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5. Jesús calma la tormenta y las olas (Mateo 8:23-27)

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MATEO 8:23-27
23 Luego subió a la barca y sus discípulos lo siguieron. 24 De repente, se levantó en el lago una tormenta tan fuerte que las olas inundaban la barca. Pero Jesús estaba dormido. 25 Los discípulos fueron a despertarlo. —¡Señor —gritaron—, sálvanos, que nos vamos a ahogar! 26 —Hombres de poca fe —contestó—, ¿por qué tienen tanto miedo? Entonces se levantó, reprendió a los vientos y a las olas, y todo quedó completamente tranquilo. 27 Los discípulos no salían de su asombro y decían: «¿Qué clase de hombre es este que hasta los vientos y el mar le obedecen?».' (Marcos 4:35-41; Lucas 8:22-25; Hechos 27:22-34)

Cristo podría haber evitado la tormenta y proporcionado a sus discípulos un viaje tranquilo. Sin embargo, su liberación en medio de la tormenta resultó ser una mayor confirmación de su fe y una manifestación más gloriosa de su poder. Aunque uno podría esperar que tener a Cristo a bordo garantizaría un viaje sin problemas, Cristo nos muestra que, al navegar con Él a través del océano de la vida, debemos esperar enfrentar tormentas violentas.

Cristo no siempre garantiza a sus discípulos comodidad y facilidad físicas. Sin embargo, los rescata en medio de tormentas, tempestades y peligros. La Iglesia cristiana, mientras esté en la tierra, ciertamente enfrentará ataques, disturbios y divisiones.

Cristo dormía en el barco, tranquilo a pesar del peligro inminente. Dormía para demostrar que, aunque vivía como un hombre mortal como nosotros, estaba libre de pecado. A pesar de su cansancio y somnolencia debido a su arduo trabajo, su sueño no se veía perturbado por ningún temor interno, ya que no tenía culpa. Aquellos que navegan con Cristo a través del océano de la vida pueden estar seguros a pesar de los peligros inminentes, porque el Salvador fiel y poderoso está con ellos.

Tu comunión con Cristo no te protege de tormentas repentinas o peligrosas que podrían amenazar con hundirte. Estas experiencias son comunes. Debemos aprender de ellas que la iglesia no está asegurada por el hombre y que nadie puede protegerla excepto su Señor y Maestro, Jesucristo.

Los experimentados pescadores continuaron su labor agotadora en medio de la tempestad, vaciando el barco del agua que entraba. Pero cuando el mar embravecido los cubrió con olas abrumadoras, se asustaron y comenzaron a llorar. Su barco estaba lleno de agua y a punto de hundirse. Perdieron la paciencia, despertaron a Jesús dormido y le zarandearon gritando: “¡Señor, sálvanos! ¿No ves que estamos en apuros? ¿Cómo puedes dormir mientras estamos al borde de la destrucción?”

Cristo se levantó de su sueño inmediatamente en medio de los peligros mortales. No los salvó al instante, sino que los reprendió, pues el peligro no se debía al mar embravecido, sino a su poca fe en el momento de la prueba. Cristo exige de sus seguidores una confianza valiente y absoluta en el cuidado y la protección de su Padre celestial en cada momento de sus vidas, pues el miedo no está en consonancia con el amor de Dios.

Cristo reprendió entonces a los vientos embravecidos y al mar. Cuando les ordenó con sus palabras que se calmaran, se calmaron y se produjo una gran calma. El horror se apoderó de sus discípulos cuando vieron este milagro, porque habían visto la evidencia de que Jesús es el Señor de la naturaleza también. Dondequiera que Cristo gobierne, la paz celestial entrará en los corazones. ¿Cuándo vas a adorar a Jesús, creyendo en su dominio sobre la naturaleza, las naciones y los problemas? Entrégate a Él y vivirás en paz en medio de la perturbación, protegido en el pozo de la muerte.

ORACIÓN: Oh Señor Jesucristo, Tú eres el Todopoderoso. Por favor, perdona mi poca fe en el momento de peligro. Fortalece nuestro amor por Ti para que confiemos plenamente en Ti. Permanece con nosotros para que no perdamos la esperanza en los momentos de angustia. Abre nuestros ojos para que podamos verte y darnos cuenta de que Tú triunfas sobre todos los poderes, la naturaleza y las dificultades, y que amas a Tu pueblo constantemente.

PREGUNTA:

89. ¿Por qué reprendió Jesús a sus discípulos en medio del peligro?

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