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LOS DIEZ MANDAMIENTOS - EL MURO PROTECTOR DE DIOS QUE IMPIDE AL HOMBRE CAER

03 - EL PRIMER MANDAMIENTO: NO TENDRÁS OTROS DIOSES



ÉXODO 20:3
"No tengas otros dioses además de mí"


03.1 - El Culto a los Ídolos en la Actualidad

Si vivimos en un país desarrollado, apenas nos encontramos con personas que adoren ídolos, ya sean de madera, piedra o incluso oro. Sin embargo, si visitamos Asia o África, seguro que nos toparemos con muchos ídolos y con muchas personas que les rinden culto en temor.

En una revista de "India Airlines" había una imagen de Durga, la diosa de la guerra, con sus seis brazos que matan a cualquier agresor. Alrededor de Durga había cráneos humanos esparcidos. Valiente como era en la guerra, cualquiera que se acercara a ella sería quemado por el fuego que salía de su boca. Y ella sonreía mientras mataba a sus enemigos. En la India hay esculturas de elefantes que representan al dios Ganahati. De vez en cuando, los hindúes dejan flores aromáticas ante ellos. En festividades especiales, unas guirnaldas de flores decoran a los elefantes de plástico de casi dos o tres pisos de altura. Las multitudes siguen a estos ídolos por las calles hasta arrojarlos al río o al mar con la esperanza de que la pesca sea buena y la zona se salve de las devastadoras inundaciones anuales.

Durante una festividad especial, miles de vacas son llevadas a los templos y rociadas con agua bendita para mantenerlas sanas. Luego se les pintan los cuernos con colores brillantes en señal de dedicación.

Si visitáramos el valle de Ladakh, más allá de las montañas del Himalaya, o viajáramos a un país budista, veríamos enormes esculturas doradas y sonrientes de Buda y a la gente postrándose ante ellas en total reverencia. Un tercio de la humanidad sigue adorando a los ídolos e incumple así el primer mandamiento. Estos adoradores de ídolos creen en el poder de estas estatuas y en la reencarnación. Un gran número de personas en África e Indonesia todavía están en la esclavitud espiritual de tales costumbres. Otros adoran a sus antepasados. Pero si experimentaran la autoridad de Jesús, se liberarían de cualquier temor a los espíritus y de la idolatría y la adivinación. Entonces, ya no necesitarían hechizos mágicos ni rosarios azules y rechazarían los ídolos muertos porque estarían protegidos de toda influencia de los espíritus malignos.

Nuestro Padre celestial nos libra de todo temor, incluso del dominio sobrecogedor de los yinn, y nos libera completamente de todos los efectos de la brujería. La sangre de Jesucristo, el Hijo de Dios, es la máxima protección contra todos los poderes malignos. Todo lo que está escrito o pronunciado como maldiciones en nombre de los poderes de las tinieblas contra los que siguen al Señor Jesús será destrozado en el nombre de nuestro Señor. Él sigue siendo la poderosa fortaleza para todos aquellos que se vuelven a Él.


2. Los Ídolos de la Actualidad

Lamentablemente, un nuevo modo de culto a los ídolos ha impregnado los países desarrollados, en los que las estatuas han sido sustituidas por los automóviles, los televisores y las celebridades. El hombre confía más en la tecnología moderna que en el Dios vivo. Se sube a su automóvil y conduce a gran velocidad por carreteras asfaltadas. El vehículo se ha convertido en un ídolo para la gente de hoy en día. Se meten dentro y se entregan a su poder. Mientras que los israelitas del pasado danzaban en torno al becerro de oro, la civilización moderna gira en torno al último modelo de automóvil. El propietario ahorra y se sacrifica por su vehículo; lo limpia, lo pule y escucha el zumbido del motor más que a la gente que le rodea. Gasta mucho tiempo y dinero en él, más que en los pobres. ¿Acaso el hombre se ha convertido en un esclavo de la tecnología moderna? Multitudes de personas acuden a los estadios para ver carreras de automóviles y eventos deportivos. Pero pocos se sientan en los bancos de la iglesia y participan en el culto público.

