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Previous Lesson -- Next Lesson MATEO - ¡Arrepiéntanse, Porque El Reino De Cristo Está Cerca!
Estudios sobre el Evangelio de Cristo según Mateo
PARTE 1 - EL PERIODO PRELIMINAR EN EL MINISTERIO DE CRISTO (MATEO 1:1 - 4:25)
B - JUAN EL BAUTISTA PREPARA EL CAMINO DE CRISTO (MATEO 3:1 - 4:11)
2. El bautismo de Cristo (Mateo 3:13-15)MATEO 3:13-15 Juan el Bautista congregó en el valle del Jordán a los arrepentidos, que eran como campos preparados para la siembra del inminente Evangelio. Los de corazón quebrantado fueron seleccionados por Dios para ser los inicios de su Iglesia. La historia de la comunidad de Dios no comenzó en un templo grandioso, sino en el desierto. Inesperadamente, Jesús llega de Nazaret después de dos días de viaje y se une a Juan y a la comunidad de arrepentidos. Desde el primer instante de su encuentro, se hace evidente que Juan es un verdadero profeta, porque conocía a Jesús en su esencia. La mayoría de las personas no conocen a Jesús, el hijo de María, pero aquellos ungidos con el Espíritu Santo perciben a Jesús y el poder de su Espíritu. Jesús se presenta para ser bautizado, pero el Bautista, que convocaba a todo pecador al bautismo y al arrepentimiento, se opone a bautizar al Nazareno, porque percibe su santidad. Admite en voz alta: Jesús es el único hombre que no necesita purificarse, ni cambiar de parecer, ni se le exige que comience una nueva vida, ya que está libre de pecado. Jesús es el Santísimo, y el Santísimo es Dios mismo. Juan reconoce la divinidad de Jesús desde el primer momento en que lo conoció. En presencia de Cristo, Juan reconoce su inferioridad, sus propios pecados y la necesidad de ser bautizado él mismo, por lo que pide a Jesús que lo bautice. De esta manera, el Bautista se humilla ante su Señor y se compromete con él. Con humildad, entrega a sus seguidores a Cristo. Cristo se opone a las ideas del Bautista y le explica que no ha venido a juzgar, sino a ser juzgado en lugar de todos los hombres. Por eso, Cristo no se presenta desde el principio de su ministerio como un rey orgulloso o un profeta que advierte, sino como el manso Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, dispuesto a soportar el juicio de Dios en nuestro lugar. Jesús no permaneció en el cielo, alto y sublime, separado y distante de los pecadores. Descendió al agua del arrepentimiento y asumió nuestros pecados. Jesús dio su primer paso hacia la cruz desde el primer día de su ministerio, sabiendo que no había otro camino para justificarnos y salvar al mundo. A través del tremendo sacrificio de Jesús, Dios confirmó su rectitud y justicia. Aunque justifica gratuitamente a los pecadores, completó nuestro juicio en la cruz de su Hijo unigénito. Solo en Cristo se cumplen todas las exigencias de la justicia de Dios. Juan fue obediente a su Señor y mostró arrepentimiento con su sumisión. Descendió al agua con Jesús y lo sumergió. Cristo invitó a Juan a participar en la voluntad de Dios cuando le dijo: " nos conviene cumplir con lo que es justo." Cristo honró considerablemente al Bautista por su fidelidad y lo empleó como colaborador para cumplir la justicia de Dios. Y tú también, querido lector, estás invitado por el Señor a participar en la difusión de la salvación divina a través de tu fe y, con tu testimonio, ofrecer su justicia a los sedientos de tu entorno. El bautismo de Cristo en el Jordán reveló su significado simbólico en la cruz: cuando el Crucificado se sumergió en el agua del Jordán, asumiendo sobre sí el pecado del mundo y muriendo en el diluvio de la ira de Dios. Su salida victoriosa del agua simboliza su resurrección de entre los muertos. De esta manera, se transformó la interpretación del bautismo de Juan. No es meramente un juicio, sino que representa el sendero trazado por Dios hacia la vida eterna. Además, Cristo aspira a compartir con nosotros su vida. ORACIÓN: Te adoro, Santo Cordero de Dios, porque quitaste los pecados del mundo. Tú llevaste el juicio de Dios que merecíamos. Por favor, abre mis ojos a tu gran amor y salvación, para que pueda ser justificado y participar verdaderamente de tu justicia. Ayúdame a confesar tu nombre para que muchos de mis amigos puedan ser justificados, porque no conozco otra justicia que la que está en ti. PREGUNTA:
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