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Previous Lesson -- Next Lesson MATEO - ¡Arrepiéntanse, Porque El Reino De Cristo Está Cerca!
Estudios sobre el Evangelio de Cristo según Mateo
PARTE 5 - LOS SUFRIMIENTOS Y LA MUERTE DE CRISTO (MATEO 26:1-27:66)
10. La lucha de Jesús en su oración (Mateo 26:39)MATEO 26:39 El hecho de que Cristo se postrara rostro en tierra ante Dios no significa que perdió su divinidad durante su sufrimiento, sino que nuestra redención requería que se humillara. Las palabras que expresó en su oración nos revelan la profundidad de su lucha por nuestra salvación. Jesús comenzó su oración con este llamado maravilloso: "Padre mío", pues deseaba aferrarse a su Padre, aunque estaba experimentando la separación de él por causa de nuestros pecados. Nunca dudó de su filiación divina ni del amor del Padre hacia él. Nuestro mayor consuelo en medio de la angustia es recordar que nuestro gran Dios es nuestro Padre. Cuando nos dirigimos a él, debemos llamarlo "Padre", aunque su ira se manifieste contra todo pecado. Tenemos derecho a hacerlo porque Cristo bebió la copa de la ira de Dios en nuestro lugar. En su oración en Getsemaní, Jesús contempló la copa llena de ira que estaba preparada para que él la bebiera. En su naturaleza humana, Cristo deseó que esta amarga copa pasara de él y que, si fuera posible, el plan de salvación se cumpliera sin que tuviera que ser crucificado. Sin embargo, el Hijo sometió su voluntad a la del Padre en todas las cosas. En esta lucha de fe, quedó claro que Jesús era un verdadero hombre, tanto como era Dios verdadero. Su voluntad era humana, pero siempre alineada con la voluntad de su Padre. Cristo sintió una angustia profunda y un gran abatimiento en su naturaleza humana, pues prefería no morir. Además, su divinidad no podía soportar el abandono de su Padre. No obstante, a pesar de su intenso sufrimiento y su inminente muerte, no deseó nada que estuviera en contradicción con la voluntad del Padre en el cumplimiento de nuestra redención. Él venció su naturaleza humana mediante su obediencia al Padre. ORACIÓN: Señor Jesucristo, te amamos y adoramos porque llevaste en nuestro lugar el temor a la muerte. Sufriste en tu alma la separación del Padre debido a nuestro castigo. Sin embargo, escogiste la voluntad de tu Padre en lugar de salvarte a ti mismo. Cargaste con nuestras aflicciones para nuestra salvación y bebiste la copa de la ira en nuestro lugar. Ayúdanos a amarte siempre y a guardar tus mandamientos con tu ayuda. Te damos gracias por tu pasión y por tu inmenso amor. PREGUNTA:
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