Jesús nos advierte especialmente contra el amor al dinero. Dijo: "Nadie puede servir a dos señores, pues menospreciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. No se puede servir a la vez a Dios y a las riquezas". "El amor al dinero es la raíz de toda clase de males". El socialismo y el capitalismo tienen el mismo objetivo, pues mientras los capitalistas son ricos, los socialistas quieren hacerse ricos mediante la manipulación y la violencia. La gente sigue danzando alrededor del becerro de oro incluso hoy en día. No te engañes, Dios no puede ser burlado. Nadie puede servir a Dios y al dinero. Jesús era pobre, pero estaba contento. Él advierte enérgicamente a sus seguidores contra la riqueza: "Los que desean ser ricos caen en la tentación y en el lazo" (1 Timoteo 6:9-10; Mateo 6:24).

Sin embargo, el ídolo dominante que gobierna todas las culturas y religiones es nuestro súper-ego. Cada uno de nosotros tiende a pensar que es el mejor, el más bello e importante de todos. Si no Io creen así, lo desean inconscientemente. Todo hombre se cree el centro del mundo. Una vez le preguntaron a una niña de tres años: "¿Qué te gustaría ser?". "¡Una estatua!", respondió. "¿Por qué?" "Para que todos tengan que admirarme". El orgullo y el egoísmo fluyen en nuestra sangre. Esto es todo lo contrario al espíritu humilde de Cristo. Jesús dijo: "¿Cómo va a ser posible que ustedes crean, si unos a otros se rinden gloria, pero no buscan la gloria que viene del Dios único?" "Aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su alma. Porque mi yugo es suave y mi carga es liviana". "Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa, la encontrará." "¿Buscas grandes cosas para ti? No las pidas" (Juan 5:44; Mateo 11:29-30; 16:25-26; Jeremías 45:5).


03.3 - Derrotando el Culto a los Ídolos

¿Por qué prohibir la adoración a otros dioses que no sea Dios es el primer mandamiento? De hecho, hay un solo Dios. Todas las celebridades de este mundo son temporales. Sólo Dios vive para siempre. Él nos creó, por lo que a Él pertenecen la gloria y el honor. Él es el centro de todo el universo. Nuestro egoísmo debe destruirse cada día hasta que nos arrepintamos y sirvamos a Dios con agrado. Tenemos que ponernos a disposición de Dios. No debe ser la base de nuestra vida nuestra cuenta bancaria, ni nuestra salud, ni nuestro talento.

Abraham amaba entrañablemente a Isaac, su heredero legal y su hijo largamente anhelado. Estaba tan preocupado por su hijo que parecía ser más importante que Dios. Entonces el Señor puso a prueba a su siervo. Le ordenó que le ofreciera a su amado hijo como una ofrenda quemada. Abraham estaba dispuesto a hacer lo que parecía imposible: ofrecer a su hijo como sacrificio y dar gloria sólo a Dios. Sin embargo, Dios se negó en el último momento a que Abraham matara al hijo de la promesa y ofreció un carnero en su lugar. En este estado de confusión interior, Dios fue glorificado cuando Abraham estuvo dispuesto a separarse de forma definitiva de su propio hijo. Demostró que amaba al Señor más que a su propio hijo.

Nosotros mismos debemos examinarnos de vez en cuando y ver si hay ídolos grandes o pequeños que se interponen entre nosotros y el Señor. Pueden ser libros, joyas, retratos, recuerdos, pasatiempos, hábitos, dinero, casas, entre otros. Incluso las personas pueden en ocasiones adueñarse de nuestro corazón.

La tentación del culto a los ídolos se manifiesta en la divinización de los gobernantes. Pueblos enteros fueron conquistados por Napoleón, Atatürk, Hitler, Nasser, Jomeiní y otros. Pero sus libros y monumentos fueron quemados y destruidos poco después de sus muertes. El profeta Jeremías amonesta a la gente contra cualquier encaprichamiento en las personas o la confianza en la ayuda humana. "¡Maldito el hombre que confía en el hombre! ¡Maldito el que se apoya en su propia fuerza y aparta su corazón del Señor!" (Jeremías 17:5).

