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1. El llamado al arrepentimiento (Mateo 3:1-12)

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MATEO 3:12
12 Tiene el aventador en la mano y limpiará su era recogiendo el trigo en su granero. La paja, en cambio, la quemará con fuego que nunca se apagará». (Mateo 13:30)

Juan el Bautista nos presenta una metáfora de la verdad. Nos pinta la imagen de un agricultor con un aventador en la mano, separando el grano de la paja. El viento se lleva la paja, las espigas y el polvo, mientras que el grano cae a los pies del dueño de la cosecha y es recogido en su granero.

¿A qué te asemejas? ¿Eres grano o paja? Los fariseos y los saduceos se veían a sí mismos como grano y a todos los demás como paja. En una de las parábolas de Jesús, un cobrador de impuestos en el templo (considerado como paja en aquel entonces) se avergonzaba de mirar a Dios, pero murmuraba: “¡Oh Dios, ten compasión de mí, que soy pecador!”. Este hombre arrepentido fue justificado y contado como grano, mientras que otro hombre, un fariseo, se jactaba de su piedad y cayó en el juicio a pesar de su autojustificación (Lucas 18:9-14). Entonces, ¿qué eres tú? ¿Un hipócrita con apariencia de piedad? ¿O eres un pecador arrepentido? ¿Das frutos abundantes de arrepentimiento? ¿Estás lleno del Espíritu Santo?

La última sentencia que Mateo registró de los sermones del Bautista fue “fuego que nunca se apagará”. Habló tres veces de la ira de Dios. Todos los que se oponen al Espíritu de Cristo caerán en el infierno junto con todos los que no cambian de corazón. La salvación de Cristo es completa, trayendo el poder del Espíritu Santo para santificar al arrepentido. Pero el que finge piedad y continúa en su pecado indiferentemente bajo un velo de piedad se convertirá en leña para el fuego eterno, y no tendrá esperanza.

ORACIÓN: Oh Señor Jesucristo, tú eres el Salvador y el Juez del mundo. Te pido perdón por mi negligencia, y te ruego, por el poder de tu Espíritu bondadoso, que transformes mi mente para que pueda dar los frutos de tu amor, bondad y verdad. No sólo oro por mi salvación, sino también por todos los perdidos. Oro por el arrepentimiento de los hipócritas, ya que no hay justo delante de ti. Por favor, inclina nuestras cabezas ante tu gloria y permítenos renunciar completamente a nosotros mismos. Llénanos de tu Espíritu celestial para que nos amemos unos a otros como tú nos has amado, pues no hay esperanza sino en ti. Tú eres el objeto de nuestras alabanzas. Amén.

PREGUNTA:

34. ¿Cuál es la diferencia entre el bautismo con el Espíritu Santo y el bautismo con fuego?

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