la práctica de los creyentes gentiles de observar no el sábado judío, sino el primer día de la semana como día de culto, cuando partían el pan para celebrar la Cena del Señor, en memoria de la muerte de su Señor hasta su gloriosa venida. La resurrección de Cristo, su presencia en el misterio de la Cena y su poder en el Espíritu Santo eran para los primeros cristianos los fundamentos de su vida fiel. Sus pensamientos giraban en torno al Señor viviente que escuchaba sus oraciones y los justificaba, los santificaba, intercedía por ellos ante Dios y los perfeccionaba para que fueran dignos de recibirlo en su segunda venida, adornado con las obras que procedían del Espíritu Santo.

Pablo alargó su sermón. Ninguno de los oyentes se cansó después de veinte minutos. Ninguno dijo después de una hora: "¡Ya basta! Volvamos a casa". Sino el fuego del Espíritu Santo pasó del apóstol a los corazones de los presentes iluminándolos, reanimándolos y fortaleciéndolos. Las muchas lámparas que había en el aposento alto eran un símbolo de las muchas mentes iluminadas por el Evangelio. Había una gran luz entre aquellas lámparas, que brillaba en las tinieblas.

El aire estaba colmado de humo debido a las numerosas lámparas ahumadas. Esto hizo que el público se relajara y sintiera sueño. Un joven llamado Eutico estaba sentado en la repisa exterior de la ventana para respirar aire fresco. Probablemente había trabajado mucho durante el día y estaba cansado. Deseaba escuchar el sermón de Pablo, pero sus párpados se fueron cerrando poco a poco hasta que se quedó dormido con la cabeza balanceándose. Entonces se inclinó hacia un lado y cayó desde el tercer piso al suelo.

Esto nos recuerda las palabras de Jesús: "Estén alerta y oren para que no caigan en tentación. El espíritu está dispuesto, pero el cuerpo es débil". Confesamos que la conciencia y la atención durante el sermón y la lectura de la Santa Biblia es tarea difícil. Muchas iglesias se duermen a causa de los largos sermones. A pesar del Evangelio completo, se caen en la muerte espiritual por los pecados, la altanería y la superficialidad.

Los miembros de la iglesia de Troas se estremecieron de miedo cuando el joven cayó, y Pablo se apresuró a bajar las escaleras. Estaba muerto y su corazón había dejado de latir. El diablo quiso burlarse del sermón sobre aquel que resucitó de entre los muertos por la muerte de uno de sus oyentes. A Pablo le disgustó el éxito del demonio, y el Espíritu Santo le describió cómo Elías, el profeta y hombre de Dios, se tendió tres veces sobre el hijo muerto de la viuda y lo devolvió a la vida mediante la oración de fe (1 Reyes 17:17-24). Así que Pablo se echó sobre el muerto ante todo el auditorio, no tres veces como Elías, sino una en el nombre de Jesús. Lo abrazó y el muerto respiró. Su alma volvió a él y revivió. Cristo utilizó a Pablo como había utilizado a Pedro en Jope para resucitar a un muerto. Realizó en estos líderes de los apóstoles su mandamiento a sus discípulos en (Mateo 10:7-8): "Dondequiera que vayan, prediquen este mensaje: “El reino de los cielos está cerca”. Sanen a los enfermos, resuciten a los muertos, limpien de su enfermedad a los que tienen lepra, expulsen a los demonios. Lo que ustedes recibieron gratis, denlo gratuitamente."

La resurrección de los muertos en Troas se produjo tan rápidamente que la multitud que bajó del aposento alto vio al muerto vivo en cuanto llegaron al jardín. Pablo se acercó a ellos y les dijo: "¡No se preocupen! Vuelvan al aposento alto y continuemos el sermón. El joven sigue vivo". El apóstol no se enorgulleció de este milagro, y Lucas, el médico, sólo mencionó un poco esta emocionante acción. Sin embargo, al final de la reunión, los parientes del joven se acercaron con él a Pablo para agradecer al apóstol su salvación, pero Pablo desvió toda la gloria de sí mismo hacia Jesús. Lo magnificó sólo a él, pues es el único que puede resucitar a los muertos, perdonar los pecados y expulsar a los demonios.

Este triunfo de Cristo, que incluía esta vida y la otra, fue el contenido del sermón de Pablo, que alargó incluso hasta el amanecer. No se limitó a hablar, sino que también partió el pan consagrado con los presentes y tomó con ellos la copa de la salvación, para que todos juntos se convirtieran en un solo pan y en miembros unidos del cuerpo de Cristo, participaran del poder de su vida y fueran santificados por su preciosa sangre. La morada de Cristo en el corazón de los creyentes y la unidad de sus seguidores en su cuerpo espiritual son el gran misterio de la Iglesia cristiana a lo largo de los siglos.

¡Hermano! ¿Tienes sueño, estás cansado o hartado? ¿Quieres oír más de la palabra de Cristo y reanimarte con el Evangelio de la salvación? El Salvador ha liberado a los esclavos del pecado y de la muerte para que le acompañen en su procesión triunfal.

ORACIÓN: Oh Señor Jesucristo, te adoramos porque resucitaste a los muertos por medio de tus honorables apóstoles. Te anhelamos y deseamos tu venida para que también nos resucites con tu palabra poderosa, pues nos has hecho uno en tu cuerpo espiritual y estás centrado en nuestros corazones por tu Espíritu Santo. Te damos gracias de todo corazón pidiendo tus bendiciones para las iglesias del mundo entero.

PREGUNTA:

98. ¿Cuál es el significado de la resurrección del joven por medio de Pablo, y de la Cena del Señor el primer día de la semana en Troas?

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