La gente suele idolatrar a las estrellas de cine y a los deportistas como si fueran dioses. Quedan embelesados con los conciertos de música y se convierten en masas histéricas en los estadios. Hay que tener cuidado con esto. No decimos que servir y respetar a las personas sea pecado. Pero es una traición espiritual amar o confiar en un ser humano más que en Dios. ¿Acaso Dios no se ha relacionado con nosotros en un pacto eterno? No es de extrañar que Cristo llame a la gente "generación malvada y adúltera", porque no aman a Dios con todo su corazón, ni lo respetan profundamente, ni confían únicamente en Él.

La adoración de ídolos toma varias formas hoy en día como resultado del vacío causado por el alejamiento de Dios. El Señor es un Dios celoso, y quiere apropiarse enteramente de nuestros corazones. No está satisfecho con una parte o la mayor parte de nuestro amor y obediencia a Él. Quiere poseernos por completo y por la eternidad. Por tanto, los ídolos antiguos y modernos deben desaparecer de nuestras vidas, así como renovar nuestro compromiso con nuestro Padre celestial. Pregúntate, ¿cuáles son los ídolos ocultos en tu vida y qué deberías hacer para destruirlos para siempre?


03.4 - ¿Es la Fe Cristiana Contraria al Primer Mandamiento?

Judíos y musulmanes pueden coincidir en la interpretación cristiana de los Diez Mandamientos hasta este punto. Sin embargo, acusan a los cristianos de violar el primer mandamiento por su credo. "Ustedes los cristianos son unos infieles", argumentan, "porque violan el primer y más grande mandamiento. Blasfeman a Dios al afirmar que hay tres dioses y que uno de ellos murió en la cruz". Los judíos y los musulmanes acusan a los cristianos de blasfemia por creer en la unidad de la Santísima Trinidad.

¿Cómo respondió el propio Jesús a tal acusación? Jesús se enfrentó a diario a estos ataques de personas de duro corazón. Él expuso su unidad con Dios de forma muy clara: "El Padre y yo somos uno" (Juan 10:30). Nunca dijo: "Yo y el Padre somos dos", ¡sino uno! Después dijo: "Yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí". Antes de ser arrestado oró por sus discípulos: "Para que sean uno, así como nosotros somos uno" (Juan 17:22). Estas palabras dan testimonio de la unidad de la Santísima Trinidad. La forma plural se entiende aquí como singular. Jesús dio testimonio de su perfecta unidad con el Padre. Esta verdad no puede ser comprendida matemáticamente. "Nadie puede decir: «Jesús es el Señor» sino por el Espíritu Santo" (1 Corintios 12:3). Esta es una verdad espiritual eterna. Si no estamos abiertos al Espíritu de Dios no podemos entender las realidades espirituales.

Jesús dijo: "El que me ama, obedecerá mi palabra, y mi Padre lo amará, y haremos nuestra morada en él." (Juan 14:23). La promesa de Jesús a sus seguidores es que el Espíritu Santo habitará en ellos. Al mismo tiempo les aseguró su perfecta unión con el Padre celestial y que ambos permanecerían en los corazones de sus discípulos.

Los cristianos no creen en tres dioses distintos, sino en un solo Dios que se ha revelado como el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Al confesar la unidad de la Trinidad no quebrantamos el primer mandamiento, sino que lo cumplimos. El Espíritu de Dios ha sido derramado en nuestros corazones como resultado de nuestra reconciliación con Dios en la muerte de Jesucristo. El Espíritu fiel nos anima a llamar a Dios nuestro Padre y a santificar su nombre como tal. Creemos igualmente en Jesús y le amamos con todo nuestro corazón porque "Dios ha derramado su amor en nuestro corazón por el Espíritu Santo que nos ha dado" (Romanos 5:5). Debemos reconocer que la unidad de la Santísima Trinidad está oculta para cualquiera que no haya nacido de nuevo por el Espíritu Santo y no busque encontrar esta gloriosa verdad.

