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Previous Lesson -- Next Lesson JUÁN - La Luz Resplandece En Las Tinieblas
Estudio en el Evangelio de Cristo según Juán
PARTE 4 - La Luz Prevalece Contra Las Tinieblas
A - Sucesos Desde La Detención Hasta La Tumba (Juán 18:1 - 19:42)
2. Jesús interrogado ante Anás y la triple negación de Pedro (Juán 18:12-27)JUÁN 18:12-14 No fueron sólo los judíos quienes arrestaron a Jesús, sino el oficial romano que llegó con soldados con el mismo propósito. Cristo, que es Señor por sobre la muerte y de los demonios, que calmó la tempestad, curó a los enfermos y perdonó los pecados, soportó las ataduras mansamente. El que era libre se convirtió en cautivo. El Señor quedó encadenado y con grilletes. Eso lo provocamos nosotros por nuestros grotescos pecados. Sus ataduras representan un paso más hacia su humillación hasta el grado más bajo en la cruz. Anás fue el sumo sacerdote desde el año 6 a.C. hasta el 15 a.C. En teoría, su cargo era vitalicio, pero Roma lo destituyó. Finalmente, eligieron a Caifás, el Zorro, su yerno, un astuto abogado. Era capaz de cumplir con las exigencias de la Ley, así como con los requisitos de Roma. Era notoriamente astuto y engañoso, el profeta de Satanás que produjo una profecía fraudulenta sobre la muerte de Jesús para asegurar la supervivencia de las naciones. El juicio que siguió fue una tragedia dramatizada para condenar al acusado, con una acusación inventada, para dar una apariencia de justicia. A los que les perturbaba la conciencia se les dio la impresión de que el juicio era justo y se basaba en pruebas claras. Juan no registra los acontecimientos que rodearon las dos sesiones del Juicio, como se relata en los otros evangelios, pero da importancia a la investigación y al interrogatorio que precedió a los juicios ante Anás, jefe del clan sacerdotal. Él seguía siendo el principal impulsor de los acontecimientos en el país. Caifás ordenó que el interrogatorio preliminar pasara a manos de Anás en señal de respeto. JUÁN 18:15-18 Juan y Pedro siguieron a Jesús de noche y a cierta distancia. Como Juan era pariente del Sumo Sacerdote, pudo entrar libremente en el patio de los sacerdotes. Pedro no pudo hacerlo porque la puerta estaba custodiada por sirvientes. Juan sintió la agitación en el corazón de Pedro, de pie en la oscuridad junto a la puerta. Queriendo ayudarle, Juan habló por él con la sirvienta que resguardaba la puerta. Ella no estaba del todo convencida y le preguntó a Pedro: "¿No eres tú también uno de los discípulos de ese hombre?". Él contestó: "No lo soy" y se comportó como si no supiera nada y no tuviera nada que ver con el asunto, tras lo cual intentó calentarse junto al fuego, ya que hacía frío. JUÁN 18:19-24 La investigación preliminar no era sobre la culpabilidad de Jesús, su personalidad y las afirmaciones que hizo. Era sobre sus discípulos y el método de su enseñanza. En aquella época había muchas sociedades secretas. Los investigadores querían averiguar lo antes posible si había peligro de disturbios por parte de sus seguidores para poder sofocar cualquier revuelta. Jesús negó la existencia de tal sociedad, más bien sabían que enseñaba abiertamente durante el día en las sinagogas y en el propio templo, donde muchos acudían a escuchar. Si los dirigentes hubieran querido conocerlo con sinceridad, podrían haber recurrido a estos lugares para escuchar los detalles de sus dichos y su llamado. De este modo, Jesús respondió al viejo sumo sacerdote sin miedo. De repente, uno de los sirvientes, ansioso por ganarse el favor del sumo sacerdote, golpeó a Jesús. Jesús no devolvió el golpe ni mostró su enfado. Al mismo tiempo, no minimizó la gravedad del delito, sino que desafió al delincuente a que expusiera el motivo de la lesión. Como Jesús era inocente, el siervo debía disculparse y mostrar su arrepentimiento. Este desafío se dirigía indirectamente a Anás, pues él era el responsable del comportamiento del siervo. Él había permitido la ofensa. Este tipo de acusación se hace hoy en día contra cualquiera que golpee a otro sin causa justificada, o permita que sus seguidores intimiden a los inocentes. Nuestro Señor ama a los menospreciados y dice: "Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aun por el más pequeño, lo hicieron por mí". Después de que Anás se diera cuenta de que Jesús no se sometía a sus amenazas, sino que se erigía en juez y lo interrogaba sobre la verdad y la justicia, envió a Jesús a su yerno Caifás, el astuto zorro, para que se librara de ese problema. JUÁN 18:25-27 Caifás interrogó a Jesús sobre sus discípulos. Dos de ellos estaban en el patio, pero no confesaron ser seguidores del Señor. Pedro, a la luz de las llamas, parecía extranjero y los criados dudaban de su vinculación con Jesús. De nuevo Pedro respondió tristemente: "No, no". Uno de los que sospechaban de él hizo tal acusación. Entonces todos lo miraron con desprecio y él se acaloró, sobre todo cuando uno de los criados dijo: "Te conozco, te vi en el jardín". El peligro llegó a un punto álgido, pues el interlocutor era pariente del hombre al que Pedro había cortado la oreja. Juan no detalla las maldiciones que profirió Pedro ni su negación de Jesús, pero verifica la conducta cobarde de Pedro, indigna del apóstol principal. El canto del gallo fue como un toque de corneta de juicio en los oídos de Pedro. Jesús no había encontrado ningún discípulo dispuesto a seguirle incluso hasta la muerte. Todos huyeron, pecaron, mintieron o le negaron. Tampoco nos habla Juan de las lágrimas de Pedro ni de su arrepentimiento, pero Juan destaca el peligro de negar al Señor. El gallo cantó tres veces para alarmar a Pedro. Que Dios nos conceda un gallo que cante cada vez que mentimos o tememos confesar a nuestro Señor. El Espíritu de la verdad quiere descender sobre nosotros. Pide a Jesús una lengua veraz, un corazón recto y una mente sana. ORACIÓN: Señor Jesús, te damos las gracias porque eres la Verdad, la Paciencia y la Majestad. Perdónanos toda clase de mentiras y exageraciones. Tú has llevado los lazos de la humanidad, átanos por tu Espíritu para que nuestras lenguas no digan más mentiras. Enraízanos en tu verdad y enséñanos a dar testimonio en tu nombre con humildad, sabiduría y decisión. PREGUNTA:
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