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8. De Troas a Mileto (Hechos 20:13-16)
HECHOS 20:13-16
13 Nosotros, por nuestra parte, nos embarcamos anticipadamente y zarpamos para Asón, donde íbamos a recoger a Pablo. Así se había planeado, ya que él iba a hacer esa parte del viaje por tierra. 14 Cuando se encontró con nosotros en Asón, lo tomamos a bordo y fuimos a Mitilene. 15 Desde allí zarpamos al día siguiente y llegamos frente a Quío. Al otro día cruzamos en dirección a Samos, y un día después llegamos a Mileto. 16 Pablo había decidido pasar de largo a Éfeso para no demorarse en la provincia de Asia, porque tenía prisa por llegar a Jerusalén para el día de Pentecostés, si fuera posible.
Pablo y los delegados de las distintas iglesias no durmieron aquella maravillosa noche. Por la mañana zarparon hacia Jerusalén. Pero Pablo se separó de sus compañeros de viaje, que recorrían por mar la península, y caminó 25 kilómetros a pie hasta el puerto de Asón. Pablo quiso aislarse y caminar solo para tener mayor libertad de conversar con Dios en soledad para orar, agradecerle, alabarle y magnificarle, pues Jesús había hecho algo maravilloso aquella noche, y Pablo quería darle toda la gloria. Se separó de sus hermanos para que no lo miraran como a un extraño, ni lo adularan, sino que pensaran juntos y reconocieran lo que había hecho el Señor Jesús al resucitar al joven de Troas. Esta resurrección es la evidencia del poder de Dios en acción, y el símbolo de la resurrección de muchos de los pecados dondequiera que se predique la pura plenitud del Evangelio. Pablo recorrió largas distancias a pie. Disponía de más tiempo que nosotros mismos. Viajamos rápidamente entre los países, y hablamos más de lo que oramos. El apóstol oraba en su aislamiento, y participaba de la eternidad y de la plenitud de Cristo.
¿Has visto a Turquía en el mapa? Busca los nombres de las grandes islas Mitilene, Quíos y Samos, entre Turquía y Grecia, y encontrarás las líneas del recorrido de la procesión triunfal de Cristo.
Esta vez los viajeros no fueron hacia la batalla espiritual como soldados, sino como un barco cargado de ventajas, o un camión lleno de las bendiciones de la cosecha. Pablo llegó con una generosa colecta de cada iglesia, y el donativo que llevaba en la mano simbolizaba que el sacrificio de Cristo enseñaba a las iglesias sobre el sacrificio en sí. Esto fue veinticinco años después de su muerte en la cruz. Todos ofrecieron a su Señor no sólo plata y oro como ayuda para los necesitados, sino también a sí mismos como sacrificio vivo, y sacrificaron sus tiempos y sus fuerzas a pesar de los peligros y los problemas. ¿Te has convertido tú en un sacrificio perfecto para Cristo? ¿O sigues siendo egoísta y tacaño?
Pablo quería llegar a Jerusalén el día de Pentecostés, pues esta antigua fiesta judía era el día de acción de gracias al final de la cosecha, y al mismo tiempo la fiesta del comienzo de la iglesia cristiana. Pablo había llegado con mucha cosecha, que pronto se convirtió, en un punto de partida para predicar a todo el mundo. Nadie había traído tantos bienes como Pablo. Sólo un siglo después de la efusión del Espíritu Santo sobre los discípulos que oraban se plantaron iglesias en todos los centros y capitales entre Jerusalén y Roma, que se llenaron de este bendito Espíritu. Este fue el mayor milagro durante el primer periodo de la historia de la iglesia. Estas capitales eran como los corazones, que impulsan la sangre de la vida hacia los miembros del cuerpo. De esta manera el Evangelio se infiltra en todas las regiones. Todo esto sucedió sin ningún golpe de espada, sin ninguna organización central, sin ninguna financiación y sin ninguna ayuda internacional. El nombre de Jesús brillaba como Salvador en todos los pueblos, aunque el Evangelio aún no se había escrito en griego. Además, el Evangelio de la salvación sólo dependía del testimonio oral de los testigos, o de las epístolas. Los evangelios se escribieron después para fortalecer las nuevas iglesias, que querían conocer la vida de Jesús y la historia de sus obras. El primer libro en los comienzos de la Iglesia no fue el Evangelio, sino las epístolas acompañadas de la forma de vida de los apóstoles como prueba del poder de salvación.
Aún hoy vivimos del poder divino que brota de los apóstoles de Cristo, pues sus epístolas no son más que sermones, advertencias, amonestaciones y consuelos para sus iglesias. ¿Quieres reconocer la vida espiritual en las iglesias primitivas? Estudia las epístolas y participarás de los ríos del Espíritu Santo, que aún hoy sigue actuando en este mundo, aclarando a los creyentes y estableciendo a los obedientes en Cristo.
ORACIÓN: Oh Señor Jesucristo, te damos gracias porque has resucitado a una parte de los muertos en pecados y delitos, y nos has unido a sus palabras como muestra de tu gracia. Ayúdanos a ofrecer nuestros cuerpos y a nosotros mismos como sacrificio aceptable y eterno, no sólo con palabras y sentimientos, sino también mediante obras, tiempo, dinero, esfuerzo y virtud.
PREGUNTA:
- ¿Por qué Pablo caminó solo de Troas a Éfeso?