El Corán en realidad no critica la Trinidad en la que creen los cristianos. En su lugar, objeta una Trinidad sectaria, a la que también se oponen y acusan todas las iglesias cristianas. El Corán lucha contra la Trinidad del padre, la madre y el hijo (Sura al-Maeda 5:116). Por otra parte, el Corán se opone a la creencia de que Dios es Jesús el hijo de María (sura al-Maeda 5:17,72) o sólo el tercero de tres (sura al-Maeda 5:73). La comprensión precisa de la Santísima Trinidad en la Biblia es más bien que Dios es la unidad inclusiva, la unicidad eterna, la Trinidad del Padre que se expresa a través de su Palabra y actúa a través de su Espíritu. Rechazamos la Trinidad biológica de padre, madre e hijo, así como la afirmación de que Dios es Cristo, el hijo de María. Confesamos a Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo como el único Dios.


03.5 - ¿Qué dice el Antiguo Testamento sobre la Trinidad?

El Antiguo Testamento contiene algunas referencias sorprendentes a la unidad de Dios en la Santísima Trinidad. Ni siquiera el Corán puede negarlo.

En el Salmo 2:7,12, leemos la revelación de Dios sobre Jesús mil años antes de que naciera: "Tú eres mi hijo(...)hoy mismo te he engendrado". También advierte a la gente: "Besa al Hijo no sea que se enoje y seas destruido en el camino".

En Isaías 7:14 dice, 700 años antes del nacimiento de Cristo: "Por eso, el SEÑOR mismo les dará una señal: La virgen concebirá y dará a luz un hijo, y lo llamará Emanuel" (es decir, Dios está con nosotros)

Isaías 9:6 contiene la gran promesa: "Porque nos ha nacido un niño, se nos ha concedido un hijo; la soberanía reposará sobre sus hombros, y se le darán estos nombres: Consejero admirable, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz." Estas palabras divinas del Antiguo Testamento dan testimonio de la deidad de Jesús y de su perfecta unidad con el Padre. Según 2 Samuel 7:12-14, al rey David se le prometió que uno de sus hijos, de sus "propios descendientes", será al mismo tiempo el Hijo de Dios. Desde entonces, otro nombre para el Mesías o Hijo de David ha sido el de Hijo de Dios.

En el Salmo 110:1 leemos: "Así dijo el SEÑOR a mi señor: «Siéntate a mi derecha hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies». ¿Hay dos señores? ¡Nunca! No obstante, estos versos retratan la perfecta unidad entre Dios, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

Desde el principio, Dios habló en forma plural: "HAGAMOS al ser humano a nuestra imagen y semejanza." (Génesis 1:26)

Esto nos muestra que el testimonio de la unidad de la Santísima Trinidad no es una invención cristiana. Más bien, es una verdad que Dios ha revelado mil años antes del nacimiento de Cristo. ¿Quién puede oponerse a la revelación de Dios?


03.6 - Referencias Coránicas a la Deidad de Cristo

No sólo el pentateuco, los salmos y los profetas dan testimonio de la unidad de Dios, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, sino que el Corán también contiene versículos que corroboran el testimonio cristiano. Si cada musulmán leyera el Corán con una mente abierta, se convencería de los versos que tratan del nacimiento de Jesús por María, la virgen. Jesús nació como la Palabra de Alá sin ninguna intervención humana. Alá sopló su Espíritu en la Virgen María y, por tanto, nació Jesús (Suras al-Anbiya 21:91 y al-Tahrim 66:12).

Los Suras Al Imran 3:45, al-Nisa 4:171 y Maryam 19:43 afirman especialmente que Jesús es la Palabra de Alá encarnada y un espíritu procedente de Él. Estos versículos son el eco islámico del Evangelio según Juan: "Y la Palabra se hizo hombre y habitó entre nosotros. Y hemos contemplado su gloria" (Juan 1:14).

En las Suras al-Baqara 2:87,352 y al-Maeda 5:110, leemos que Cristo ha sido fortalecido por el Espíritu Santo de manera que pudo moldear la figura de un pájaro a partir del lodo y darle vida soplando sobre él. Sanó a los ciegos y a los leprosos e hizo revivir a los muertos con el permiso de Alá. Esta armonía en la acción entre Alá, el Cristo y el Espíritu Santo se revela claramente en el Corán. ¿Por qué los musulmanes se rebelan contra Dios y su Mesías?

En la Sura Maryam 19:21 podemos leer: "para hacerlo un signo para los hombres y una misericordia de nuestra parte." No deja de ser sorprendente que Alá en el Corán hable en plural y llame a Cristo Misericordia del Misericordioso. Es decir, Él es la misma sustancia de la esencia divina.

Un buen número de referencias en el Antiguo Testamento y el Corán afirman la unidad de la Trinidad. Se nos anima a unirnos a los ángeles para magnificar a Dios: "Santo, santo, santo es el Señor Todopoderoso; toda la tierra está llena de su gloria" (Isaías 6:3). La repetición de "santo" tres veces indica que el Padre es santo, el Hijo es santo y el Espíritu Santo es santo y que son uno en total santidad.


03.7 - La Creencia Cristiana en la Deidad de Cristo

No fue una exageración cuando los apóstoles de Cristo testificaron unánimemente su deidad. A pesar del peligro de muerte, Pablo proclamó abiertamente que Cristo "es la imagen del Dios invisible" (Colosenses 1:15). Juan admite: "Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros. Y hemos contemplado su gloria, la gloria que corresponde al Hijo unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad." (Juan 1:14). El apóstol Pedro atestigua: "Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente" (Mateo 16:16).

El Concilio de Nicea resumió la fe cristiana: Jesucristo es "Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre."

Los musulmanes y los judíos ponen límites a la omnipotencia de Dios con sus rígidas doctrinas. ¿Quién puede rechazar que Dios se revele tal y como es? ¿Quién tiene derecho a impedir que el Todopoderoso tenga un Hijo y lo sacrifique para salvar al mundo? ¡Dios es libre! Cristo existía antes de la creación. Se hizo hombre para reconciliar al mundo con Dios y restaurar la paz divina. Cristo se hizo hombre para salvar al mundo. Permaneció sin pecado para poder quitar los pecados del mundo. Juan el Bautista se refiere a esta llamada divina: "¡Aquí tienen al Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!". (Juan 1:29). Como resultado, hemos sido adoptados y llamamos a Dios nuestro Padre celestial, ya que nuestros pecados han sido perdonados. Cristo ha logrado una gran salvación para todos los hombres, no sólo para los cristianos. Su salvación es para hindúes, budistas, judíos, musulmanes y ateos. Concede la vida eterna a todo aquel que confía plenamente en Él y lo acepta como su Señor y Salvador. El Hijo nos lleva al Padre y el Padre nos guía hacia el Hijo. Dios se ha revelado en el bautismo de Jesús en el río Jordán: "Este es mi Hijo amado; estoy muy complacido con él". (Mateo 3:17). ¿Quién puede detener una voz procedente del cielo?


03.8 - ¿Cuál es el Propósito del Primer Mandamiento?

El propósito del primer mandamiento es simplemente el de amar a Dios. Moisés redactó este privilegio en el mandamiento más importante: "Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas."(Deuteronomio 6:5). Amamos a Dios y vivimos en armonía con su Espíritu o lo odiamos y vivimos en contra de su voluntad. Si amamos a Dios, pensamos en Él, le escuchamos, hacemos lo que le agrada, vivimos para Él y le anhelamos como una novia que ama a su novio y lee sus cartas una y otra vez. Pero aquellos que insisten en su orgullo y se ven a sí mismos como semidioses, dando la espalda al verdadero Dios, obviamente olvidarán su Palabra y en su dureza de corazón estarán al final de su vida bajo la ira de Dios.

Pero aquellos que aman a Cristo están abiertos al Espíritu de Dios. Reciben el perdón de todos sus pecados y caminan en el poder del Espíritu Santo. Se transforman a la imagen de su Padre ya que oran diariamente para que el nombre del Padre sea santificado en sus vidas y en su hogar. Si realmente amamos a Dios, nos dirigimos a Él y recibimos gracia sobre gracia. Experimentamos la purificación diaria de la conciencia, vivimos en la libertad de los hijos de Dios y participamos en su ministerio espiritual. Los que aman de verdad a Dios echan a los ídolos de sus vidas y se mantienen firmes en el nuevo pacto, cuyo misterio se revela en el tema de nuestra fe y nuestra vida: "Dios es amor. El que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él." (1 Juan 4:16)

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